“Las elecciones, a veces, son la venganza del
ciudadano. La papeleta es un puñal de papel”
Si tiene
clara y definida su preferencia, endose su voto según su libre elección, o
selección, mejor dicho. El problema surge cuando no gusta de ninguna de las
ofertas electorales o, peor aun, cuando haciendo ejercicio de su derecho, rechaza
contundentemente todas ellas. En esos casos, el sistema “democrático” no resuelve
el inconveniente ya que únicamente le permite seleccionar de entre las
propuestas que brindan los partidos, pero no elegir, que conllevaría infinitas
opciones o, al menos, una que satisficiera el deseo de decirle “no” a todos
ellos.
Los
políticos (también el TSE) llaman siempre al voto válido. La razón es salvaguardar
el principio de legitimidad, que no de legalidad. En la medida que un mayor porcentaje
de ciudadanos acuda a las urnas y vote, el proceso electoral se justifica al
ser avalado por una alta participación. Es por ello que los candidatos (y el
TSE) nunca harán un llamado a no votar o hacerlo en blanco o nulo puesto que reduciría
la legitimidad. El voto en blanco no es válido jurídicamente pero tiene valor
político y, en todo caso, cabría modificar la norma o agregar una casilla en la
papeleta de voto que diga “nadie/ninguno”. Aunque no tenga un reflejo inmediato
en el proceso, iniciará seguramente un debate sobre la necesidad de que tenga
valor en el futuro y supondrá no legitimar al gobierno electo, además de enviar
un claro y contundente mensaje a la casta política de “hasta aquí llegaron” y
dejen de engañar sobre la “libre elección”, cuando lo que hay es una oferta
limitada y cerrada que condiciona la decisión.
Puede
aplicar lo anterior en el proceso venidero, salvo que tenga una mejor solución.
De tener claro su voto, concédalo. Sin embargo, las encuestas reflejan que hay
un porcentaje importante de ciudadanos que “no saben por quien votar” y no
encuentran, como en otras ocasiones, “al menos malo” -sobre todo en una
hipotética segunda vuelta- o simplemente “no quieren votar a nadie”. En tal
situación -no querer a ninguno- el sistema permite abstenerse, votar nulo o en
blanco. Si se abstiene o anula su voto, justificarán los motivos de diferentes
formas: mal tiempo, coincidencia con vacaciones, desencanto, escaso transporte,
no sabía qué hacía, estaba perturbado, “saber el motivo por qué lo hizo”, etc. Nunca
habrá una razón clara y única a la que atribuir el origen de aquellos magros
números y difuminarán los resultados. No obstante, si vota en blanco, porque no
encuentra candidato a su gusto o porque rechaza a todos ellos, la única interpretación
posible será precisamente esa. Demuestra ser un ciudadano demócrata, participativo
y con su voto en blanco desnuda un sistema cooptado por los políticos que no le
permite elegir, sino seleccionar entre una serie de opciones limitadas que
ellos le proponen y que usted -el elector- considera todas malas. ¿Qué haría el
TSE si apareciera un 80% de votos en blanco?
Puede
darle las vueltas que quiera al tema, pero no creo que escape de la realidad,
del secuestro del voto que han hecho los políticos y de la mentira que supone
creer que elige cada cierto tiempo. Al político no le gustará esto, pero no es él
quien manda. Haga un cálculo contabilizando el voto en blanco en elecciones a
diputados y concluirá que según la ley D´Hont (reparto de escaños en el
Congreso) también supone sustanciales ventajas.
Siempre
pidieron tu voto corruptos políticos ¿Has pensado, en esta ocasión, votar en
función de lo que de verdad piensas? ¡Votar en blanco es un derecho y hace más libre
tu sufragio!
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