"Cuando la moral decae y los hombres
buenos no hacen nada, el mal florece"
En la habitación 706 de un hospital encontró el MP a la
exvicepresidenta Baldetti, refugiada y aquejada de "males" de última hora,
de esos que afloran cuando te sabes acorralado por la justicia. Lamentable
actitud de a quien la soberbia, la vanidad y la ambición, cubrieron
permanentemente durante esos efímeros "tiempos de gloria" que los
políticos, equivocada y arrogantemente, idealizan eternos. El discurso del
Presidente, días después, agresivo, amenazante y petulante -¡No me voy porque
no me da la gana!, vino a decir!- dejó claro su pacto con LIDER y con
sindicalistas mafiosos y manipuladores.
Lejos de ser un espectáculo divertido o de provocarme
jubileo, todo eso me resultó patético. Pareciera que esos corruptos llegaron
ahí por méritos propios, pero no fue así sino que obtuvieron 2,3 millones de
votos, muchos de personas que ahora se suman al grito de "¡a la
guillotina!" mientras el jolgorio les hace olvidar las causas del
problema: votantes que eligen mal, no participan o se suman cómplicemente a la
ola de corrupción del partido que "le toca". No siempre la culpa la
tienen otros; lección por aprender.
La vieja usanza romana de pan y circo se tropicaliza, aunque
importamos únicamente lo que distrae: el circo, con cómicos y payasos
incluidos. La atención se centra en seguir derribando un sistema cooptado que
se volverá a poner a prueba en apenas dos semanas, aunque se corre el riesgo de
que las cataratas políticas nos hagan elegir, otra vez, a los mismos corruptos,
callados e impávidos pero incluidos en las listas de los distintos partidos
políticos. Este fenómeno de alegría social y limpieza política pareciera
haberlos tocado solamente de forma tangencial.
Un presidente acabado y una exvicepresidenta presa, ambos
judicialmente acusados, satisface el despertar de una sociedad dormida por
tiempo, pero no es cambio sustancial. La mayoría de políticos corruptos son
candidatos en la elección venidera. El vicepresidenciable de LIDER, siete
diputados y varios alcaldes del mismo partido, además de otros muchos
repartidos por la geografía nacional, están listos para tomar el relevo de un
país que se hunde, con la excusa de ser ellos quienes lo salven. Lejos de eso,
darán un golpe de timón para que las mismas prácticas mañosas adopten otras
formas que les permitan depredar y escapar del sistema judicial que los
arrinconó. Cambiarán normas y promoverán nueva legislación, volviendo a
engatusar a millones de votantes quienes, para mientras, se desfogan y hacen
esa particular y necesaria catarsis sabatina o piden sin éxito la renuncia
presidencial.
Si los Barquín (Edgar y Manuel), Arreaga, Lohayza, Chavez,
Rivera, Yanes y un largo etcétera de candidatos a diputados y alcaldes son
opciones válidas, seguimos muy mal y con una metástasis de tal calibre que
dejaremos de sonreír y festejar en pocas semanas, volviendo al pozo oscuro de
la reciente "democracia" fallida. Hay que rehacer el listado de elegibles
y sacar a los señalados por la justicia. No no engañemos, el derecho a ser
electo no existe per se, sino que se circunscribe a un ámbito local en el que
la sociedad eleva el listón de honestidad, decencia y capacidad al nivel que
desea tengan sus administradores ¡Y lo exige!
Hay tiempo para todo. Festejemos los logros alcanzados, pero
reservemos tiempo para reflexionar y fuerzas para actuar sobre lo que queda por
hacer, evitando caer nuevamente en el error por años cometido. Los delincuentes
habituales incluidos en las listas electorales, siguen siendo el problema a
solucionar, el tumor a extirpar, y pactan secretamente su escape y salvación.
Que la emoción no nuble la razón y permita que los malvados
continúen.