El único presupuesto bueno es
el presupuesto equilibrado (Adam Smith)
Tanto hablar de elecciones, de corruptos y de
política partidaria que dejamos en el tintero la trascendente discusión sobre
el presupuesto 2016. A pesar de ello, en el Congreso se ha desempolvado el tema
de los números y las distintas proyecciones de cuáles podrían ser para el
próximo año. Tanto si se baraja la tesis de que se prorrogue el vigente como la
de aprobar uno nuevo, las cifras oscilan entre los Q70-72 mil millones, de los
cuales apenas Q50 mil millones serían recaudados por el fisco. La diferencia habría
que asumirla nuevamente y prever la correspondiente financiación, y el
consecuente endeudamiento. Además, el debate se llevará a cabo en un parlamento
contaminado por deshilachadas bancadas en descomposición integradas por diputados
que huyen para no ser identificados con partidos en decadencia, mientras hacen
lobby para no ir a prisión, una vez decidan sobre los antejuicios pendientes y
se les investiguen los graves cargos de los que son acusados ¿Qué se puede
esperar de ese ambiente? ¿Cuál será el precio del voto en el sentido que convenga
en el momento? ¿Hasta dónde se puede estirar la negociación de los honorables? ¡No
hay visos de que se pueda impulsar un debate mínimamente sensato!
Dos ideas sobre las que reflexionar. La
primera, es que este gobierno temporal, de transición o de cambio (ya me perdí
en cómo denominarlo) podría elevar el nivel de discusión y proponer
atrevidamente un presupuesto ajustado -¡por primera vez!- a lo que de verdad se
recauda. Si estamos luchando por eliminar corrupción, y los informes conocidos
indican que un tercio del dinero público sirve para tal fin, queda espacio para
el ajuste. De esa forma el Ministro de Finanzas y la nueva Presidencia,
aleccionarán realmente sobre qué se puede hacer y cómo se debe/puede ajustar el
gasto público en relación con el ingreso. La segunda, es que los candidatos
para la segunda vuelta propongan exactamente lo mismo, mostrando un interés real
por no endeudar al país y salir del pozo de los desvaríos. Es de esperar que hayan
hecho un estudio sobre cómo se pueden eliminar gastos inútiles y de esa forma
promuevan a su favor un voto de confianza sugiriendo la austeridad en el gasto
publico, y la necesaria eficiencia.
Siempre se ha dicho (y repetido en demasía)
que “gastamos muy poco” respecto del PIB, algo por comprobar. Lo que ningún
gobierno ha querido asumir (de ahí el reto propuesto) es trabajar de forma eficaz
con el dinero que se recauda, para mostrar cuales son las carencias (si es que
las hay) y qué se debe de hacer una vez detectadas. Gastar más porque “se gasta
poco” en relación con otros países, no es un parámetro muy científico para
solicitar incremento. Sin embargo, ajustarse a lo que hay y mostrar que se
requiere más, a la vez que se incorporan al ejercicio de la responsabilidad
fiscal a los casi cinco millones de ciudadanos en la informalidad, es una labor
que genera credibilidad, optimiza los recursos y conforma un pilar importante
en el que sustentar la solicitud de voto para la segunda vuelta. Si lo que
quieren es eludir el tema seguramente evitarán la patata caliente que ello
representa, pero encontrarán espacio en la crítica por desaprovechar una oportunidad de
cambio en un momento oportuno.
Muchos/as vociferan aquello del bien común y
de la no corrupción, además de la promesa de hacer un buen gobierno. El
presupuesto es el vehículo necesario. Ahora tienen una excelente oportunidad de
demostrar con hechos concretos lo que predican
¡Éntrenle!, ¿o se quedarán en meras
propuestas retóricas?
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