El Ministro de Gobernación declaró recientemente: “que no se puede pensar sólo en seguridad”. Escuchar esas palabras amerita algunos comentarios y consideraciones, además de ser preocupantes y poco esperanzadoras. No se focaliza, como debiera, en su tarea de seguridad, sino que está pensando en otras áreas de gobierno, lo que le permite aquella afirmación que también le sirve para justificar el desvío presupuestario que comenta. Emplea el tecnicismo de que “no se hacen transferencias sino que se ceden espacios presupuestarios”, para argumentar que decide quedarse sin Q567 millones, cuando su departamento es uno de los menos eficaces, más cuestionados, carga con cerca de seis mil cadáveres anuales y en torno a cien delitos diarios denunciados. Es como aquel gringo a quien le pregunté cual era la diferencia entre delete y erase y, tras poner cara de desconcertado, me contestó: la verdad no lo sé, pero te puedo asegurar que en ambos casos se borra todo. Es decir, con una u otra justificación, el dinero no estará nunca disponible para atender los desafíos pendientes.
El Ministro Menocal “piensa” como si fuera presidente o le hace el juego a su jefa. Mira problemas generales, en lugar de centrarse en los suyos y buscarles remedio, aparentando ser tan comprensivo con médicos y maestros que cede su techo presupuestario para gremios con desconocidos propósitos. Si hubiese ido a algún entierro de los asesinados a diario se habría dado cuenta que debería velar más porque su ministerio cuente con los medios necesarios para combatir la violencia y que, en su caso, el Ministerio de Educación o el de Sanidad no deben inquietarle mientras en el suyo no solucione las enormes y preocupantes dificultades con que cuenta, o bien puede prescindir de su escolta y de su carro blindado para ser consecuente con lo que dice: ¡mira lo que hago y no lo que digo!
Patrullas que no se emplean, fueron compradas hace un año, están aparcadas y todavía sin rotular, ¡emplee ahí el dinero!; se intenta, ¡por cuarta vez!, construir una cárcel de máxima seguridad, ¡emplee ahí el dinero!; el presidente se desgañita pidiendo una reforma fiscal para que tengamos seguridad porque necesita más presupuesto, ¡emplee ahí el dinero!; las motos de la policía son incapaces de seguir delincuentes porque son pocas, malas o no tienen para gasolina, ¡emplee ahí el dinero; se cuestiona el bajo salario de los funcionarios policiales, ¡emplee ahí el dinero; las comisarías adolecen de lo básico para un desempeño profesional decente, ¡emplee ahí el dinero!; los dormitorios policiales son indignantes, ¡emplee ahí el dinero! Y así podríamos seguir recordándole múltiples lagunas en el desempeño de su deber, la mayoría “justificadas por el bajo presupuesto” con el que dice contar, aunque decide reducir su techo presupuestario en beneficio de otros, cuando esa no es su misión ni de quien desde la sombra exige recursos para Cohesión Social.
Cada vez que usted niega el uso de los fondos que le fueron asignados y aparece un cadáver, su conciencia le debería reclamar desde el fondo de su alma. Este año, que ustedes han calificado de exitoso en su gestión, “únicamente” han asesinado (según sus datos) a 5960 personas. Dígales a sus familias que redujo su techo presupuestario porque los maestros, los médicos, los peludos o la señora se lo pidieron. Al menos sea honesto con ellos ¿Cuáles serán los comentarios de doña Helen Mack?, porque no se puede estar “en misa y repicando”, tal cual el dicho sentencia.
Este es un blog personal donde se editan las columnas de opinion (y otras) que semanalmente publico en el diario PRENSA LIBRE de Guatemala. La idea es generar un espacio de debate y opinión con los lectores, de forma que la libertad de expresión sea en doble sentido.
lunes, 31 de enero de 2011
lunes, 24 de enero de 2011
El perito
Tengo en mis manos un dictamen pericial firmado por el director general del ente gubernamental radiodifusión y televisión nacional, Carlos Enrique Morales Monzón, que obedece a un requerimiento judicial que le hicieran. En el mismo, le solicitan que haga “un peritaje de medios de comunicación” para determinar si hubo campaña de desprestigio contra: CICIG, MP, Comisionado Castresana, jueza Galicia y otros; si se realizó campaña mediática a favor de los hermanos Valdés y que establezca el lenguaje utilizado y las expresiones manifestadas en las publicaciones objeto de análisis. El “perito” elabora su informe en apenas tres días de fin de semana (del 7 al 9 de enero) y, con el análisis de nueve columnas de opinión (dos mías) y un video, llega a conclusiones que, cuanto menos, pueden ser tildadas de atrevidas, osadas, tendenciosas y falsas. No se puede hacer un peritaje de medios -mi “experto” e imprudente funcionario público- sin contar con la radio, la TV, toda la prensa escrita y muchos más, pero usted, intrépido “periodista”, lo hace con ese exiguo material: ¡torero!
Al leer el “análisis” se aprecia como recurre frecuentemente a las escuchas telefónicas, a facturas de cierto periodista o a declaraciones testimoniales del MP que le proporcionaron. Me pregunto, ¿qué tiene que ver eso con el análisis mediático que le solicitan? Extrae, muy atrevidamente, conclusiones sobre el “poco profesionalismo” de algunos columnistas, el abuso “del derecho de libertad de expresión garantizado en la Constitución” o concluye que la fiscalía y la jueza Galicia están “actuando adecuadamente y conforme a derecho”. Juicios de valor que nada tienen que ver con la auditoría que le solicitan, pero además, lo hace sin apoyarse en indicios, citas académicas, sentencias, jurisprudencia ni referencia alguna que respalde, valide o confirme sus resueltas y contundentes aseveraciones. Para que el documento no tenga desperdicio, cita a cierto columnista que cuestionó al Secretario de Comunicación Social de la Presidencia y afirma: “basta con revisar el caso de Nuestro Diario, una publicación técnicamente mal elaborada desde el punto de vista periodístico”, sin agregar que fue editor de ese medio -hasta que lo despidieron- y no hizo un buen trabajo según él mismo valora. Aprovecha para ventilar, en documento oficial y con opiniones personales, sus asuntos: distingue al funcionario Robles (¿su jefe?) y critica a Nuestro Diario. Además, en 2010 publicó artículos de apoyo y reconocimiento a Castresana y firmó manifiestos públicos de adhesión a CICIG, debiendo por ello haber quedado invalidado para peritar sobre el asunto.
El “estudio” coincide en fecha con otros realizados a la misma velocidad: una lamentable declaración judicial del director de Ciencias de Comunicación de la USAC y otro grafológico, y cierran el círculo que se teje sobre otro caso de CICIG que parece se cae: ¡pura coincidencia! ¿Así funciona la justicia? Un “experto” elabora una mamarrachada, ignora lo que le preguntan\, justifica con nueve artículos y un reportaje de TV “un estudio de medios” y ahí sigue, en vez de ser despedido no ya por tendencioso -que podría ser- sino por inepto, aunque será premiado por su servilismo, ¡ya lo veremos!
Lo que no han entendido quienes complotan y se venden, es que la dignidad, la vergüenza, el honor y el derecho (además del factor h) de quienes escribimos y decimos la verdad: NO SE COMPRA ni se hipoteca, menos se amilana de esa forma ¡Quedó claro ahora peludos! Sigan manipulando a los pusilánimes, de nosotros no conseguirán nada, salvo crítica y desprecio.
Al leer el “análisis” se aprecia como recurre frecuentemente a las escuchas telefónicas, a facturas de cierto periodista o a declaraciones testimoniales del MP que le proporcionaron. Me pregunto, ¿qué tiene que ver eso con el análisis mediático que le solicitan? Extrae, muy atrevidamente, conclusiones sobre el “poco profesionalismo” de algunos columnistas, el abuso “del derecho de libertad de expresión garantizado en la Constitución” o concluye que la fiscalía y la jueza Galicia están “actuando adecuadamente y conforme a derecho”. Juicios de valor que nada tienen que ver con la auditoría que le solicitan, pero además, lo hace sin apoyarse en indicios, citas académicas, sentencias, jurisprudencia ni referencia alguna que respalde, valide o confirme sus resueltas y contundentes aseveraciones. Para que el documento no tenga desperdicio, cita a cierto columnista que cuestionó al Secretario de Comunicación Social de la Presidencia y afirma: “basta con revisar el caso de Nuestro Diario, una publicación técnicamente mal elaborada desde el punto de vista periodístico”, sin agregar que fue editor de ese medio -hasta que lo despidieron- y no hizo un buen trabajo según él mismo valora. Aprovecha para ventilar, en documento oficial y con opiniones personales, sus asuntos: distingue al funcionario Robles (¿su jefe?) y critica a Nuestro Diario. Además, en 2010 publicó artículos de apoyo y reconocimiento a Castresana y firmó manifiestos públicos de adhesión a CICIG, debiendo por ello haber quedado invalidado para peritar sobre el asunto.
El “estudio” coincide en fecha con otros realizados a la misma velocidad: una lamentable declaración judicial del director de Ciencias de Comunicación de la USAC y otro grafológico, y cierran el círculo que se teje sobre otro caso de CICIG que parece se cae: ¡pura coincidencia! ¿Así funciona la justicia? Un “experto” elabora una mamarrachada, ignora lo que le preguntan\, justifica con nueve artículos y un reportaje de TV “un estudio de medios” y ahí sigue, en vez de ser despedido no ya por tendencioso -que podría ser- sino por inepto, aunque será premiado por su servilismo, ¡ya lo veremos!
Lo que no han entendido quienes complotan y se venden, es que la dignidad, la vergüenza, el honor y el derecho (además del factor h) de quienes escribimos y decimos la verdad: NO SE COMPRA ni se hipoteca, menos se amilana de esa forma ¡Quedó claro ahora peludos! Sigan manipulando a los pusilánimes, de nosotros no conseguirán nada, salvo crítica y desprecio.
lunes, 17 de enero de 2011
Avestruces
Aturdidos, en el mejor de los casos, quedamos muchos al ver al señor Cac enterrar a su esposa y a sus tres hijos fallecidos como consecuencia del atentado terrorista dentro de un bus. Intentar describir la situación, el dolor o los sentimientos encontrados sería un esfuerzo inútil y no hallaríamos palabras, frases ni forma de plasmar esas emociones. No está hecha la vida para que un padre entierre a toda su familia, menos con esa forma brutal y despiadada en la que murieron.
No he visto imágenes del Presidente, de su esposa, del Ministro de Gobernación o del Vicepresidente en los funerales ¡Ni una sola! Esos, que tanto se desviven “por los pobres y los sectores más vulnerables de la sociedad”, fueron incapaces de practicar no el liderazgo del que carecen sino el deber de representar el sentimiento de pésame y repudio que invadía a toda la población. Reparten cubiletes, molinillos de grano y se apoderan de la memoria de la Revolución de Octubre con exagerada parafernalia mediática, pero cuando deben dar la cara, desaparecen. Algún preocupado asesor seguramente les hizo ver la conveniencia de no asistir y se escondieron acobardados. Contrasta la actitud con la del presidente Obama al condenar y enfrentar el atentado contra la senadora Giffords; con la del presidente Piñeira esperando -uno a uno- a los mineros rescatados o con la de otras autoridades frente a actos terroristas. Sin embargo, en este país de la “solidaridad y de la cohesión social”, no estuvieron presentes, no quisieron enfrentar el reto y escaparon para no asumir la responsabilidad que eluden desde hace tres años. El único representante gubernamental fue el “imperialista” embajador de los Estados Unidos.
Pensando en esta dejación, alguien me hizo ver que jamás han ido a funerales por cualquiera de las seis mil víctimas asesinadas anualmente en el país ni por aquellos policías caídos en acto de servicio, tal y como una vez el ex embajador de Chile les recriminó, con razón, en un acto público. En estas situaciones es donde se aprecia, aún más, la carencia de liderazgo. Escondieron la cabeza y como el avestruz, prefirieron que las aguas se calmaran sin enfrentar la realidad y crudeza de la situación. No querían que les reprocharan la manifiesta ineptitud gubernamental en materia de seguridad. El fracaso estrepitoso al nombrar ministros que están en prisión o con numerosas causas abiertas o la falta de inteligencia para combatir el problema. El único resultado “positivo” de esta administración es el incremento del crimen organizado, del narcotráfico y de la perdida de espacios que son ocupados por grupos de mafiosos criminales. De eso pueden estar orgullosos y atribuirse todo el mérito posible.
Es lamentable que en circunstancias como las que se han vivido (y se siguen viviendo), el Presidente y su gabinete no se apresten a dar la cara, acompañando a las víctimas, situándose al frente como se hubiese esperado de una autoridad y asumiendo la responsabilidad que les corresponden. Volvieron a faltar pantalones a esos soldados asustadizos que no enfrentan la batalla y huyen a la primera, prefiriendo permanecer en la sombra y que los problemas “se resuelvan solos”. Es en definitiva, lo que hacen muchos de quienes les rodean, delincuentes condenados o frustrados guerrilleros que asesoran o se refugian detrás del poder y que no pasaron de ser huevos tibios en el combate cuerpo a cuerpo. Como en aquel entonces, hoy siguen temerosos. Da pena y vergüenza verlos actuar ¡Miserables! Pero, ¿qué hacemos y exigimos los demás?
No he visto imágenes del Presidente, de su esposa, del Ministro de Gobernación o del Vicepresidente en los funerales ¡Ni una sola! Esos, que tanto se desviven “por los pobres y los sectores más vulnerables de la sociedad”, fueron incapaces de practicar no el liderazgo del que carecen sino el deber de representar el sentimiento de pésame y repudio que invadía a toda la población. Reparten cubiletes, molinillos de grano y se apoderan de la memoria de la Revolución de Octubre con exagerada parafernalia mediática, pero cuando deben dar la cara, desaparecen. Algún preocupado asesor seguramente les hizo ver la conveniencia de no asistir y se escondieron acobardados. Contrasta la actitud con la del presidente Obama al condenar y enfrentar el atentado contra la senadora Giffords; con la del presidente Piñeira esperando -uno a uno- a los mineros rescatados o con la de otras autoridades frente a actos terroristas. Sin embargo, en este país de la “solidaridad y de la cohesión social”, no estuvieron presentes, no quisieron enfrentar el reto y escaparon para no asumir la responsabilidad que eluden desde hace tres años. El único representante gubernamental fue el “imperialista” embajador de los Estados Unidos.
Pensando en esta dejación, alguien me hizo ver que jamás han ido a funerales por cualquiera de las seis mil víctimas asesinadas anualmente en el país ni por aquellos policías caídos en acto de servicio, tal y como una vez el ex embajador de Chile les recriminó, con razón, en un acto público. En estas situaciones es donde se aprecia, aún más, la carencia de liderazgo. Escondieron la cabeza y como el avestruz, prefirieron que las aguas se calmaran sin enfrentar la realidad y crudeza de la situación. No querían que les reprocharan la manifiesta ineptitud gubernamental en materia de seguridad. El fracaso estrepitoso al nombrar ministros que están en prisión o con numerosas causas abiertas o la falta de inteligencia para combatir el problema. El único resultado “positivo” de esta administración es el incremento del crimen organizado, del narcotráfico y de la perdida de espacios que son ocupados por grupos de mafiosos criminales. De eso pueden estar orgullosos y atribuirse todo el mérito posible.
Es lamentable que en circunstancias como las que se han vivido (y se siguen viviendo), el Presidente y su gabinete no se apresten a dar la cara, acompañando a las víctimas, situándose al frente como se hubiese esperado de una autoridad y asumiendo la responsabilidad que les corresponden. Volvieron a faltar pantalones a esos soldados asustadizos que no enfrentan la batalla y huyen a la primera, prefiriendo permanecer en la sombra y que los problemas “se resuelvan solos”. Es en definitiva, lo que hacen muchos de quienes les rodean, delincuentes condenados o frustrados guerrilleros que asesoran o se refugian detrás del poder y que no pasaron de ser huevos tibios en el combate cuerpo a cuerpo. Como en aquel entonces, hoy siguen temerosos. Da pena y vergüenza verlos actuar ¡Miserables! Pero, ¿qué hacemos y exigimos los demás?
lunes, 10 de enero de 2011
Terrorismo
La explosión de un artefacto en el interior de bus no es un hecho aislado. Más bien se conecta con otros que sucedieron el pasado mes cuando se derribaron torres de electricidad, aunque el crimen, por las vacaciones, pasó desapercibido y fue poco valorado. Iniciamos una serie de atentados terroristas que son producto de la inutilidad ostensible de este Gobierno para enfrentar la violencia que sigue su escalada exponencial. Recordemos que desde hace unos años asesinan a pilotos y ayudantes sin que se haya reducido el número de víctimas ni esclarecido algo que permita poner fin al problema. Los más destacado que hicieron fue regalar juguetes a los huérfanos de todas aquellas personas; ¡triste política asistencialista! En una dictadura, el jefe del Estado es el responsable de las masacres y muertes, de ahí esas acusaciones de genocidio que pululan por tribunales internacionales, pero, en una “democracia” nadie aparece como culpable, por acción u omisión, de muchos más crímenes, tal cual ocurre en el país. Se encojen de hombros, echan la culpa a pasadas administraciones, piden más dinero que luego no son capaces de ejecutar o simplemente desvían millones para programas como Cohesión Social. Sin embargo, nulos resultados positivos en la lucha contra el crimen no ya organizado, sino la delincuencia común.
Las sonadas noticias sobre la aprehensión de tal o cual cantidad de droga o las detenciones producidas durante el pasado estado de sitio, no llevan parejas la declaración de la procedencia de las armas incautadas, del número de serie (que diría si pertenecen o no a determinadas organizaciones), la procedencia de las mismas o la identidad de los propietarios de las fincas donde se confiscan aviones o se detienen zetas, entre otros sustanciales aspecto. Lo importante es la difusión mediática para trasladar la sensación de qué se está haciendo, aunque realmente no es casi nada. Esta manipulación de información se constata igualmente cuando se hicieron públicas las cifras de asesinados con la declaración “vergonzosa” (aunque pedagogía, según el Presidente) de que son menos que en 2009, cuando el año no había finalizado y, en todo caso, la reducción es tan exigua que mejor les valdría llorar de pena que gritar de alegría.
Con ese escenario de incapacidad o falta de voluntad para combatir realmente el crimen organizado, el gobierno sigue sin elaborar más de una cincuentena de reglamentos necesarios para desarrollar ciertas leyes claves, como la de armas y municiones o la del servicio civil que podría emplear a muchos ciudadanos como policías auxiliares para, por ejemplo, repartir citaciones judiciales y así liberar oficiales que lucharían frontalmente contra el crimen. Soluciones, ¡claro que las hay!, pero esto es un juego interesado, tanto político como de ciertas ONG,s, que produce muchos réditos y que nadie está dispuesto a dilapidar mientras las ganancias sean jugosas. Pero, interés real por solucionar los problemas, ¡ninguno! En vez de estado de sitio lo que se debería de declarar es un día de silencio, manifestación y vergüenza nacional y sentarse a pensar que hacer para evitar un solo muerto el día de mañana. Sin embargo eso no interesa. Lamentamos la muerte de una familia pero nos enteramos que llevamos años pagando extorsiones con nuestros impuestos por medio de la subvención millonaria a propietarios de buses. El colmo: International Crisis Group nos cita como un país en el hay que vigilar los conflictos en gestación. Otros: Irak, Sudán, Haití, Somalia, etc. Atentos: nos espera mucho mas de esto. A fin de cuentas parece ser que es lo que les interesa.
Las sonadas noticias sobre la aprehensión de tal o cual cantidad de droga o las detenciones producidas durante el pasado estado de sitio, no llevan parejas la declaración de la procedencia de las armas incautadas, del número de serie (que diría si pertenecen o no a determinadas organizaciones), la procedencia de las mismas o la identidad de los propietarios de las fincas donde se confiscan aviones o se detienen zetas, entre otros sustanciales aspecto. Lo importante es la difusión mediática para trasladar la sensación de qué se está haciendo, aunque realmente no es casi nada. Esta manipulación de información se constata igualmente cuando se hicieron públicas las cifras de asesinados con la declaración “vergonzosa” (aunque pedagogía, según el Presidente) de que son menos que en 2009, cuando el año no había finalizado y, en todo caso, la reducción es tan exigua que mejor les valdría llorar de pena que gritar de alegría.
Con ese escenario de incapacidad o falta de voluntad para combatir realmente el crimen organizado, el gobierno sigue sin elaborar más de una cincuentena de reglamentos necesarios para desarrollar ciertas leyes claves, como la de armas y municiones o la del servicio civil que podría emplear a muchos ciudadanos como policías auxiliares para, por ejemplo, repartir citaciones judiciales y así liberar oficiales que lucharían frontalmente contra el crimen. Soluciones, ¡claro que las hay!, pero esto es un juego interesado, tanto político como de ciertas ONG,s, que produce muchos réditos y que nadie está dispuesto a dilapidar mientras las ganancias sean jugosas. Pero, interés real por solucionar los problemas, ¡ninguno! En vez de estado de sitio lo que se debería de declarar es un día de silencio, manifestación y vergüenza nacional y sentarse a pensar que hacer para evitar un solo muerto el día de mañana. Sin embargo eso no interesa. Lamentamos la muerte de una familia pero nos enteramos que llevamos años pagando extorsiones con nuestros impuestos por medio de la subvención millonaria a propietarios de buses. El colmo: International Crisis Group nos cita como un país en el hay que vigilar los conflictos en gestación. Otros: Irak, Sudán, Haití, Somalia, etc. Atentos: nos espera mucho mas de esto. A fin de cuentas parece ser que es lo que les interesa.
lunes, 3 de enero de 2011
2011
Recién iniciamos un nuevo año, como otras muchas veces. La costumbre, la buena fe y las colosales intenciones que nos colman en estas fechas, harán que repensemos múltiples propósitos para los próximos trescientos y pico de días. Como en pasadas ocasiones, corremos el riesgo de que la esperanza, el optimismo enfermizo y la falta de racionalidad, impidan ver las cosas como son. Sin embargo, 2011 puede ser un buen año para despertar y darnos cuenta que los golpes de estado -por cierto, poco condenados por quienes suelen hablar o escribir sobre derechos humanos- se dan desde el poder en Venezuela y Nicaragua. Seguramente la solución final será estruendosa, por permitirlo con el silencio cómplice que solamente se perturba para condenar hechos como los que ocurrieron en Honduras, finalmente un mejor país de lo que estaría con el delincuente Zelaya perpetuado en el poder y “ por ahora” empleado de Chávez.
Dispondremos de mucho tiempo para aceptar que con CICIG o sin ella, seguimos sin tener una justicia pronta y cumplida, porque el problema es la falta de exigencia y permitir un sistema que consiente, cuando no promueve, los procesos viciados, el amañamiento y la cobardía de muchos jueces que se resignan en vez de enfundarse debidamente los pantalones, prefiriendo perpetuarse en un sistema corrupto y mercantilista que no cambian por miedo, comodidad o rentabilidad. Tendremos la oportunidad -si queremos- de aprender que los políticos no sirven eso que pomposamente denominan el bien común. Más bien utilizan el sistema para su propio beneficio y de paso hacen algo sonado que le salva la cara, aunque cueste el triple. Es momento para no dejar corromper mas el sistema admitiendo cambios de partido cuando fueron elegidos por otro distinto o pretendiendo, sin haberse sometido a procesos electorales, ejercer el poder bajo coberturas ficticias, como la de “primera dama”, que no figuran en el sistema legal pero que “justifican” el manejo cuestionado y poco claro de fondos; o de ver quién es el responsable, por inacción, de los más de seis mil asesinatos anuales, sin inmutarse, ser juzgado ni perseguido por genocida. Existe la oportunidad de que el Vicepresidente tome apenas un par de minutos y una octavilla para relatar lo que ha hecho en tres años de figurar en el gabinete o reflexione sobre la transparencia que promueve el gobierno y que no ha superado la voluntad declarativa, mientras continúan los contratos fraudulentos que terminan provocando miles de víctimas, desolación y perdidas enormes que se evitarían si la corrupción realmente se combatiera.
Despertemos, meditemos sobre qué hacer este año para evitar hundir más el país que con pasión e ilusión contribuimos a engrandecer. Hay que informarse y no dejarse llevar por falsas promesas, frases vacías o eslogan, como suele ser habitual. Nadie arreglará lo que nuestra cobardía, pereza o falta de entusiasmo no quiera solucionar. El destino es nuestro hasta que decidamos dejarlo al manoseo de todos los que suelen venderse al mejor postor pretendiendo luego vendernos también a todos. Es el año de tomar el porvenir bajo responsabilidad propia y no soñar con los ojos abiertos sin querer admitir que las cosas están muy mal y que la libertad se escapa un poco cada día. Es tiempo del realismo práctico y de comenzar a ser éticos no esperando a que otros lo sean. Hora de ser nosotros mismos y de pelear por nuestros anhelos y aspiraciones, cualquiera que sea el precio. Esos pueden ser auténticos propósitos para este 2011.
Dispondremos de mucho tiempo para aceptar que con CICIG o sin ella, seguimos sin tener una justicia pronta y cumplida, porque el problema es la falta de exigencia y permitir un sistema que consiente, cuando no promueve, los procesos viciados, el amañamiento y la cobardía de muchos jueces que se resignan en vez de enfundarse debidamente los pantalones, prefiriendo perpetuarse en un sistema corrupto y mercantilista que no cambian por miedo, comodidad o rentabilidad. Tendremos la oportunidad -si queremos- de aprender que los políticos no sirven eso que pomposamente denominan el bien común. Más bien utilizan el sistema para su propio beneficio y de paso hacen algo sonado que le salva la cara, aunque cueste el triple. Es momento para no dejar corromper mas el sistema admitiendo cambios de partido cuando fueron elegidos por otro distinto o pretendiendo, sin haberse sometido a procesos electorales, ejercer el poder bajo coberturas ficticias, como la de “primera dama”, que no figuran en el sistema legal pero que “justifican” el manejo cuestionado y poco claro de fondos; o de ver quién es el responsable, por inacción, de los más de seis mil asesinatos anuales, sin inmutarse, ser juzgado ni perseguido por genocida. Existe la oportunidad de que el Vicepresidente tome apenas un par de minutos y una octavilla para relatar lo que ha hecho en tres años de figurar en el gabinete o reflexione sobre la transparencia que promueve el gobierno y que no ha superado la voluntad declarativa, mientras continúan los contratos fraudulentos que terminan provocando miles de víctimas, desolación y perdidas enormes que se evitarían si la corrupción realmente se combatiera.
Despertemos, meditemos sobre qué hacer este año para evitar hundir más el país que con pasión e ilusión contribuimos a engrandecer. Hay que informarse y no dejarse llevar por falsas promesas, frases vacías o eslogan, como suele ser habitual. Nadie arreglará lo que nuestra cobardía, pereza o falta de entusiasmo no quiera solucionar. El destino es nuestro hasta que decidamos dejarlo al manoseo de todos los que suelen venderse al mejor postor pretendiendo luego vendernos también a todos. Es el año de tomar el porvenir bajo responsabilidad propia y no soñar con los ojos abiertos sin querer admitir que las cosas están muy mal y que la libertad se escapa un poco cada día. Es tiempo del realismo práctico y de comenzar a ser éticos no esperando a que otros lo sean. Hora de ser nosotros mismos y de pelear por nuestros anhelos y aspiraciones, cualquiera que sea el precio. Esos pueden ser auténticos propósitos para este 2011.