lunes, 6 de septiembre de 2010

Cascarón de huevo

Vivimos preocupantes momentos. Los hacedores políticos han construido una fachada de aparente gestión pública tras la cual nunca hubo nada o casi nada, para que los más optimistas y sensibles no se vean afectados en su percepción y entusiasmo. Ministerios vacíos de contenido, sin planes, sin programas ni mucho menos estrategias. Contrariamente o lo que debiera ser, algunas estructuras paralelas son las que manejan el presupuesto asignado a aquellos que sistemática y descaradamente lo trasladan al famoso saco financiero sin fondo de Cohesión Social, desde donde han reparado caminos, distribuido bolsas de comida, creado comedores solidarios y hasta promovido clínicas móviles, cuando no repartido juguetes, zapatitos color fresa, muñequitas meonas o cubiletes con la imagen del gobernante y de su esposa, por no hablar del fiasco aquel de ¡vamos a la playa! o el otro de ¡limpiemos el lago! Todo con un único objetivo, pocos logros, manifiesta ineficiencia y nula trasparencia.
Alimentan y sostienen un gobierno ilegal en la sombra que derrocha los recursos públicos bajo el argumento jurídico de no poder fiscalizarlos porque no son, precisamente, un ente gubernamental. Todo un interesado juego de palabras que sirve para hacer la fiesta política de quienes lo controlan con sus desconocidos, pero cada vez más visibles, intereses políticos y electorales. Promueven y alientan presupuestos sin candados que hace posible gastos con dudosos fines y sin inspección ni control, algo que ha caracterizado, desde el principio, a esta Administración a pesar de haber creado algunas inútiles y fracasadas entidades para querer demostrar lo contrario.
Pareciera, también, haber marcado interés en generar tensión al suspender los pagos a los funcionarios públicos con el argumento de que no hay dinero, mientras algunos Ministros trasladan fondos millonarios a Cohesión Social y argumentan no tener efectivo para atender proyectos propios, por lo que muchas consultas de hospitales han sido cerradas, por no citar el deplorable estado de las carreteras, la infraestructura destruida o las deprimentes escuelas públicas ¡De seguridad, ni hablemos! Todo un desastre de gestión política, aunque culpan a Agatha o a las pertinentes lluvias, ¡como si en otros lugares del mundo no lloviese! Se han atrincherado en el discurso que promueve, sustenta y justifica la mediocridad, la inacción o la incapacidad y lo publicitan con todo lujo de medios ¡Para eso si hay dinero!, al igual que para promover grupos de manifestantes profesionales que les hacen el trabajo sucio y confrontativo.
Solo queda esperar unos meses finales de año plenos de actividades promotoras de confusión que parece ser la única propuesta de algunos. Miedo hobbesiano que engendre apáticos ciudadanos y justifique el ejercicio de la violencia desde el poder o el fomento de la anarquía que sostiene el autoritarismo de pequeños y descontrolados grupitos que hacen cuanto les viene en gana (véase USAC). El Presidente se queja frecuentemente del miedo que tiene a un golpe de estado, sin reparar ni mucho menos admitir y reconocer que el complot pareciera que se oficializa más cada vez, pero justamente contra el indefenso ciudadano. El aparente temor del mandatario nunca tiene fundamento ni pruebas. No hay ningún hecho que lo sustente y solo queda suponer que es producto de su frenesí. Por el contrario, de la penuria jurídica, económica, de infraestructura y desgobierno que padecemos, entre otras, cada día hay más pruebas que se pueden constatar.
Solo queda el cascarón pero se desconoce donde están realmente los huevos ¿O estos eran los de la “inteligencia”? ¡Realmente, ya no me recuerdo!

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