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lunes, 28 de diciembre de 2015

Respecto del respeto

“El respeto purifica el alma y si no lo tienes es que nunca tuviste alma”

Hace tiempo que se busca la fórmula mágica para acabar con el nivel de violencia generalizada que nos agobia. Al respecto, se han hecho todo tipo de sugerencias e incluso profundas y magistrales elucubraciones. Sin embargo, no ha variado mucho la situación más allá de pequeños porcentajes a la baja que no cambian la percepción final, a pesar de modificar la tendencia. Puede que el origen de todo radique en que somos una sociedad altamente irrespetuosa, peculiaridad no exclusiva de un estamento social ni de sector particular, sino que permea absolutamente a todos los ciudadanos.
Falta al respeto quien con su “nave” último modelo -con o sin guardaespaldas- hace un tercer carril adonde apenas hay dos, pero también aquellos que utilizan el arcén para evadir la fila que obligatoriamente deberían guardar; o ambos, cuando eluden subrepticiamente el semáforo en rojo. También, ¡cómo no!, los peatones que aguardan el bus pero incapaces de agruparse en la parada (si existe), se diseminan cada 10 o 15 metros y paran sucesivamente el transporte público -que se detiene donde le place- y generan una innecesaria fila de carros impacientes cuyos conductores increpan, rebalsan -a menudo incorrectamente- y agreden verbalmente.
Desconsiderado quien te cruzas -en la calle o en el trabajo- y mira hacia abajo o pierde la vista para no emitir un sonoro “buenos días” que truene a modo de temblor. Igualmente aquel que pretende colarse en la fila del banco, en el concierto o aquellos que cobran por “darle cola” a los que pagan y eluden a quienes resignadamente practican la virtud de la paciencia. Desatento quien, más “pilas” que el resto,  espera junto a otros el elevador para subir pero lo toma al bajar para no guarda el turno que le corresponde. No digamos el motorista que serpentea entre los carros con patente de corso, quienes no respetan a ciclistas, ignoran el paso de peatones y los que estacionan junto al rótulo de “no parquear” o en lugares reservados a minusválidos.
Irrespetuoso quien desprecia o insulta a personas de diversidad sexual y maltrata, abusa o viola a mujeres, niños y ancianos, o a cualquiera en general. Injuriador quien en el bus manosea, hiere con la mirada, “devora” con la mente o sientes su fétido aliento dentro de tu espacio privado que no considera. Igualmente quien te tutea sin permiso o te dice aquello  de “oye vos”, aunque lleves visible tu nombre o te hayas amablemente presentado. Descortés quien con cualquier excusa -la del tráfico es la más común- te deja esperando el tiempo que se le antoja o no llega a la hora acordada y bromea con el manido tópico de la “puntualidad chapina”. O aquel que dilata el “ahora” hasta un eterno “ahorita” que muta finalmente a un “fíjese qué”, introductor de cualquier pretexto para no cumplir su compromiso. Irrespetuoso al límite quien le quita la vida a otro, despreciando la esencia del ser humano.
Somos de condición irreverente y el respeto, más amplio que la educación, es una asignatura nacional reprobada y pendiente que es preciso inculcar y practicar si queremos prosperar.
En estas fechas que todo lo vemos (o nos lo hacen ver) filtrado de color miel, es un buen momento para meditar sobre los cambios que experimentaríamos únicamente con ser respetuosos y considerar “al otro”. Si hace una fila, recuerde que es buen momento y lugar para comenzar, no espere a otros y no sea cerril, deje el arcén para quienes caminan plácidamente en esta ciudad irrespetuosa con falta de aceras y pasos adecuados para personas con capacidades limitadas.

¡Feliz 2016!, muy respetuosamente

miércoles, 23 de diciembre de 2015

Pobreza e ideología

Donde hay justicia no hay pobreza (Confucio)

La publicación de la encuesta de condiciones de vida (ENCOVI), ha suscitado nuevamente la discusión sobre el incremento del gasto público para enfrentar la pobreza, y el debate sobre la desigualdad. Sin negar que efectivamente hay lamentables condiciones de pobreza, algo visible en todo el territorio, me permito reflexionar sobre ciertas cuestiones, conceptos y cifras.
El Instituto Nacional de Estadística (página web), señala que el valor de la canasta básica alimentaria es de Q3,540.60 pero sitúa la línea de pobreza extrema (LPE) -costo de adquirir la canasta de alimentos- en Q5,750. También  indica que la canasta básica vital cuesta Q6,460.95, pero establece la línea de pobreza no extrema en Q10,218. Ambas comparaciones obedecen a que los conceptos se definen de igual manera y tomar una u otra cantidad modifica sustancialmente las conclusiones. Cuestionar lo anterior, insisto, no niega una realidad, pero si orienta y matiza los resultados del informe.
Los datos deben servir para debatir seriamente el asunto, no para alentar posiciones ideológicas ni políticas económicas interesadas. Ahora se ignora la encuesta ENCOVI 2011 porque no se hizo con la metodología adecuada ¿Que interés del momento (gobierno UNE) aconsejó ese cambio y cuál fue la razón? Tal vez manipular las cifras entonces, por si la experiencia sirve de algo ahora. Perpetuar los manoseados programas sociales de los gobiernos UNE o PP -avalados, por muchos otros partidos políticos- es más un error que un acierto, y definitivamente no ha sido la solución. Desde que se implementaron, las cifras de pobres, según ENCOVI, ha crecido ¡Para pensar en ello!
La pobreza del país es debido a la falta de creación de riqueza (explicado por Fritz Thomas la pasada semana) no de la desigualdad. Y es producto de muchas cosas, también de: privilegios fiscales, economía informar -cercana al 70%- que elude pago de impuestos directos, depredación del presupuesto (especialmente los sindicatos de educación y salud, que engullen cualquier cantidad en beneficio de la elite sindical y del grupo), compra de medicinas sobrevaloradas y corrupción institucional generalizada, todos acompañados de alta ineficiencia (o connivencia) de la Contraloría y ausencia de castigo para dichas acciones delictivas. Basten unos ejemplos: el dispendio de los fondos rotativos del Congreso; más de Q1,000 millones gastados (2011-2015) para subvencionar el ineficiente transporte público; alrededor de Q2,156 millones que nos costará el pacto colectivo de salud, que incluye el pago de Q24 millones para el abogado que lo negoció y no menos de seis bonos, entre ellos el de “trabajo decente” y ciertos llamativos gastos de la USAC (primer cuatrimestre del año) como parte de una cifra millonaria total: tres pistolas calibre 9 mm., viajes a Rusia (Q133,000), compra de 9,000 libras de café valoradas en Q200,000, adquisición de casi mil de botes de desodorante ambiental y Q13,702.50 para la velada huelguera. Además, seguimos sin saber cuánto cuesta graduar a un estudiante o la cantidad que reciben decanos, profesores o la directiva, porque nadie en este país se ha preocupado de fiscalizar seriamente al monopolio de la enseñanza universitaria estatal. Sin embargo, tanto sindicatos como sancarlistas y diputados rasgan sus vestiduras y reclaman acciones contra la pobreza, mientras dilapidan opacadamente millones del presupuesto. Penosa doble moral, ideologizada en función del momento y de intereses de quienes desean poder.

En resumen: deficiente diagnóstico, interesadas propuestas y malas soluciones ¡Nada nuevo!

lunes, 14 de diciembre de 2015

Corruptraloría

La corrupción lleva infinitos disfraces (Herbert)

Si de algo se habla últimamente es de la corrupción. Incluso el lema de campaña del Presidente electo: “Ni corrupto ni ladrón”, posiciona el tema y lo destaca como la mayor preocupación sentida por la ciudadanía en esta primaveral revolución, de la que ojalá no salgamos. La palabra “corrupción” es la guillotina que decapitará a cualquier funcionario que continúe con las deleznables y delictivas prácticas del pasado.
Aunque se ha acusado de corruptos (y encarcelado) al exPresidente Pérez, a la exVicepresidenta Baldetti y a un significativo número de diputados -impedidos por la justicia para tomar posesión de “su” curul en la próxima legislatura- poco o nada se ha dicho de quien está en el vértice de la pirámide del problema: la Contraloría de Cuentas, y sus funcionarios.
Todo cuanto ahora sale a la luz pública: corrupción en puertos, en la SAT, en el Congreso, en la obra pública, en las actuaciones de funcionarios, en la compra de medicinas y otros insumos, FEDEFUT, etc., pudo -y debió- ser detectados por la Contraloría, entidad responsable primaria que no se preocupó de supervisar, encontrar y denunciar las diferentes irregularidades y delitos evidenciados por la justicia con suficientes pruebas.
En casi todas las instituciones existen contralores que certifican el gasto público. Un ejemplo es el fondo rotativo del Congreso que ha servido -documentado en variadas ocasiones- para justificar pantagruélicas comidas y orgías de licor de “los honorables”, además de haber llenado tanta veces el depósito de combustible de carros de diputados que hubieran podido recorrer varias veces el país, ¡el mismo día! Esos contralores “asignados”, certifican continuamente que el gasto se ajusta a lo estipulado y nunca, a pesar de que se revelan suficientes irregularidades, han destapado un solo caso. La Contraloría se caracteriza por verificar a posteriori, después de que los medios de comunicación o el MP evidencian el tema, pero ha sido incapaz de hacer su trabajo con la acuciosidad esperada de ese ente fiscalizador. La FEDEFUT es el ejemplo más reciente.
A la anterior Contralora General se le subió desorbitadamente el sueldo por el Gobierno saliente -¿pago anticipado del silencio que luego vendría?-, los ministerios otorgan plazas a hijos y familiares de auditores y jefes de la Contraloría como pago para que sean condescendientes con ellos y muchos extrabajadores, despedidos tras los cambios de Contralor van a “asesorar" oficinas del Estado. También han salido a la luz casos de connivencia entre la entidad contralora y algún funcionario ministerial. A través de la primera se envía un mensaje al contratista sobre la necesidad de avenirse a ciertas condiciones económicas o, de lo contrario, el informe no saldrá redactado en las condiciones esperadas.
El reclamo por depurar instituciones y terminar con la corrupción, ha dejado escapar el chequeo y exigencia a la Contraloría General de Cuentas ¡Un gran error! La institución permanece en silencio, prefiriendo que la población lance sus dardos hacia el Congreso o el Ejecutivo e ignora que son ellos quienes realmente tienen la misión constitucional de que el dinero se gaste correctamente, aunque hayan hecho la vista gorda o, como apunta algún caso, compartido espurios intereses con funcionarios corruptos.

No nos perdamos. El responsable último de las miserias económicas que como país padecemos por abusos de inescrupulosos políticos, se llama Contraloría General de Cuentas y hay que exigirle la responsabilidad pertinente de la omisión del momento actual pero también de la inacción hacia del pasado.

lunes, 7 de diciembre de 2015

La Superconsultora

“Las mentiras más crueles son dichas en silencio”

La sorpresiva salida de la CICIG de los abogados Ulate y Gamboa, ha desatado comentarios diversos. Uno, estuvo cinco años al frente de la Sección de información y análisis. El otro, laboró por ocho como coordinador legal en múltiples casos de alto impacto. Los dos conocen absolutamente toda la información que se maneja en la Comisión y cuentan, seguramente, con la más amplia red de contactos institucionales, sociales, jurídicos y policiales, amén de otras muchas cosas, como acceso a bases de datos restringidas.
Que se retiren de la CICIG y funden una empresa de servicios no debe de ser, por si mismo, motivo de escándalo ni crítica; es un trabajo privado más. El problema no radica ahí. La cuestión es si dos personas con amplio y detallado conocimiento de información sensible de seguridad y justicia pueden, de un día para otro y sin que medie un tiempo prudencial, constituir una consultora para atender o asesorar, precisamente, a quienes podrían ser (o eran) investigados por tal entidad. Otra razón de ser no cabe, por mucho que quieran justificarlo.
Varias hipótesis subyacen: La primera, que dejaron la CICIG porque externamente rentabilizan mejor sus conocimientos y capacidades, sin más consideraciones. La segunda, que fueron sacados de forma “políticamente correcta” (tal y como sucedió con Castresana, Dall´Anese y otros) al descubrirse algo que no gustó, como pudo ser la negociación mantenida por tiempo previa a la conformación de la sociedad actual o fuga de información, entre otras muchas cosas. La tercera, porque las investigaciones y acusaciones que mantienen en prisión a muchos políticos/funcionarios no se han hecho con la rigurosidad (o la legalidad) requerida y peligran los casos judiciales. En todas ellas subyace, al menos, algo común: la falta de ética; en algunas, además, pudiera visualizarse un delito. Sea como fuere, la crisis está planteada y la nueva “salida del tiesto” (del guacal en buen chapín) de personeros de la Comisión puede hacer temblar lo conseguido hasta la fecha y debilitar el maltrecho sistema judicial, dando pie a los jueces corruptos para que las decisiones se vuelvan a prostituir. Hay, sin embargo, quienes opinan que se elevará el nivel de discusión y acusación en tribunales ¡Ojalá así sea!
Sumado a la anterior, crece el rumor de que el propio Iván Velázquez abandonará la Comisión antes de la Semana Santa, lo que dejaría “huérfano” a un MP cuyas capacidades, después de años de CICIG, no se han incrementado al nivel deseado, quizá porque, como se aprecia en este caso, quedan retenidas para disfrute y beneficio personal o las adquieren fiscales que abandonan el cargo y se integran en esas empresas consultoras. El modelo de CICIG debe de replantearse y posiblemente tiene que dejar de ser un organismo autónomo y pasar a ser una Comisión asesora del MP, única forma de que realmente las capacidades permeen la estructuras del ente investigador, fin último del esfuerzo.
Es imposible pensar que los nuevos consultores, asociados con un empresario que evidentemente piensa rentabilizar su inversión, ignoren cuanto conocen o no utilicen su amplia red de contactos para asesorar a sus clientes. Además, su “especialidad estratégica” responde justamente con los temas que llevaban en la CICIG y eso representa una auténtica crisis para la Comisión Internacional. 
Aquí hay un problema sustancial y evidente -al menos- de falta de ética, muy probablemente una maniobra -aun sin complicidad de Ulate y Gamboa- de hundir el barco y/o un escándalo tapado al modo “internacional”, es decir, sin ruido ¡Al tiempo!