La salida del Ministro Argueta por desobedecer la sentencia de la CC de entregar la información completa de MIFAPRO, deja entrever cosas preocupantes ya evidenciadas. Bien por el poder judicial que hizo valer la orden, primera piedra de un Estado de Derecho, pero lastimoso el cinismo de quien declara: “cumpliré al pie de la letra la resolución emanada de la Corte”, cuando precisamente la destitución es producto de una transgresión manifiesta a un fallo de aquella. Queda más claro quién manda en este país, aun sin haber sido votada. Y si hay que sacrificar parte del gobierno no preocupa porque el fin último de quien ordena y dispone, es seguir con la manipulación y el nepotismo que maneja por encima de cualquier clima de legalidad, decencia, honestidad y principios básicos de democracia. La prueba: el Ministro entrante reiteró la entrega de datos de forma incompleta. Cada día se esmeran más por mentir o decir las verdades a medias que es mucho más peligroso y descarado.
Aprovechando el ruido, también salieron los Ministros de Agricultura y de Gobernación, ambos acusados de mal manejo de fondos públicos o convocatorias poco claras. Un escándalo ha servido para diluir otras ineptitudes, actitudes delictivas o crisis de Gobierno. En Educación, la firma del pacto con el magisterio es un imposible, porque no hay dinero para pagar lo prometido y eso será la punta de lanza para proseguir con el discurso del pacto fiscal. En Gobernación tendremos un ministro que veremos si promueve la información transparente o usa técnicas periodísticas para maquillarla que era la preocupación del poder real de este país. Lo de siempre: nula capacidad de generar políticas públicas en ninguna de las áreas de gobierno y continuar promoviendo fricción, además de no asumir responsabilidades ni reconocer el patente fracaso suficientemente constatado.
Seguimos con la estrategia regional de ignorar la división e igualdad de poderes que la teoría montesquiana implementó hace años y sobre la que se sustenta la democracia moderna que deseamos. El gobierno en la sombra no está dispuesto a acatar nada que no provenga de su propia cosecha. Venden entelequias como la transparencia y la honestidad cuando no están por la labor de cumplir mínimamente ni la una ni mucho menos la otra. Estamos al borde del bochinche porque la desobediencia a sentencias casadas y firmes o a leyes vigentes son práctica frecuente en alcaldías y ministerios. De eso a estar como en Honduras o Nicaragua no hay un abismo como el que los más optimistas auguran ni mucho menos el imposible que los soñadores proclaman.
Es lamentable que quienes debieran dar lecciones de legalidad se pasen esta por la bragadura. No tienen vergüenza para exigir ningún pacto fiscal ni reforma tributaria cuando todos los días salen escándalos documentados donde magistrados, diputados o personas del gobierno malogran fondos y aquí no pasa nada. Esos gestos requieren de medidas urgente y rápidas, entre ellas la manifestación continua de la indignidad publica, del inconformismo con ese tipo de actitudes, del rechazo de la prepotencia, del respeto a la justicia y de asumir, de una vez por todas, que o hacemos algo o no la van a terminar clavando mucho más que hasta la fecha. Hemos caído en un espacio donde el cinismo de algunos ha sobrepasado los límites de la más sufrible de las paciencias.
¿Qué le queda?. Bueno, puede llorar por más tiempo o ponerse de una vez los pantalones.
¡Compartó tu opinión! Ahora bien... ¿cómo nos "ponemos los pantalones"? La impresión que tengo es que este Gobierno nos está lanzando miles de cortinas de humo simultáneamente, para, cuando todos estemos ocupados defendiendo nuestra paupérrima democracia, ellos salgan con algo tan inesperado que no tendremos tiempo de reaccionar. Como en alguna ocasión me dijo Armando Valladares: "los chapines no se están dando cuenta de lo rápido que el Gobierno de Colom los está llevando al totalitarismo..." Escuchando a doña Sandra en sus diarias apariciones en televisión, no puedo dejar de hacer comparaciones entre sus radicales discursos y Chávez. Así que, por favor, dinos cómo detenemos esto.
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