Aquel que produce mientras otros disponen de su producción es un
esclavo (Ayn Rand)
El diputado Álvaro Velásquez se despachó con una idea de esas que hay
que comentar ahora para evitar quejarnos después. Plantea incrementar los
impuestos a las bebidas alcohólicas, y con parte de lo recaudado, atender la
prevención y recuperación de pacientes. El hecho de que sea “parte” -y no todo-
invita a la desconfianza. Seguramente, como suele ocurrir, la porción menor
quedará para las buenas intenciones y el resto a criterio de los honorables y
sus despilfarros. Ejemplos sobran.
Esa propuesta castiga a quienes responsablemente toman cerveza o licor.
Los otros, los irresponsables, aquellos que deciden libre y voluntariamente beber,
son los beneficiados, porque a criterio del diputado “el estado tiene que
atenderlos”, en esa misión terrenal de cuidar a colectivos desamparados. De
seguir esa lógica, deben subir impuestos al chocolate, a la revistas de sexo, a
las máquinas de juego, al café, a las comidas que consideren “nocivas”, a los
zapatos, a la ropa…., a todo aquello que pueda crear una adicción. Es decir: a
todo ¿O acaso se limitarán a las adicciones que ocurrentes políticos determinen
en su infinita sabiduría o antojo del momento?
Propongo al señor Velásquez, y a quienes apoyen esa idea, algunas reflexiones.
La principal, es determinar si quieren promover la responsabilidad o el asistencialismo.
Si es lo primero, entonces hay que aclarar que cada quien debe de asumir las
consecuencias de sus actos libres. El consumo de alcohol, como el de otras
cosas, es totalmente voluntario. Nadie es presionado para enviciarse. Ciertos envases,
además, advierten de que el producto es peligroso y puede dañar la salud. Ahora
bien, si pretenden promover el asistencialismo estatal, entonces sigan con su
contumaz propuesta y continúen con otras similares. Promoverán personas
incapaces de conducirse por sí mismas y sujetas a redención estatal, pagada,
como siempre, por ciudadanos subsidiarios, mediante un trasvase de recursos que
premia la irresponsabilidad.
Las lecciones
aprendidas desde que la droga se declarará ilegal parecieran no haber servido
para mucho; tampoco la prohibición del consumo de alcohol en los años 20. Prohibir
o incrementar precios no reduce el consumo ¡Eso es mentira! Lo que hace es
fomentar el mercado informal, el contrabando o la oferta alternativa de
sustancias de menor calidad. Estudios sobran al respecto; experiencia
lamentables también, como la del licor “El Machetero” -de fabricación mejicana
e importado de contrabando- que destruyó toda una comunidad en Huehuetenango.
Diputado Velásquez, lea historia sobre las consecuencia de La Prohibición en
USA, pida información o gugelee el
tema, descubrirá suficiente literatura al respecto. De momento, la denominada
Curva de Laffer -aplicada a la discusión- puede ilustrarle.
Por si no fuera suficiente, hay otro punto: el económico. El tipo de
cambio entre el peso mexicano y el dólar estadounidense es 20 a 1, así que al
incrementar en Guatemala el impuesto, y por lo tanto el costo de las bebidas
alcohólicas, estará fomentando el contrabando. De ese modo, terminaremos
consumiendo cervezas y licores del país vecino y entonces se les ocurrían otras
leyes para favorecer los productos nacionales o detener el tráfico ilícito de
mercadería. En conclusión: cerrarán el circulo vicioso de la falta de
comprensión del problema.
Permita producir libremente y que cada quien consuma lo que considere
oportuno. Déjenos ser libres y responsables. Huya de la enfermedad política de tutelarnos
constantemente y busque un quehacer más productivo como supervisar a sus pares
en el Congreso, que falta hace, o escribir otro libro. Dicho lo anterior,
solo me cabe una exclamación: ¡Ya pago su salario, así que no encarezca mi
ceviche dominical con sus ocurrencias intervencionista!, sea usted tan fino!
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