Cuando el pasado año se anunció la candidatura del Dr. Espada, muchas voces se alzaron en contra de la misma. El argumento principal se sustentaba en cómo un doctor que llevaba tanto tiempo ausente del país y no contaba con experiencia política, podía resultar una buena opción. Poco o nada se ha dicho de la labor del vice en estos meses que ya apuntan al año.
Los cometidos del vicepresidente están detallados en el artículo 191 de la constitución política. Por si fuera poco, durante la campaña electoral manifestó que coordinaría ciertos programas sociales, especialmente los temas de sanidad, toda vez que contaba con una vasta experiencia. Sin embargo, a la fecha, además de viajar mucho y tener probada una facilidad de palabra que le hace arrepentirse o aclarar sus manifestaciones inmediatamente después, no hay resultados positivos de su gestión.
La coordinación de los ministros del gobierno la hace ella mejor que él y, como compensación, le hacen creer que viajando por el mundo participa en la formulación de la política exterior, otra de sus misiones, aunque como norteamericano el primer país que visitó fue Cuba, lo que podría haber entrado en conflicto con su ciudadanía y las restricciones que USA tiene para con la isla. Torpe el consejero, poco avizor o con muy mala leche.
Señor Espada, usted es un hombre de un historial profesional sobresaliente, muy brillante. Nunca le creí un político y sigo sin tener fe en ello, sin embargo, su carácter, su experiencia, su dedicación y valores más que demostrados, hicieron pensar a muchos que sería el bastión contra el que se estrellaría la avaricia y ambición de cualquier gobierno, cuando no la inoperancia y la desfachatez. En contra de esas esperanzas y de sus promesas, la salud, por ejemplo, presenta los mismos males sintomáticos que antes o incluso estamos peor. Usted ha permitido las tres (que no una) prórrogas al suministro de medicamentos que tanto criticó en la campaña y en la misma dirección interesada, la concesión de la provisión de servicios médicos especializados, eso por no poner sobre la mesa la aparición de medicamentos caducados contra el VIH y algunos millones sin auditar. Pareciera, don Rafael, que se ha acomodado y olvidado sus promesas, pero sobre todo la claridad y la dignidad con las que las hacía, me recuerda lo que al respecto decía Adam Smith: “Para los que se han acostumbrado a la posesión o incluso la esperanza de la admiración pública, todos los demás placeres se debilitan y decaen”.
No es necesario, señor vicepresidente, esperar más tiempo para tenerlo más claro, sobre todo después de la clavada de Portillo y otras peores que sin duda le esperan. Si usted sigue de grumete en ese barco que hace aguas, será igual de responsable que el resto por manipulación, populismo y falacia, cuando no de otras cosas más graves, recuerde que todo termina, hasta el mandato político. La renuncia no es de cobardes, todo lo contrario, hay que tenerlos muy bien puestos para mandar a paseo a quienes no cumplen o abusan, más si están cerca de uno y lo halagan o babosean, hay precedente histórico de ello. Mire usted, el historial de vida tarda años en hacerse pero se pierde en muy poco tiempo, como el honor y, especialmente a cierta edad, más vale honra sin barcos que a la inversa. Octubre es mes de revolución y el artículo 192 le da salida. Usted verá que hace.
Zapatero, a tus zapatos...y parece que es buen zapatero! Saludos ;)
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