Inspirado en un monólogo de Moncho
Borrajo Domarco
Señoras
y señores diputados; políticos en general. Cerramos 2013 como otros anteriores:
de forma deprimente. Ustedes se creen por encima de todo y de todos. Se
reparten a trozos el pastel de la patria que les vio nacer, arrogándose un
derecho del que carecen y que nadie les delegó. Casi todos ustedes abandonaron
hace tiempo el honor, la dignidad, la ética y valores similares, y se lanzaron
a saquear cuanto se cruza en su camino, sin vergüenza, sin bochorno, sin que la
conciencia les truene siquiera un poco, en estas fechas entrañables o en
cualquier otra. Se sienten superiores y más listos que nadie, y al final del
día les importa un carajo lo que ocurre en el país que no redunde directa e
inmediatamente en sus bolsillos, en su futuro o afecte al club de amigos con el
que comparten malas mañas o a quienes deben favores. Se tapan unos a otros
mientras roban, estafan o defraudan, sin que ninguno haga la diferencia y
decida dar ese paso digno que evidenciaría cuánto dilapidan y qué es realmente
lo que hacen desde sus puestos. Son unos inmorales que juegan con la ilusión de
las personas, con la muerte, con la estabilidad, con el futuro de muchos y con
el desarrollo del país. No importa donde estén: ejecutivo, legislativo o
judicial. Hasta el alcalde más humilde se afana por sumarse a ese grupo que
cuenta con privilegios, facilita el chantaje o exige soborno.
Muchos
de ustedes han aprendido, casi sin asistir a la escuela, lo suficiente para
conformar un ejército destructor del país, y de la política. La vivacidad les
ha servido para posicionarse y desde los más pequeños estamentos admiran y
aspiran a ser como los “grandes” ¡Son deplorables!, y les faltan diariamente al
respeto a una sociedad que confió en ustedes y en el modelo de democracia
surgido tras años de cruel conflicto. Si hoy se volviera a votar -y la
manoseada Ley Electoral no estuviera hecha para hegemonizar partidos monopólicos-
muchísimos, seguramente, no serían reelegidos. Llevan años viviendo de
nosotros, promoviendo la enseñanza estatal y la sanidad pública, pero envían a
sus hijos a colegios privados y suscriben seguros específicos de salud, pagados
también por virtuosos ciudadanos trabajadores ¡Ni siquiera creen en lo que
hacen!
Pretenden
imponer cuotas y normas machistas ¿Quiénes son ustedes para determinar cuantas
mujeres pueden o deben estar en política? Algunos no son nadie, de hecho ni
siquiera saben hacer otra cosa y cuando dejen la política posiblemente no
encontrarán un trabajo honesto. Por eso necesitan medrar, mientras la
ciudadanía trabaja honradamente para cubrir su ilimitada voracidad ¡Demasiados
entre ustedes no sirven para nada!, aunque osan insultarnos con su conducta,
sus desmanes, sus mañas y sus sucios negocios. No se puede engañar a todos todo
el tiempo y llegará el día en que el ciudadano pasivo, relajado -incluso
cobarde-que calla sus felonías, los pongan en su sitio porque todo se hincha.
No hay derecho que bajo el paraguas de esta manoseada democracia, ultrajen,
roben, coloquen descaradamente a dedo a sus hijos o familiares en puestos
altamente retribuidos y dejen morir a compatriotas, mientras comen y beben
hasta reventar, o gastan sin medida. Cuando abandonen este mundo no podrán
llevarse nada, tampoco pasarán a la historia, y cargarán con su deshonor. Creo
que 36 años de conflicto fueron suficientes para que ustedes lo reaviven
diariamente con su conducta deshonesta. Contribuyo a pagar su salario y no era
justo acabar el año sin mostrar mi indignación, que es la de muchos.
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