El gobierno continúa apropiándose de la memoria de personas fallecidas en diferentes circunstancias y elevándolas a la categoría de héroes nacionales. Hacen homenajes, piden perdón público, distinguen a familiares y entorno y, de paso, se apuntan un tanto político con autoritario descaro y preocupante sesgo.
El conflicto armado interno, o como se quiera denominar, impactó en todo el país y en varias generaciones. Algunas personas fallecieron, otras quedaron mutiladas, muchas traumadas y la totalidad de la población sufrió, en mayor o menor medida, las consecuencias derivadas de cualquier enfrentamiento armado. Todos en esos largos años, sin excepción, fueron víctimas. Sin embargo, se identifica a algunos y se oculta al resto de forma terriblemente interesada. Continúan abriendo ataúdes de victimas “buenas” en un solo lado del cementerio. Las “malas”, siguen enterradas.
Muchos fueron soldados, no hablo de oficiales, sino de sencillos ciudadanos que prestaban su servicio militar en distintos lugares del país. Salieron de sus aldeas con las ilusiones de un veinteañero y el deseo de superarse, como otros muchos. Lamentablemente, también como otros, no regresaron. Dejaron padres desolados, hermanos tristes e incluso esposa e hijos huérfanos. Hoy casi nadie los recuerda excepto en comentarios críticos o incluso despectivos.
El primer fallecido del conflicto fue un militar, el subteniente Ruano. Luego hubo otros asesinados, como el coronel Oliva y su pequeño nieto, el coronel Villagrán y su ayudante, masacrados tras un discurso en la Fuerza Aérea al recibir a soldados fallecidos o el teniente coronel Ayuso muerto con un tiro de gracia. También civiles, como el embajador de los EEUU Gordon Mein de quien se cumplieron 40 años el pasado agosto o el embajador alemán Karl von Spreti, secuestrado y asesinado en 1970, después de escribir una memorable carta a su hijo Alessandro de doce años. Y muchos miles más. ¿Quién se ha acordado de ellos?. ¿Acaso son villanos?, o no cuentan con el grado de sacrificio y heroísmo de aquellos otros que el gobierno distingue.
Nos muestran muertos de primera y otros de segunda o tercera. A los primeros se les dignifica, a los segundos se las ignora y humilla. Quienes promueven estos actos ocupan cargos públicos y muchos estuvieron en el bando de aquellos que asesinaron a los ahora olvidados o rondaron por días algún helicóptero caído para ver si remataban a sus ocupantes. Son como los sepulcros blanqueados del evangelio de San Mateo: relucientes por fuera, pero llenos de podredumbre repugnante y vomitiva en su interior. Aprovechan su posición para parcializar los homenajes. Mientras, estimulan el discurso del perdón y del reconocimiento a las “victimas”, pero con tal sesgo que pierde toda su credibilidad y razón de ser. ¿Quién paga todo esto y de dónde procede el dinero?. ¿Qué costo tiene la propaganda?. ¿Dónde está la escasez de recursos?.
Los Tiempos de Solidaridad son pura charlatanería. Hay toda una estrategia de expoliación de la memoria histórica en beneficio propio y un rescate interesado del conflicto, lo que obedece a torcidas actuaciones con un grado de hipocresía sin precedentes que promueve el enfrentamiento, genera nuevos problemas y marca un derrotero peligroso. La manipulación de la historia, ahora que se comienza a desvelar tal cual fue, sigue siendo un objetivo prioritario de ciertos sectores que no terminan de aceptar el fracaso de sus equivocadas y trasnochadas ideas ni la responsabilidad de lo que hicieron. Mientras buscan y fabrican sus héroes, cada día muere más gente… y más… y más…¿Quién fomenta la desestabilización?.
Este es un blog personal donde se editan las columnas de opinion (y otras) que semanalmente publico en el diario PRENSA LIBRE de Guatemala. La idea es generar un espacio de debate y opinión con los lectores, de forma que la libertad de expresión sea en doble sentido.
lunes, 30 de marzo de 2009
lunes, 23 de marzo de 2009
¡Atención: firmes!
Sigue la cantaleta sobre quien tiene que entregar al juez los planes de campaña de las operaciones militares llevadas a cabo en los ochentas. El Ministro de la Defensa se presentó en el juzgado y no llevó toda la información solicitada, por lo que grupos de la sociedad civil le achacaron la falta de voluntad para entregar los mismos, a pesar de que el presidente hace como un año, si mal no recuerdo, dijo haber ordenado la entrega. ¿Qué está pasando?
Los Acuerdos de Paz recogían, entre otras muchas cosas, la necesidad de que la institución armada se sometiera al poder civil, entendido este como el poder político. Dicho de otra forma, el Ejército es una institución que depende del Presidente, algo que figura en la constitución, nunca se ha puesto en duda ni se ha cuestionado y así ocurre en la práctica a pesar de que algunos grupos reiteran continua y machaconamente el discurso sobre la necesidad de que sea el poder político quien controle a los militares.
Lo que no se dice claramente, y es el momento de reflexionar sobre ello, es que el poder político parece no estar en condiciones, ni tener voluntad alguna de controlar a las fuerzas armadas. Desconoce la esencia de la institución, su forma de funcionar, los principios que profesa y su idiosincrasia y no se ha preocupado de aprenderlo. Por si fuera poco, el desgaste que supondría ponerse al frente de la misma y echarse sobre los hombros determinadas responsabilidades, especialmente relativas a la modernización, a la seguridad y al pasado, ha hecho que todos los presidentes se sitúen al margen del liderazgo que los integrantes del Ejército esperaban de ellos.
¿Es culpa del Ministro de la Defensa no entregar los planes?, ¡no!. Si el presidente ejerciera su potestad de comandante en jefe, sencillamente tendría que ordenarle que los pusiera inmediatamente sobre la mesa. La inobservancia de la orden ameritaría la sanción correspondiente y el cese inmediato, cosa que podría hacer y para lo que tendría el apoyo necesario. Sin embargo, esa orden llevaría aparejada la responsabilidad de hacerlos públicos y poder ser acusado de revelación de secreto o de otras cosas. Parece entonces preferible huir del cumplimiento del deber y cambiar de nivel el problema que tener que vérselas con la justica y parte de la opinión pública, prefiriéndose que sea el Ministro el que acarree con las consecuencias.
Querían preeminencia del poder civil, ya la tienen, pero deben asumir que la inacción no es compatible con el ejercicio del mando y la responsabilidad y las consecuencias de las órdenes, efectos ineludibles de aquello que se manda. No parece correcto que refugiándose en el silencio que genera en las filas del Ejército el concepto de “obediente y no deliberante”, prefieran seguir culpándolo de no cumplir con su obligación, en vez de reclamarle al presidente, comandante supremo del mismo, que se deje de tonterías y que ordene lo que corresponda o de la cara si no piensa cumplir. ¡Ya está bien de escurrir el bulto! y, sobre todo, del uso demagógico del discurso político amañado, mientras se produce un desgaste premeditado de la institución que a muchos grupos conforta y satisface. Las órdenes, cuando existen, se cumplen y quien las emite asume la responsabilidad.
Señores militares, la obediencia no es óbice para cumplir con la lealtad de decir las cosas claramente a través de los correspondientes canales de información. Vivir en el engaño, no les es útil ni rentable, ni debe estar dentro de sus principios.
Los Acuerdos de Paz recogían, entre otras muchas cosas, la necesidad de que la institución armada se sometiera al poder civil, entendido este como el poder político. Dicho de otra forma, el Ejército es una institución que depende del Presidente, algo que figura en la constitución, nunca se ha puesto en duda ni se ha cuestionado y así ocurre en la práctica a pesar de que algunos grupos reiteran continua y machaconamente el discurso sobre la necesidad de que sea el poder político quien controle a los militares.
Lo que no se dice claramente, y es el momento de reflexionar sobre ello, es que el poder político parece no estar en condiciones, ni tener voluntad alguna de controlar a las fuerzas armadas. Desconoce la esencia de la institución, su forma de funcionar, los principios que profesa y su idiosincrasia y no se ha preocupado de aprenderlo. Por si fuera poco, el desgaste que supondría ponerse al frente de la misma y echarse sobre los hombros determinadas responsabilidades, especialmente relativas a la modernización, a la seguridad y al pasado, ha hecho que todos los presidentes se sitúen al margen del liderazgo que los integrantes del Ejército esperaban de ellos.
¿Es culpa del Ministro de la Defensa no entregar los planes?, ¡no!. Si el presidente ejerciera su potestad de comandante en jefe, sencillamente tendría que ordenarle que los pusiera inmediatamente sobre la mesa. La inobservancia de la orden ameritaría la sanción correspondiente y el cese inmediato, cosa que podría hacer y para lo que tendría el apoyo necesario. Sin embargo, esa orden llevaría aparejada la responsabilidad de hacerlos públicos y poder ser acusado de revelación de secreto o de otras cosas. Parece entonces preferible huir del cumplimiento del deber y cambiar de nivel el problema que tener que vérselas con la justica y parte de la opinión pública, prefiriéndose que sea el Ministro el que acarree con las consecuencias.
Querían preeminencia del poder civil, ya la tienen, pero deben asumir que la inacción no es compatible con el ejercicio del mando y la responsabilidad y las consecuencias de las órdenes, efectos ineludibles de aquello que se manda. No parece correcto que refugiándose en el silencio que genera en las filas del Ejército el concepto de “obediente y no deliberante”, prefieran seguir culpándolo de no cumplir con su obligación, en vez de reclamarle al presidente, comandante supremo del mismo, que se deje de tonterías y que ordene lo que corresponda o de la cara si no piensa cumplir. ¡Ya está bien de escurrir el bulto! y, sobre todo, del uso demagógico del discurso político amañado, mientras se produce un desgaste premeditado de la institución que a muchos grupos conforta y satisface. Las órdenes, cuando existen, se cumplen y quien las emite asume la responsabilidad.
Señores militares, la obediencia no es óbice para cumplir con la lealtad de decir las cosas claramente a través de los correspondientes canales de información. Vivir en el engaño, no les es útil ni rentable, ni debe estar dentro de sus principios.
lunes, 16 de marzo de 2009
Muertos y vivos
Un solo asesinado o desaparecido, una sola injusticia, sobre todo si cuesta una vida, debe ser suficiente para movilizar todas las fuerzas que permitan esclarecer lo ocurrido. Partiendo de esa base y no perdiendo de vista que sobre ella se construye esta reflexión, parece oportuno meditar al respecto.
En América Latina, y por supuesto en Guatemala, hay una importante movilización en la búsqueda de culpables de delitos cometidos en épocas de dictadura o conflicto, exigiéndoles responsabilidades por las personas que desaparecieron o fueron víctimas de agresiones y llevando ante el juez a los autores para su enjuiciamiento, lo que evidentemente se ajusta a derecho. De forma general, y sin entrar al análisis de situaciones puntuales, no se puede permitir que desde el gobierno, ejerciéndose además un poder despótico, se puedan violar los derechos de las personas y, mucho menos, atentar contra sus vidas.
Si sumamos los asesinados en el país desde 1997, llegamos a la cifra de 50 mil. Es decir, se cuentan más víctimas que en el mismo periodo del conflicto armado. Asesinados de forma violenta por robarles un celular; asesinados por conducir un bus; asesinados por ir manejando su carro y una extensa y macabra casuística. ¿A quienes acusaremos por todos estos crímenes?. ¿Quién será llevado ante el juez por incumplimiento de deber, negligencia o connivencia?. Clamamos al cielo por lo ocurrido y no movemos un dedo ni acusamos a nadie por lo que está pasando, refugiándonos en un triunfalismo sobre el pasado que tapa fracasos mucho mayores del presente. ¿Acaso vivir en democracia es razón suficiente para ignorar a las víctimas o diluir la responsabilidad?. ¿No podemos identificar a los culpables?.
Si un solo crimen es motivo para hacer un alto y buscar al autor, parece oportuno que hagamos lo mismo, independientemente del momento histórico que vivamos. Sin embargo, estamos ante una significativa pasividad y “aceptamos, permitimos o nos conformamos” con cuanto sucede.
Mirar hacia atrás es bueno, pero solo si somos capaces de tomar el control del presente y, muchos menos y más importante, exigir y tomar medidas para que no ocurra en el futuro. Demandamos justicia, pero si exigiéramos seguridad, arreglaríamos lo primero. ¿A qué están algunos interesadamente jugando?. Pareciera que las ideologías derrotadas y trasnochadas, siguen jugando un papel importante.
Si tenemos en cuenta la economía de medios y la lógica de actuación cuando se disponen de escasos recursos, pareciera que entre volcar las energías en desvelar el pasado o bien luchar para que no vuelva a ocurrir, habría que elegir esta última alternativa. Si es posible, llevemos las dos a la vez, pero ¿por qué cerrar los ojos ante lo que ocurre y no generar una estrategia preventiva sobre lo que está por venir?.
Es responsabilidad de todos, y especialmente de quienes integran organismos que promueven la búsqueda de la verdad, señalar a los culpables de no hacer lo que deben. Hay que investigar, acusar y si fuera preciso procesar a los que olvidan cuál es su principal función y no aplaudir la actuación triunfalista, un tanto sesgada y hasta cargada de cierta dosis de hipocresía, que se ancla en tiempos pretéritos. ¿Por qué limitarse a abrir las tumbas, por cierto siempre del mismo lado del cementerio, en lugar de evitar enterrar a nadie más?. Parece que hay momentos que tienen resonancia y otros no. Quienes gobiernan no son responsables del pasado, pero si del presente y del futuro y es necesario exigirles el cumplimiento de tal deber. ¿Venganza o justicia?. O ambas, una disfrazada de la otra.
En América Latina, y por supuesto en Guatemala, hay una importante movilización en la búsqueda de culpables de delitos cometidos en épocas de dictadura o conflicto, exigiéndoles responsabilidades por las personas que desaparecieron o fueron víctimas de agresiones y llevando ante el juez a los autores para su enjuiciamiento, lo que evidentemente se ajusta a derecho. De forma general, y sin entrar al análisis de situaciones puntuales, no se puede permitir que desde el gobierno, ejerciéndose además un poder despótico, se puedan violar los derechos de las personas y, mucho menos, atentar contra sus vidas.
Si sumamos los asesinados en el país desde 1997, llegamos a la cifra de 50 mil. Es decir, se cuentan más víctimas que en el mismo periodo del conflicto armado. Asesinados de forma violenta por robarles un celular; asesinados por conducir un bus; asesinados por ir manejando su carro y una extensa y macabra casuística. ¿A quienes acusaremos por todos estos crímenes?. ¿Quién será llevado ante el juez por incumplimiento de deber, negligencia o connivencia?. Clamamos al cielo por lo ocurrido y no movemos un dedo ni acusamos a nadie por lo que está pasando, refugiándonos en un triunfalismo sobre el pasado que tapa fracasos mucho mayores del presente. ¿Acaso vivir en democracia es razón suficiente para ignorar a las víctimas o diluir la responsabilidad?. ¿No podemos identificar a los culpables?.
Si un solo crimen es motivo para hacer un alto y buscar al autor, parece oportuno que hagamos lo mismo, independientemente del momento histórico que vivamos. Sin embargo, estamos ante una significativa pasividad y “aceptamos, permitimos o nos conformamos” con cuanto sucede.
Mirar hacia atrás es bueno, pero solo si somos capaces de tomar el control del presente y, muchos menos y más importante, exigir y tomar medidas para que no ocurra en el futuro. Demandamos justicia, pero si exigiéramos seguridad, arreglaríamos lo primero. ¿A qué están algunos interesadamente jugando?. Pareciera que las ideologías derrotadas y trasnochadas, siguen jugando un papel importante.
Si tenemos en cuenta la economía de medios y la lógica de actuación cuando se disponen de escasos recursos, pareciera que entre volcar las energías en desvelar el pasado o bien luchar para que no vuelva a ocurrir, habría que elegir esta última alternativa. Si es posible, llevemos las dos a la vez, pero ¿por qué cerrar los ojos ante lo que ocurre y no generar una estrategia preventiva sobre lo que está por venir?.
Es responsabilidad de todos, y especialmente de quienes integran organismos que promueven la búsqueda de la verdad, señalar a los culpables de no hacer lo que deben. Hay que investigar, acusar y si fuera preciso procesar a los que olvidan cuál es su principal función y no aplaudir la actuación triunfalista, un tanto sesgada y hasta cargada de cierta dosis de hipocresía, que se ancla en tiempos pretéritos. ¿Por qué limitarse a abrir las tumbas, por cierto siempre del mismo lado del cementerio, en lugar de evitar enterrar a nadie más?. Parece que hay momentos que tienen resonancia y otros no. Quienes gobiernan no son responsables del pasado, pero si del presente y del futuro y es necesario exigirles el cumplimiento de tal deber. ¿Venganza o justicia?. O ambas, una disfrazada de la otra.
domingo, 8 de marzo de 2009
Escenarios caribeños
¿Qué está ocurriendo en Cuba y en Venezuela?. ¿Por qué Chávez cambia a quince ministros al mismo tiempo que Castro lo hace con más de diez?. ¿Cuál fue el error que cometieron y por el que piden perdón Lage y Pérez Roque?.
Tras regresar Raúl Castro de su visita oficial a Rusia, o quizás es mejor decir de su encuentro con Putin ¿ex? KGB, y el consiguiente viaje rápido, sorpresivo y urgente, de Chávez a la isla, se produjo la reestructuración primero, del gobierno cubano y, posteriormente, del venezolano. Fueron cesados importantes altos funcionarios, entre ellos el secretario del Consejo de Ministros y el ministro de relaciones exteriores de la dictadura isleña, piezas claves por años, y también destacados chavistas.
¿Qué información compartieron Putin, Castro y Chávez que destapó toda esta debacle?. Un primer y más probable escenario, hace pensar que algunos funcionarios cubanos quisieron promover una transición en Cuba y tuvieron encuentros con personas de países “amigos”, lo que pudo provocar la ira del dictador hermano y prolongarse a la del venezolano al verse traicionado por sus dos mejores interlocutores. Esto no es nada nuevo, ya fue intentado por Aldana, Ochoa o Robaina, que vieron en la perestroika cubana la solución al castrismo. Todos fueron defenestrados, fusilados o empijamados.
¿Se prestaron Lage y Roque para buscar una solución negociada en el corto plazo y amarrar su futuro político y, de paso, subieron al carro a algunos ministros venezolanos?. Ello hubiese permitido generar una alternativa de cambio conjunto: Cuba-Venezuela, sustentada en personajes que ejercían y conocían el poder y que podían iniciar modificaciones del agrado de quienes están pensando, desde hace tiempo, que ya es el momento de reemplazar la nomenclatura cubana, último eslabón de la cadena evolutiva de la democracia latinoamericana y, antes de que sea tarde y peor, el régimen venezolano. Los calificativos de “traidor” y “ambicioso” que Fidel dedicó a los dos y la pronta dimisión hecha efectiva en sendas cartas casi idénticas, parece sustentar esta reflexión. Recordemos que muchos observadores están esperando la reacción del presidente Obama y su Administración en torno a cuál será la relación con Cuba y es posible que la próxima reunión con el presidente Lula sirva de catalizador al proceso.
Sin embargo, esa no es la única respuesta. Conocedores de la capacidad manipuladora y maquiavélica de la eterna dictadura de los Castro, pudiera ser que Lage, Roque y otros, dimisionarios del Comité Central del Buró político y del partido comunista cubano, puedan crear y promover una especie de “oposición” y de “alternativa” fantasma al poder absoluto actual, de forma que el régimen esté engañando la percepción externa y promoviendo un avance hacia una “democracia” controlada e inexistente, cuya alternativa sería la opción liderada por dos clásicos y convencidos comunistas cubanos, que llevan años sirviendo eficazmente al partido y a los hermanos. Lage sabe, conoce, es capaz, tiene carisma y experiencia. Es decir, es presidenciable y alternativa.
Será necesario esperar a ver la evolución de los acontecimientos y cómo se produce el reacomodo de todo este novelón, nunca mejor dicho, al mejor estilo venezolano. O estamos ciertamente asistiendo a una significativa divergencia desde arriba o el trío: dictador moribundo, gobernante a cargo y el zar tropical, quieren implementar una estrategia de engaño que les permita acometer su “reforma” sin que realmente cambie nada. Es preciso tomarse un tiempo, pero no perder la atención.
¡Por cierto!, a esos son a quienes visitan y condecoran nuestras autoridades.
Tras regresar Raúl Castro de su visita oficial a Rusia, o quizás es mejor decir de su encuentro con Putin ¿ex? KGB, y el consiguiente viaje rápido, sorpresivo y urgente, de Chávez a la isla, se produjo la reestructuración primero, del gobierno cubano y, posteriormente, del venezolano. Fueron cesados importantes altos funcionarios, entre ellos el secretario del Consejo de Ministros y el ministro de relaciones exteriores de la dictadura isleña, piezas claves por años, y también destacados chavistas.
¿Qué información compartieron Putin, Castro y Chávez que destapó toda esta debacle?. Un primer y más probable escenario, hace pensar que algunos funcionarios cubanos quisieron promover una transición en Cuba y tuvieron encuentros con personas de países “amigos”, lo que pudo provocar la ira del dictador hermano y prolongarse a la del venezolano al verse traicionado por sus dos mejores interlocutores. Esto no es nada nuevo, ya fue intentado por Aldana, Ochoa o Robaina, que vieron en la perestroika cubana la solución al castrismo. Todos fueron defenestrados, fusilados o empijamados.
¿Se prestaron Lage y Roque para buscar una solución negociada en el corto plazo y amarrar su futuro político y, de paso, subieron al carro a algunos ministros venezolanos?. Ello hubiese permitido generar una alternativa de cambio conjunto: Cuba-Venezuela, sustentada en personajes que ejercían y conocían el poder y que podían iniciar modificaciones del agrado de quienes están pensando, desde hace tiempo, que ya es el momento de reemplazar la nomenclatura cubana, último eslabón de la cadena evolutiva de la democracia latinoamericana y, antes de que sea tarde y peor, el régimen venezolano. Los calificativos de “traidor” y “ambicioso” que Fidel dedicó a los dos y la pronta dimisión hecha efectiva en sendas cartas casi idénticas, parece sustentar esta reflexión. Recordemos que muchos observadores están esperando la reacción del presidente Obama y su Administración en torno a cuál será la relación con Cuba y es posible que la próxima reunión con el presidente Lula sirva de catalizador al proceso.
Sin embargo, esa no es la única respuesta. Conocedores de la capacidad manipuladora y maquiavélica de la eterna dictadura de los Castro, pudiera ser que Lage, Roque y otros, dimisionarios del Comité Central del Buró político y del partido comunista cubano, puedan crear y promover una especie de “oposición” y de “alternativa” fantasma al poder absoluto actual, de forma que el régimen esté engañando la percepción externa y promoviendo un avance hacia una “democracia” controlada e inexistente, cuya alternativa sería la opción liderada por dos clásicos y convencidos comunistas cubanos, que llevan años sirviendo eficazmente al partido y a los hermanos. Lage sabe, conoce, es capaz, tiene carisma y experiencia. Es decir, es presidenciable y alternativa.
Será necesario esperar a ver la evolución de los acontecimientos y cómo se produce el reacomodo de todo este novelón, nunca mejor dicho, al mejor estilo venezolano. O estamos ciertamente asistiendo a una significativa divergencia desde arriba o el trío: dictador moribundo, gobernante a cargo y el zar tropical, quieren implementar una estrategia de engaño que les permita acometer su “reforma” sin que realmente cambie nada. Es preciso tomarse un tiempo, pero no perder la atención.
¡Por cierto!, a esos son a quienes visitan y condecoran nuestras autoridades.
lunes, 2 de marzo de 2009
Bola...., de cristal
Llevamos más de un año de gobierno, sin embargo no hay una sola política pública que se pueda tomar como tal. No hay plan en Comunicaciones e Infraestructura. Tampoco en Salud Pública, salvo la tercera prórroga de concesiones a los proveedores de siempre y ahora la apertura a las vacunas. En Seguridad y Defensa, ya han orado a todos los dioses y hasta las iglesias le han hecho la tarea, sin que se vean mejoras (nuevamente hay que esperar hasta junio). En Educación todo se ha reducido a congelar el cumplimiento de la sentencia de JA y a vendernos la idea de que hay escuelas nuevas y en condiciones: las fotos ya mostraron la realidad. La vivienda y el empleo que ofrecieron por miles, no aparecen ni por unidades. Las cárceles, puros centros de ocio y entretenimiento. Los muertos, en incremento exponencial. Y así, puede auscultar los planes de gobierno en el tiempo que llevamos, o en el que se avecina, y verá el vacío como contenido. Simplemente nos engañaron. Ni hubo, ni hay, ni habrá.
La única preocupación del gobierno, con excesivo afán e interés, ha sido contar con dinero público para gastar a su capricho. Vimos una marcada presión y negociaciones a cualquier precio con tal de que se levantaran los candados que había al mayor presupuesto de la historia y a la contratación de nueva deuda. Una vez logrado, se alcanzó el objetivo. Durante 2009 continuarán gastando a manos llenas en programas ineficientes y no sometidos a la Controlaría, como ya su titular dejó claro. A pesar del discurso de la trasparencia, la opacidad es la norma y, con cualquier pretexto, seguridad incluida, niegan el destino de los fondos que se manejan por personas que no pueden ser fiscalizadas. Cuando se pide información, sencillamente no se da y todos los financistas cuentan con descarados favoritismos que les reintegran sus inversiones. La propaganda del régimen se encarga de hacernos ver lo contrario.
Atención. El partido en el poder cuenta con una infraestructura local que ya hemos visto como moviliza interesadamente personas para apoyar “espontáneamente” actividades de gobierno. El descomunal despilfarro en programa “sociales” termina comprando la voluntad de aquellos a los que se destina. Finalmente, el proyecto de ley de lugares sagrados, ofrecerá a las comunidades indígenas un discurso que, solapadamente, no es otra cosa que la legalización de la expropiación. Se armó la masa social para la siguiente fase.
En 2010/2011, se convocará un referéndum que promoverá algunas reformas constitucionales “necesarias” e interesadas y, de camino, es posible que empaqueten el tema de Belice. ¿Qué cambios se propondrán y para qué?.¿Quién cree usted que se postulará ?. ¿Cuál será el resultado del referéndum con el despliegue arriba indicado?.
Conclusión. Están mirando al Sur y aprendiendo lo que hacen. La visita a Cuba no es circunstancial, ni el acercamiento a Chávez, tampoco. ¿Cree que los políticos hacen el ridículo gratuitamente?. Se equivoca. Todo tiene un fin, un propósito, y hay un encadenamiento lógico y secuencial que dejamos de ver por ese optimismo enfermizo que nos caracteriza. En 2013/2015 nos estaremos quejando de la opresión, de los años que llevan en el poder, de las propiedades perdidas, de las empresas nacionalizadas, de la reducción en la calidad de vida y de la escasez. O, muy probablemente, no nos quejaremos de nada, porque no habrá libertad de expresión o estaremos muertos o exiliados.
Ellos seguirán riendo nuestra incapacidad de reacción, nosotros lamentando nuestra desgracia. Esta historia no es nueva, pero parece que no la aprendemos. ¿Bola?.
La única preocupación del gobierno, con excesivo afán e interés, ha sido contar con dinero público para gastar a su capricho. Vimos una marcada presión y negociaciones a cualquier precio con tal de que se levantaran los candados que había al mayor presupuesto de la historia y a la contratación de nueva deuda. Una vez logrado, se alcanzó el objetivo. Durante 2009 continuarán gastando a manos llenas en programas ineficientes y no sometidos a la Controlaría, como ya su titular dejó claro. A pesar del discurso de la trasparencia, la opacidad es la norma y, con cualquier pretexto, seguridad incluida, niegan el destino de los fondos que se manejan por personas que no pueden ser fiscalizadas. Cuando se pide información, sencillamente no se da y todos los financistas cuentan con descarados favoritismos que les reintegran sus inversiones. La propaganda del régimen se encarga de hacernos ver lo contrario.
Atención. El partido en el poder cuenta con una infraestructura local que ya hemos visto como moviliza interesadamente personas para apoyar “espontáneamente” actividades de gobierno. El descomunal despilfarro en programa “sociales” termina comprando la voluntad de aquellos a los que se destina. Finalmente, el proyecto de ley de lugares sagrados, ofrecerá a las comunidades indígenas un discurso que, solapadamente, no es otra cosa que la legalización de la expropiación. Se armó la masa social para la siguiente fase.
En 2010/2011, se convocará un referéndum que promoverá algunas reformas constitucionales “necesarias” e interesadas y, de camino, es posible que empaqueten el tema de Belice. ¿Qué cambios se propondrán y para qué?.¿Quién cree usted que se postulará ?. ¿Cuál será el resultado del referéndum con el despliegue arriba indicado?.
Conclusión. Están mirando al Sur y aprendiendo lo que hacen. La visita a Cuba no es circunstancial, ni el acercamiento a Chávez, tampoco. ¿Cree que los políticos hacen el ridículo gratuitamente?. Se equivoca. Todo tiene un fin, un propósito, y hay un encadenamiento lógico y secuencial que dejamos de ver por ese optimismo enfermizo que nos caracteriza. En 2013/2015 nos estaremos quejando de la opresión, de los años que llevan en el poder, de las propiedades perdidas, de las empresas nacionalizadas, de la reducción en la calidad de vida y de la escasez. O, muy probablemente, no nos quejaremos de nada, porque no habrá libertad de expresión o estaremos muertos o exiliados.
Ellos seguirán riendo nuestra incapacidad de reacción, nosotros lamentando nuestra desgracia. Esta historia no es nueva, pero parece que no la aprendemos. ¿Bola?.