lunes, 11 de enero de 2010

A dos años del final

“El hombre doctrinario (man of system), en cambio, se da ínfulas de muy sabio y está casi siempre tan fascinado con la supuesta belleza de su proyecto político ideal que no soporta la más mínima desviación de ninguna parte del mismo. Pretende aplicarlo por completo y en toda su extensión, sin atender ni a los poderosos intereses ni a los fuertes prejuicios que puedan oponérsele. Se imagina que puede organizar a los diferentes miembros de una gran sociedad con la misma desenvoltura con que dispone las piezas en un tablero de ajedrez. No percibe que las piezas del ajedrez carecen de ningún otro principio motriz salvo el que les imprime la mano, y que en el vasto tablero de la sociedad humana cada pieza posee un principio motriz propio, totalmente independiente del que la legislación arbitrariamente elija imponerle. Si ambos principios coinciden y actúan en el mismo sentido, el juego de la sociedad humana proseguirá sosegada y armoniosamente y muy probablemente será feliz y próspero. Si son opuestos o distintos, el juego será lastimoso y la sociedad padecerá siempre el máximo grado de desorden.
Para dirigir la visión del estatista puede indudablemente ser necesaria una idea general, e incluso doctrinal, sobre la perfección de la política y el derecho. Pero el insistir en aplicar, y aplicar completa e inmediatamente y a pesar de cualquier oposición, todo lo que esa idea parezca exigir, equivale con frecuencia a la mayor de las arrogancias. Comporta erigir su propio juicio como norma suprema del bien y del mal. Se le antoja que es el único hombre sabio y valioso en la comunidad y que sus conciudadanos deben acomodarse a él, no él a ellos. Ésta es la razón por la cual los príncipes soberanos son con diferencia los más peligrosos de los teóricos políticos. Dicha arrogancia les es totalmente familiar. No abrigan dudas sobre la inmensa superioridad de sus opiniones. Por consiguiente, cuando estos reformadores imperiales y regios condescienden a contemplar la constitución del país confiado a su gobierno, rara vez descubren en ella nada peor que los obstáculos que en ocasiones opone a la ejecución de su propia voluntad. Menosprecian la divina máxima de Platón y consideran que el estado está hecho para ellos, no ellos para el estado. De ahí que el principal objetivo de sus reformas sea remover dichos obstáculos, reducir la autoridad de la nobleza, eliminar los privilegios de ciudades y provincias, y lograr que tanto los individuos y los grupos más importantes del estado como los más débiles e insignificantes sean igualmente incapaces de oponerse a sus dictados.” (Adam Smith. La Teoría de los Sentimientos Morales. 1759).
Y, sin embargo, 250 años después, a pesar de la continua queja de los 500 años de opresión, siguen sin aprender nada ni toman nota de que el fracaso permanente es exclusivo producto de su prepotencia, cuando no manifiesta incapacidad. Creen saberlo todo e incluso son tan osados que consideran pueden pensar y decidir lo que es “bueno” para los demás, eso sí, sin consultarles vaya a ser que descubran que los demás no tienen ningún interés en que nadie decida por ellos. A fin de cuentas, pobres diablos…., que cada día nos hacen más pobres. ¡Todo un canto a la irresponsabilidad!.
En el caso nacional, la foto cursi, la pose amorosa y las magdalenas “regaladas” con dinero público, un evento digno del tercermundismo más patente. ¡Cómo nos van a tomar en serio!.

2 comentarios:

  1. La victimización es nuestro muro, es de lo que se aprovechan los hipócritas; esos que piensan que los ciudadanos son solo piezas. Saludos Chapines.

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