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lunes, 25 de abril de 2011

Reforma

El partido comunista cubano y su máximo representante admitieron que es necesario modificar el sistema económico vigente en la isla. Toda una confesión explicita del fracasado modelo intervencionista impuesto durante los últimos 50 años. Por segunda vez en pocos meses, Raúl Castro reconoció contar con un sistema ineficiente y caduco que es preciso reformar con otra revolución para arreglar aquella revolución. Elocuente que la dictadura acepte públicamente el fracaso de su política económica, aunque no hay que dejarse entusiasmar en exceso por las ruidosas declaraciones sobre el necesario cambio. La experiencia enseña no esperar mucho de la cúpula socialista cubana ni de quienes han defendido esa monstruosidad, vivido de ella, anulado la libertad de millones de habitantes y asesinado a no pocos. No parecen ser los más idóneos para el cambio que anuncian porque son parte del problema y seguro aflorarán las mafias del poder. Un panorama grisáceo del que no se puede esperar más de lo que presumiblemente ocurrirá; resultados lentos y penosos que seguramente oscilarán en torno a un dilatado debate sobre cómo hacer la reforma dentro del socialismo o generarán inútiles espirales de reflexiones que no conducirán muy lejos mientras gobernantes inescrupulosos -como los Castro y los de siempre- aprovecharán para continuar con sus vacías propuestas, sus turbios negocios y sus criminales prácticas. Para los defensores del sistema socialista cubano -aunque nunca pasaron allá más de unas vacaciones en Varadero- la propuesta debe provocar una reflexión sobre el discurso que hasta ahora venían compartiendo. Finalizadas las “maravillas económicas del régimen y sus logros” tras esas declaraciones del gobierno castrista, ahora será preciso buscar un nuevo referente donde el libre comercio y el derecho a la propiedad privada -que ¡por fin descubrieron!- imperen como soporte básico. Los tradicionales y clásicos partidos intervencionistas -y quienes los sostienen o aspiran a ello- deberán reinterpretar y cambiar sus argumentos. Es manifiesto el fracaso de la ideas de aquellos revolucionarios pasados de moda que en muchos países, Guatemala incluida, nunca contaron -a pesar de su contumacia- con significativo apoyo electoral.
Mientras la dictadura cubana admite y reflexiona sobre su desastre, aquí siguen creando inútiles programas sociales (ahora el número 13 sobre salud) y visitando pueblos con la promesa de vacunar a niños (llevan 30 dosis para cientos de solicitudes) piden como requisito estar empadronados y toman nota de los datos familiares para regresar la siguiente semana con la promesa de pagarles entre Q300-600 según edad de los hijos y previa lealtad documentada, todo un preocupante y fraudulento mercantilismo electoral. También arreglan de urgencia el puente destrozado meses atrás para que los buses de “a la playa con solidaridad mientras otros se mueren de hambre” puedan cruzarlo sin que viajeros con playeras del gobierno detecten el suplicio que sufren a diario los habitantes del lugar. Eso ocurrió esta Semana Santa en el Puerto de San José, pero seguro lo puede ver en otros lugares.
Hicieron el ridículo con aquella payasada servil de conceder la Orden del Quetzal al dictador cubano y no aceptan que ese modelo intervencionista, despilfarrador y comprador de voluntades, NO FUNCIONA a pesar de que aquellos ya lo reconocieron. Las noticias llegan mal y tarde o siguen si interpretarlas correctamente, lo que demuestra que el analfabetismo no es una simple cuestión de números o todavía hay muy mala fe, como parece ser el caso que nos ocupa. ¿Deberemos pasar 50 años sin libertad para entender lo que ocurre o seremos capaces de reaccionar a tiempo?

lunes, 18 de abril de 2011

Drivers

Conducir en Guatemala es una proeza. No porque las carreteras se hayan convertido -por negocios sucios que promueven ciertos políticos- en caminos con alta probabilidad de despeñarse (a pesar de la enorme deuda flotante del gobierno en comunicaciones), sino por la peculiar forma de manejar del chapín. Si desea probar, conduzca -en lugares donde hay más de un carril- por el de la derecha, observará que nadie lo ocupa. Aquí, como en muchos países anglófonos, se conduce por la izquierda. Los conductores ocupan el carril que no deben, por diversos motivos. El primero es sicológico. Leyeron en algún momento aquello de “carril derecho para vehículos lentos”, lo que condiciona el comportamiento y aunque el carro no ande o expulse humo pestilente, usa el carril inadecuado. El segundo, porque nadie quiere sentirse “camión” y todos creen manejar un deportivo veloz y último modelo. El tercero, porque hay mucho maleducado que no aprendió el código de circulación ¿Cuántos “flashearon” o compraron el carné de conducir?
No falta el motorista que piensa que la fila no es para él. Serpentea entre los vehículos buscando las primeras posiciones en la parrilla de salida como si de una competición se tratase. Se lleva espejo retrovisor, raya carros o termina en el suelo, producto de que alguien cierra el paso a sus desatinadas aspiraciones de pasar por donde sea. Los más “hábiles” -y mulas- inventan una fila donde no existe o deciden utilizar el carril opuesto para reducir su tiempo de espera, sin respetar que en sentido contrario vienen otros que circulan correctamente o que, educadamente, esperan su turno. Los buseros y camioneros animan el espectáculo, aunque son la antítesis de la fiesta. Van sin luces traseras; algunos sin delanteras o con cuádruples focos que te dejan ciego, aunque por detrás ni se miren. Provocan accidentes porque no se les ve venir o se atraviesa o detienen en lugares donde sus reales deciden que es oportuno. No respetan paradas, normas ni vías y cualquier cosa imprevisible para los demás es, para ellos, algo muy natural. Los más inesperados son los que usan siempre las luces de emergencia ¡Témales! Las prenden para detenerse, pero también para girar, frenar o cualquier otra ocurrencia, sin que uno pueda imaginar que harán porque es imposible con esa forma tan particular de actuar. Ver a alguien detenido en mitad de la calzada con las luces de emergencia prendidas invita a generar múltiples e hipotéticos escenarios, aunque no se acierte entre las opciones. Por último, los temidos carros con luces destellantes y sirenas que creen tener prioridad porque la “autoridad” va dentro. La mitad de ellos inconscientes asesinos armados y con varias denuncias por exceso de velocidad que nadie paga. Hay que conducir doble: por uno y por el contrario
Con este panorama ¡ármese de paciencia y conduzca por la derecha!, suele ser la ruta más corta y rápida porque muchos no han aprendido que la derecha es la vía natural y obligatoria de manejar. Si lo hace, verá que llega más veloz a su destino que si opta por rebasar los vehículos de muchos de los especímenes que puede encontrar en los caminos polvorientos y agujereados del país. Esto es un ejemplo de las cosas que se podrían arreglar al instante si se aplicasen las normas y la policía cumpliese con parte de su obligación, en lugar de montar ineficientes controles que retardan todavía más ¡Feliz viaje de Semana Santa! y cuidado al cruzar la calle.

lunes, 11 de abril de 2011

“Kalidá educatiba”

Los bochincheros profesionales del denominado sindicato magisterial han aparecido antes que los zompopos. Con su “líder” al frente -mas gordito en las fotos, señal de que está muy alejado de aquellas zonas donde a diario mueren de hambre niños- comenzaron sus acciones de protesta-jodienda dentro de su Plan Nacional de Jodedera 2011, ocupando las calles de la ciudad y perjudicando al resto de ciudadanos que se vieron paralizados en sus vehículos por la gracia de semejantes energúmenos.
El fin último es presionar para sacar dinero ¡no crean absolutamente ninguna otra cosa! Aprovechan la debilidad manifiesta del momento político del gobierno y le pasan la factura de su silencio cómplice. En la otra parte de la balanza un ministerio incapaz e ineficiente. Recordemos que una ministra se fue por no estar de acuerdo con las políticas de la candidata (otrora esposa, ahora ex) y al siguiente lo cesaron por no cumplir con su deber, aunque le agradecieron los servicios prestados ocupándolo nuevamente en el “servicio público”. No vimos a los maestros -mejor dicho a las huestes jovelianas- protestar cuando aliviaron reiteradamente el presupuesto de educación desviando fondos para cohesión social y le restaron recursos al “proyecto educativo” que nunca tuvieron. Tampoco vemos en sus demandas un incremento en la capacitación profesional para poder mejorar la calidad de la enseñanza ¡ná que ver! Esos folklóricos únicamente persiguen llenar de dinero sus bolsillos que naturalmente se repartirán en mayor proporción para los dirigentes y sus amigos, vividores perpetuos del cargo que ocupan.
Como reacción ante semejante irresponsabilidad el ministro dice que abrirá expedientes, algo que ya se le hizo al sindicalista y que se pasó por la entrepierna porque sus antecesores en el ministerio lo “perdonaron”, razón por la cual no está despedido como correspondería haber hecho con alguien sentenciado y le permiten seguir vulnerando derechos de los demás con absoluta impunidad. Seguro que terminará negociando con su jefa de siempre sin llevarle la contraria. Como sindicato deberían tener la gallardía -si nobles fueran sus intereses- de enfrentar a quien les extrajo del presupuesto millones durante estos últimos años. Les importa un bledo la educación, un carajo su profesión, un nimiedad la ciudadanía y una mierda el país. Van a lo suyo. Ni siquiera defienden los intereses del colectivo que representan y resurgen de sus cenizas como el ave fénix sin que nadie tenga el valor de consumirlos mediante una ley que simplemente derogue tal grupo de poder que pretende arrodillar al país ¡Por supuesto que estos tibios no lo harán!
La calidad educativa será nefasta mientras desastrosos sean quienes dirigen el modelo que se pretende imponer y mediocres los profesores. Esa es la razón del fracaso de la enseñanza pública, en la que no creen ni los políticos ni los propios maestros quienes envían a sus hijos a colegios privados. No es dinero ni instalaciones ni medios lo que hace falta, cosas importantes que pasan a segundo lugar ante la intransigencia de estos individuos monopolizadores del sistema y asesinos del futuro de mucho niños al ser incapaces de entender el significado de responsabilidad, deber, trabajo, profesión o ciudadanía. El presidente declaró: hay que equilibrar el derecho a la manifestación y el de libre locomoción, lo que quiere decir que como de costumbre no sabe que hacer para que se cumplan los derechos de los ciudadanos. Mis respetos a los maestros serios y responsables, a ver son capaces de sacar a esa dirigencia inútil y mercantilista.

domingo, 3 de abril de 2011

Justicia y desalojos

Cola trae el desalojo de tierras ocupadas en el Valle del Polochic. Los (y las) habituales han escrito y se han manifestado pública y frenéticamente en pro de un “derecho violado a campesinos indígenas”, hecho que ha trascendido a portavoces internacionales interesados que, como pólvora, propagan noticias “conmovedoras” ¿La verdad?, ni importa ni tiene relevancia, lo esencial es popularizar la falacia. Se ignora, por ejemplo, que en el país hay muchas tierras ilegalmente ocupadas por personas que las invaden, las parcelan y las venden o alquilan a grupos y comunidades indígenas; la lentitud del sistema judicial permite el resto. Es decir, prolonga la agonía de la ocupación por meses, así cuando se produce el desalojo está olvidado el delito cometido que conlleva la acción judicial y muchos menos se habla del grupo de mafiosos ocupadores y violadores del derecho a la propiedad privada mientras cacarean “su” derecho a la tierra.
El punto esencial del problema es no consentir la comisión de un delito bajo ninguna circunstancia, salvo que justifiquemos el caos. Si se carece de propiedad, de recursos o se padece cualquier comprensible calamidad, no es razón suficiente argumentar ni justificar la invasión de la propiedad ajena. No es defendible esa postura por diversos motivos, pero centrémonos en dos. Uno porque se hace apología de un delito, lo que también constituye delito; otro porque no es apropiado hacerlo de no ser capaz de soportar la misma arbitrariedad en posesiones propias. Aquellos (y aquellas) que justifican esas conductas deben pensar en ambos extremos o permitir que entren por la fuerza y se instalen en la sala de sus casas; entonces, me solidarizaré con su movimiento. Mientras tanto, deben ser más sensatos (y sensatas) y no olvidar que cualquiera que sea la causa esgrimida, nunca está fundamentado, escudar o ensalzar el comportamiento delictivo ni utilizarlo como excusa para matraquear sobre la injusticia. Hay que dejar al sistema judicial actuar, pero cuando ordene el desalojo de una ilegal invasión no sean hipócritas y acaten la sentencia en vez de hacer el mayor ruido posible y descalificar actuaciones que únicamente aprueban cuando satisfacen sus intereses. Como curiosidad, la mayoría de esos detractores mediáticos son los que continuamente salen defendiendo y apoyando a la CICIG y “promoviendo” la necesidad de contar con un organismo judicial fuerte e independiente, aunque no de ellos ni de sus presiones y conveniencias, naturalmente. Son doblemoralistas, aspirantes a implementar “su justicia” que para nada coincide con la observancia de un elemental Estado de Derecho al que le hacen flaco favor con sus ambiguas actuaciones ¡Con la iglesia hemos topado amigo Sancho!, se quejaba Don Quijote, aunque con otro fin que luego derivó en la popular sentencia. Por cierto, tierras tiene la iglesia de sobra para poder echar una manita en todo esto en lugar de acumular más de las que puede administrar o echar leña al fuego. Una reflexión autocrítica para explorar en la próxima conferencia episcopal.
Lo que persiguen y consiguen esos socialdemócratas de folleto, es paralizar lo ejecutado producto de una legitima orden judicial y, de paso, despertar a osos invernados como el de los linchamientos (ya más que el pasado año) o a cierto dirigente magisterial, quien lejos de cumplir la sentencia que en su momento le impusieran, sigue jodiendo al país y paseando sus reales por las calles aunque nunca explicó que le pasó en aquel incidente/accidente: atentado, descuido, alcohol o ambos.