El director del sistema
penitenciario, señor Camargo, lejos de asumir su responsabilidad, se aferra al
cargo. Sabido es que en las diversas prisiones mandan todos menos los
funcionarios titulares nombrados para ello, tornando el tema cada vez más amargo.
En los centros de detención el presupuesto es dilapidado por bracilargos o
cuellilargos, aunque siempre por encargo. Para mientras, tanto la dirección del
sistema, como otros por encima, parecen estar en letargo. El propio Ministro de
Gobernación -no digamos el Presidente- hacen declaraciones en su descargo,
frunciendo el ceño o poniendo semblante de pargo, sin comentar ni asumir la
responsabilidad sobre el importante recargo, tanto para la seguridad del
ciudadano como en relación con el elevado costo del sistema.
Sabido es que hay sobrecargo de
reclusos pero quienes deberían estar haciendo “argo” al respecto se muestran
rabilargos, mientras arrastran la incapacidad o se mantienen inútilmente
activos, porque el cargo les viene enormemente largo. Faltan argollas que
anclen bien los cimientos y asegure el adecuado embargo de quienes se
encuentran en el interior por condena judicial. Sin embargo, hasta que esas
cosas no se hagan bien continuaremos con el natural abotargo cerebral de
funcionarios que cuando deben de asumir su responsabilidad ignoran la palabra…,
¡largo!
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