Un solo asesinado o desaparecido, una sola injusticia, sobre todo si cuesta una vida, debe ser suficiente para movilizar todas las fuerzas que permitan esclarecer lo ocurrido. Partiendo de esa base y no perdiendo de vista que sobre ella se construye esta reflexión, parece oportuno meditar al respecto.
En América Latina, y por supuesto en Guatemala, hay una importante movilización en la búsqueda de culpables de delitos cometidos en épocas de dictadura o conflicto, exigiéndoles responsabilidades por las personas que desaparecieron o fueron víctimas de agresiones y llevando ante el juez a los autores para su enjuiciamiento, lo que evidentemente se ajusta a derecho. De forma general, y sin entrar al análisis de situaciones puntuales, no se puede permitir que desde el gobierno, ejerciéndose además un poder despótico, se puedan violar los derechos de las personas y, mucho menos, atentar contra sus vidas.
Si sumamos los asesinados en el país desde 1997, llegamos a la cifra de 50 mil. Es decir, se cuentan más víctimas que en el mismo periodo del conflicto armado. Asesinados de forma violenta por robarles un celular; asesinados por conducir un bus; asesinados por ir manejando su carro y una extensa y macabra casuística. ¿A quienes acusaremos por todos estos crímenes?. ¿Quién será llevado ante el juez por incumplimiento de deber, negligencia o connivencia?. Clamamos al cielo por lo ocurrido y no movemos un dedo ni acusamos a nadie por lo que está pasando, refugiándonos en un triunfalismo sobre el pasado que tapa fracasos mucho mayores del presente. ¿Acaso vivir en democracia es razón suficiente para ignorar a las víctimas o diluir la responsabilidad?. ¿No podemos identificar a los culpables?.
Si un solo crimen es motivo para hacer un alto y buscar al autor, parece oportuno que hagamos lo mismo, independientemente del momento histórico que vivamos. Sin embargo, estamos ante una significativa pasividad y “aceptamos, permitimos o nos conformamos” con cuanto sucede.
Mirar hacia atrás es bueno, pero solo si somos capaces de tomar el control del presente y, muchos menos y más importante, exigir y tomar medidas para que no ocurra en el futuro. Demandamos justicia, pero si exigiéramos seguridad, arreglaríamos lo primero. ¿A qué están algunos interesadamente jugando?. Pareciera que las ideologías derrotadas y trasnochadas, siguen jugando un papel importante.
Si tenemos en cuenta la economía de medios y la lógica de actuación cuando se disponen de escasos recursos, pareciera que entre volcar las energías en desvelar el pasado o bien luchar para que no vuelva a ocurrir, habría que elegir esta última alternativa. Si es posible, llevemos las dos a la vez, pero ¿por qué cerrar los ojos ante lo que ocurre y no generar una estrategia preventiva sobre lo que está por venir?.
Es responsabilidad de todos, y especialmente de quienes integran organismos que promueven la búsqueda de la verdad, señalar a los culpables de no hacer lo que deben. Hay que investigar, acusar y si fuera preciso procesar a los que olvidan cuál es su principal función y no aplaudir la actuación triunfalista, un tanto sesgada y hasta cargada de cierta dosis de hipocresía, que se ancla en tiempos pretéritos. ¿Por qué limitarse a abrir las tumbas, por cierto siempre del mismo lado del cementerio, en lugar de evitar enterrar a nadie más?. Parece que hay momentos que tienen resonancia y otros no. Quienes gobiernan no son responsables del pasado, pero si del presente y del futuro y es necesario exigirles el cumplimiento de tal deber. ¿Venganza o justicia?. O ambas, una disfrazada de la otra.
Usted escribió: "Mirar hacia atrás es bueno, pero solo si somos INCAPACES de tomar el control del presente y...". ¿No era CAPACES?
ResponderEliminarPor lo demás, me parece que de nada sirve revolver el barro donde están enterrados los hechos del pasado. En nuestras circunstancias, lo mejor será enfrentarnos a la realidad que impera HOY. Y las intensas oleadas de crimen, pienso yo, se podrían reducir increíblemente por dos formas: legalizando drogas y legalizando armas.
Drogas: porque entonces se desbarataría el control oculto que tienen los narcotraficantes sobre la sociedad.
Armas: porque de nada sirve que el ciudadano común no pueda acceder a un arma para defenderse cuando tantos criminales portan armas de manera ilegal y pueden usarla en contra nuestra.
¿Me equivoco?
Para mientras, se hacen "depuraciones" en la policía y nuestros ministros (hablo del señor Gándara en Gobernación) no se preocupan en promover soluciones de fondo.
Lo que sorprende es la pasividad de la sociedad ante este dilema, donde el Estado por mandato constitucional esta obligado a tomar acciones -antes que nada- para proteger la integridad física de los "vivos"... Quizá cabe traer a colación la cita de Ghandi cuando mencionaba que "Lo más atroz de las cosas malas de la gente mala es el silencio de la gente buena", me permitiría sustituir "gente mala" por "gobiernos malos"... muy oportuno tu artículo. Saludos. Uriel Herrera
ResponderEliminarGracias Luis..., fue un error, correguido.
ResponderEliminarCiertamente asi ocurren las cosas. No se le presta la atención ni se es capaz de salir del bote de pensamiento en el que andan metidos.La legalización cambiaría muchos parametros, pero no se atreven. como decia Tocqueville, se quedan con el pensamiento de la masa, antes que verse aislados por pensar diferente. Mientras, los problemas no se arreglan. Su objetivo es otro, no arreglar ninguna cosa. Pedro
Amigo Uriel..., quieren tapar el sol con un dedo... siempre de la mano izquierda y lleno de basura. Es decir, se escudan en exitos del pasado y son incapaces de enfrentar los retos para los que fueron elegidos. Esta es la nueva ola de gobiernos vengativos, pero ineficientes en su labor... ?quien los juzgara a ellos?. Saludos. Pedro
ResponderEliminarSi se me permite, D. Pedro, sus respuestas con el hígado han empañado un artículo que a mí me pareció escrito con el cerebro y en el que sin duda puso usted también el corazón. Una lástima, se lo digo con todos mis respetos. Reciba un sincero saludo.
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