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lunes, 25 de julio de 2016

Lima-ficción

“El verdadero odio es el desinterés, y el asesinato perfecto es el olvido”

La justificación de que una reyerta carcelaria termine con la vida de varios internos y nadie sepa nada, la alimenta el destituido director del sistema penitenciario que declaró el pasado febrero: “vamos a tener los primeros resultados en menos de los cien días”; admitió no haber podido pasar lista en un centro de detención; al hacerlo descubrió que faltaban presos; ciertos reos son jefes de galería o bloque y requisas revelan que en las prisiones entra cualquier cosa. Endilgarle inmediatamente el crimen a El Taquero, además de una irresponsabilidad ministerial, fue un sospechoso señalamiento que pone en peligro la vida de aquel.
Las cárceles del país -como todas- tienen sectores repartidos entre presos o bandas. Espacios estancos en los que nadie interfiere porque el precio a pagar es muy alto y en los que cada cual mantiene el control. Una suerte de dominio consentido que sostiene el equilibrio inestable existente.
Si analiza información pública -dispersa en papel y en la web- observará que el MP cursó orden de detención  contra ciertas personas entre las que había alguien investigado -algunos- por el país del norte. Cuando aquello ocurrió, la preocupación y la decepción de ciertas agencias USA -también la solicitud de información sobre qué estaba pasando- fueron inmediatas porque acababan de echar por tierra procesos que allí se llevaban, tiempo de investigación y cargos documentados, por inesperadas detenciones aquí.
Los arrestos generaron desencanto con el proceder de la “justicia nacional” que, aunque actuaba correctamente y de buena fe, evadía la dirección norteamericana en material de narcopersecusión ¿Qué había pasado? De eso a que la Fiscal General se perdiera por un tiempo y se calmara el oleaje CICIG/MP apenas transcurrieron unos días. Procedía un llamado al orden, aclarar las cosas y reconducir el tema. Simultáneamente, un medio escrito nacional desviaba interesadamente la atención.
Pareciera ser que el señor Lima colaboraba (o tenía intención de hacerlo) con alguna de esas agencias, quizá de ahí el inexplicable e inmediato rumor del “periodista extranjero” asesinado y cómo algún forastero se dio por aludido. Tenía (o decía tener) información -videos/audios- que significaba la condena decisiva de alguien -o algunos- por asuntos relacionados con tumbes a narcotraficantes en el pasado reciente. Quizá una baza de Lima para salir de un recinto en el que, según muchos, no debería haber estado nunca porque no cometió el delito que se le imputó. Su testimonio podría ser clave para condenar a varios y evidenciarlos ante poderosos carteles mexicanos que seguramente querrían, en algún momento, cobrarse el adeudo. Desaparecido Lima, creyó, quienes así lo planificaron, que se perdía la evidencia condenatoria y se generaba un clima “más propicio” para sobrevivir dentro del sistema carcelario nacional. Se generó una crisis que exacerbó los ánimos de seguidores de Lima, puso en jaque al gobierno y promovió las distractoras y prefabricadas ideas de una reyerta o un crimen de estado. La carrera ahora es qué será primero: el asesinato de El Taquero -y caso cerrado-, la investigación y resolución por CICIG/MP sin presión interesada o el olvido de los hechos ¿Cómo suena Rosenberg!
Usted que vive el tráfico y sufre la ola de criminalidad, igual se conforma con la versión oficial de la trifulca. Yo que leo más ficción, gusto elucubrar y no soy amigo de las “conspiraciones”, porque lo simple me convence más, en esta ocasión las creo.
Con Lima asesinado casi “todos” ganan. Algunos más que otros, aunque los del Norte todo lo saben.


lunes, 18 de julio de 2016

El circulo vicioso

Un líder es un negociador de esperanzas (Napoleón)

El Presidente en funciones del BANGUAT reconoció desaceleración económica en el país. Unido a lo anterior, el informe de dicho banco sobre la confianza empresarial para el semestre venidero aclara que se ha perdido la credibilidad y eso incide en el cálculo económico al no poder predecir actuaciones que permitan planificar con suficiente garantía.
El país se ha manejado históricamente en un circulo vicioso, del que todos hemos formado parte. Un empresario -restaurante, hotel o exportador- que compra fruta, carne, café o palos de escoba, por poner varios ejemplos, acude, normalmente, a un intermediario que le consigue dichos productos en proveedores menores o detallistas, a quienes los adquiere sin factura porque aquellos no están dados de alta en la SAT. Una vez la mercancía en su poder, la traslada, formalizando la venta, al comprador final que los ofrece en su negocio o exporta.
En el proceso hay dos partes diferenciadas. La primera, no genera factura ni paga impuestos porque los proveedores están en la economía informal producto, en parte, del elevado costo de formalizarse. La segunda -en la legalidad- contribuye a la SAT con lo que corresponde en ley. Hay un punto de ruptura: el paso a la formalidad y la imposibilidad de justificarlo documentalmente porque no se recibieron facturas de quienes vendieron a granel. La factura especial palió el problema, pero también activó la picaresca.
La informalidad ha sido por años el punto débil del sistema fiscal, y los sucesivos gobiernos no han hecho absolutamente nada por arreglarlo ya que supone un altísimo costo electoral, fuerte rechazo social y promovería acciones que seguramente se tornarían violentas. Por su parte, a las empresas no les queda de otra que operar “como es normal”, forma permita por el poder político, aceptada por el judicial y promovida entre los ciudadanos. Vaya usted si no a un mercado o a la terminal y verá mover diariamente millones sin una sola factura que los sustente ni la SAT que se preocupe por atajarlo. Tiene dos opciones: no comprar y quedarse sin el producto o adquirirlo sin factura y cometer un “ilícito”. Lo trascendente es que todos hemos comprado ahí y nadie cuestiona el sistema porque además no hay otra alternativa.
La confrontación actual obedece, en parte, a una SAT que quiere llegar a sus metas recaudatorias porque de lo contrario la ley saca al superintendente y ese incentivo perverso -que habría que suprimir- lo hace actuar agresivamente para “permanecer en el cargo”. De otra, empresariados honestos que no confían en una institución que ha demostrado su ineficiencia e institucionalizado los apaños, razón por la que dos exsuperintendentes están en prisión, y otros deshonestos, mañosos y aprovechados.
Hay que sentarse a buscar soluciones sin más presión que hacer bien las cosas. Mediar, debería haber sido el papel que asumiera el Presidente Morales. Sin embargo, lejos de entender con claridad el circulo vicioso descrito, y su impacto social y económico, justifica en redes cómo “trabaja arduamente” o se dedica a repartir pupitres o medicinas donadas, cuando no marca marcialmente el paso. De ahí la percepción de reprobación de su gestión, cuyas encuestas fueron publicadas en este medio.
Se requiere liderazgo para hacer converger intereses y no quedarse tras las candilejas teatrales sin haber aprendido el guión. Esa pugna, entre recaudador y contribuyentes, no sirve para alcanzar los objetivos de saneamiento nacional ni promueve el crecimiento necesario, pero no nos engañemos: todos somos culpables.

¡Seamos sensatos y actuemos racionalmente!

lunes, 11 de julio de 2016

Sindicatos sindicados

Es hora de hablar sobre la corrupción de los sindicatos en este país

Los movimientos sindicales responden, teóricamente, a la necesidad de agrupar a trabajadores para negociar el salario y otros aspectos laborales con el empleador. Parten de la autoritaria premisa que el entendimiento es colectivo, no individual, y pasan tiránicamente sobre los derechos de cada quien a pactar el contrato que más le interese. Es la imposición de una mayoría -en ocasiones de una élite- que impide que cada persona pueda ejercer libremente su voluntad.
En su opresor devenir, aprendieron que como grupo de poder pueden asociarse a otros colectivos y  hacer concurrir esfuerzos que redunde en beneficio mutuo. Así, la historia, los ha emparejado, en todo el mundo, con partidos de izquierda tanto socialistas como comunistas, en una mancuerda en la que unos tomaban el poder con apoyo de los otros y estos últimos obtenían beneficios que trascendían al colectivo o se quedaban en la élite. Siempre, como no puede ser de otra forma, asumiendo los ciudadanos el costo de esas particulares y confidenciales transacciones gremiales.
En casos más perversos -el ejemplo nacional es buen modelo- los líderes sindicales se asociaron con “partidos políticos” corruptos o depredadores. Cada vez que un partido optaba al poder debía necesariamente pactar, gratificar o condescender con el sindicado y conceder prebendas, en ocasiones inimaginables, como ahora se descubre,  pagadas con dinero público.
La destitución judicial de un conserje del Congreso pone nuevamente el tema en el candelero. El hecho de que una persona que realizaba tal función, contratada a dedo, sin experiencia ni antigüedad, devengara un salario de más de USD2.000, evidencia el chantaje en las negociaciones de los pactos colectivos. Para colmo mayor, hay salarios que duplican y triplican la desorbitada cantidad citada, y todavía se pagan.
Es evidente que no se puede seguir así, y no es necesario ahondar en las razones. Hace falta una ley de servicio civil para todo el Estado y no cometer el error de que cada institución tenga la suya. El único empleador es el Estado, de ahí que la norma deba de ser general. En ella, hay que definir las competencias de los funcionarios públicos que por oposición accedan a las correspondientes plazas, el sistema de vacantes, ascensos y traslados y el salario que les correspondería, siendo igual para el mismo nivel, independientemente del destino. Debería, igualmente, detallarse pagas extras para posiciones de especial riesgo o dedicación.
Sin embargo pareciera que las cosas van por otro lado. El Congreso elabora “su ley” y así seguirán el resto de instituciones. Al final será un “reino de taifas” en el que cada soberano podrá negociar, de nuevo, a su voluntad, sin responsabilidad y derivar los costos al ciudadano, lo mismo que ahora ocurre y que hace que no haya presupuesto capaz de sostener el monto que representan esas espurias transas de las que ni nos enteramos.

Hay que ponerle termino a eso, y es el momento adecuado. Regulada la función publica, la discusión quedaría limitada al incremento anual, dejando de lado las componendas particulares, los privilegios y otros extremos como el chantaje, la violencia, la opresión y, en definitiva, el autoritarismo y el poder del liderazgo sindical. Algunos hablan de la “dificultad de cambios por haberse suscrito convenios internacionales”. Excusas salvables tal y como han hecho países que se han tomado el tema en serio. Lo que hay que hacer es actuar de una vez y desplazar a esa mafia dictatorial que pretende seguir con los privilegios que ciudadanos honrados les pagamos ¡Se acabó!

lunes, 4 de julio de 2016

De progres y chafas

“El mal de la calumnia es semejante a la mancha de aceite: deja siempre huellas”

La semana pasada estuvo abonada de progres que levantaron sus voces, y sus plumas, contra el Ejército. Nada original, obedece a una costumbre universal tropicalizada ¡La verdad es que me alegra que se haya retomado la discusión!, no por mis orígenes orgullosamente “chafas”, sino porque permite reflexionar sobre la institución armada y la tirria de los progres hacia ella.
Algunos conflictos han sido, históricamente, “culpa” de los ejércitos, pero en igual proporción, al menos, han sido los que han evitado. Desde que Clausewitz sentenciara que “la guerra es la continuación de la política por otros medios”, parece oportuno dejar de concentrarse en los uniformados y prestar más atención a abogados, ingenieros, doctores y otros profesionales que dirigen la política y promueven, en sintonía con el prusiano, los conflictos.
Ignoran los progres que hay militares guatemaltecos en Haití y en el Congo (ocho fueron asesinados) que realizan su trabajo con orgullo y pasión, algo no reconocido públicamente, por cierto. Olvidan los progres que hay soldados patrullando diariamente para mejorar la seguridad, lo mismo que hacen los “chafas” en París o en Roma (¡sociedades militarizadas por excelencia!), a pesar de que ciertas ONG,s europeas o insignes diplomáticos exigen sacarlos de las calles guatemaltecas, aunque eluden tan enfática retórica en sus países, en donde los aplauden por garantizarles la seguridad contra el terrorismo del EI. Omiten interesadamente la puntual ayuda y colaboración militar en todas las catástrofes que se producen en el país. Parecen desconocer que fue un general -también pendiente de reconocimiento- quien hizo posible la actual constitución que garantiza a los progres la libertad para despotricar de una institución que apoyó admirablemente el proceso de transición. Pasan por alto que el sistema democrático que dicen defender sustenta, con “inexplicables” estadísticas, cómo la mayoría de ciudadanos guatemaltecos apoyan y creen en la institución armada, aunque los progres despotriquen ruidosamente contra ella, lo que no les concede más razón.
Ningún colectivo, tampoco el Ejército, está exento de contrariedades o de integrantes que lo deshonren. El ejemplo más reciente es el expresidente Pérez Molina juzgado por delitos que arrojan el honor por la borda. Sin embargo, no es correcto, justo ni razonable, mancillar sistemáticamente instituciones porque algunos de sus integrantes no respondan a los valores esperados de ellos. De ser así, habría que ver en qué colegios estudiaron los políticos juzgados -o los reos- por qué universidades pasaron o cuáles son sus profesiones. Quizá con ese estudio comparativo se evidenciaría el atrevimiento, la estupidez o el interés oculto de quienes juzgan el todo por la parte.
Curioso que cuando los progres toman el poder se militarizan y nombran “Comandantes”, como el violador Ortega, el difunto golpista Chávez, el dictador Castro o más domésticos, como los integrantes de la guerrilla guatemalteca. De esos “chafarotes” no oigo comentarios, quizá porque son émulos que no dan la talla. Estoy convencido de que a los progres les gustan las marchas, la corneta y el tambor, pero quieren tocarlos ellos solos y les jode sobremanera que otros lo hagan ¡Me da que ahí radica la frustración no superada!

Quejumbrosos del desfile militar, los veremos seguramente marchar por las calles el 15SEP o el 1MAY (¡por la lucha social!) compartiendo procesión con los sindicalistas extorsionadores habituales. Del día feriado, sin embargo, seguro que no reniegan ¡Cosas de progres y sus eternos traumas!