Justicia es
castigar a los culpables, quienes quiera que sean
La semana pasada un tribunal
compuesto por tres magistrados absolvió, por unanimidad, a ocho pandilleros
señalados de diversos delitos. El tribunal consideró que las pruebas aportadas
por el MP no eran concluyentes para condenar a los imputados. No es la primera
vez que se observa la incapacidad del MP en materia de investigación.
Recordemos que el ex Presidente Portillo fue absuelto por mayoría de dos de las
juezas que argumentaron de la misma forma: no había pruebas suficientes y
cuando se solicitaron, no fueron aportadas. A este dispendio de justicia hay
que sumar casos como la encarcelación y posterior absolución del señor Giammattei;
la declinación de continuar la persecución penal por parte del MP al señor Vielman
-admitiendo la imposibilidad de hacer justicia-; la permanencia en prisión y
sin juicio por más de dos años de los hermanos Paiz Valdés y la denuncia a la Fiscal
General por presión y obstrucción por una fiscal de Huehuetenango, entre muchos
otros. Respecto del sistema judicial hemos visto a la Corte Suprema trasladar
extemporáneamente a jueces que aparecen con tacha, aunque cuando fueron
nombrados ya las tenían; magistrados señalados por el sindicato del OJ de realizar
presiones; denuncia de jueces por coacción de sus superiores y otros temas
“menores” relacionados con renta de edificios donde algún “digno” magistrado parece
haber metido las manos.
Hay quienes estiman que el
problema está en los jueces que son presionados, comprados o intimidados. Otros
consideran que es una deficiencia manifiesta y continuada del MP que no
investiga adecuadamente, y todos son conscientes de que tanto en uno como en
otro lado se mete la mano según convenga a los intereses de quienes proponen,
pagan o presionan. Al final de esta estéril discusión pierde siempre el
ciudadano que además paga con sus impuestos un sistema manifiestamente inservible
a todas luces. No se conocen sanciones contundentes en el MP por ineptitud al realizar
investigaciones ni en el OJ por sentencias de dudosa imparcialidad. Esas
situaciones, en las que dos partes (MP y OJ) son claras protagonistas, aconsejan
hacer un alto y ver quien realmente las provoca y es culpable de estimular esa
sensación de inseguridad al no llevar a buen termino los juicios emprendidos,
posiblemente de forma precipitada y poco precisa en los detalles y seguramente
también con un cierto grado de responsabilidad en quienes que no aprecian ciertas
pruebas. De no detenernos, seguiremos como a la fecha y lo único que se alienta
es que el sistema siga sin funcionar y consecuentemente la toma de justicia por
mano propia -linchamientos o ajusticiamientos- sea la salida natural a todos
estos actos infames, con la correspondiente incidencia negativa en las inversiones
y en el desarrollo.
Se pone atención, generalmente,
en el poder ejecutivo o en el legislativo, sin apreciar que muchas dictaduras
del mundo sobrevivieron porque el sistema judicial más o menos funcionaba o era
percibido como dador de respuesta a una parte sustancial de la ciudadanía. Un
país se resquebraja o fracasa cuando el sistema judicial se desmorona. Ejemplos
sobran: Argentina, Venezuela, Ecuador, Nicaragua y más recientemente El
Salvador. Hay suficientes casos para aprender, aunque no hace falta mirar a
otros para darnos cuenta de que estamos muy mal. Los responsables deben ser
cesados, cambiados, procesados y siempre sujetos de fiscalización y rendición
de cuentas. Nos distraen con lo que dice Forbes y la solicitud de prórroga de
CICIG, pero los asuntos de fondo parecen no importar mucho ¡Seguimos, con más
de lo mismo!
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