La justicia quiere dejar claro que nadie está fuera
de la persecución criminal
Cuando se
medita sobre casos judiciales como la Cooperacha,
la Línea, TCQ, el fraude al IGSS y
otros similares, cuyos supuestos autores esperan en prisión juicios que los
dejarán posiblemente tras las rejas de por vida, no se entiende que personajes con
ese perfil y capacidad pudieran cometer tales fechorías. Cómo fueron capaces de
montar -y explotar- estructuras complejas que robaban sin piedad ni compasión,
y sin medida.
La
explicación, obviamente, no es la astucia, sagacidad e inteligencia de
aquellos, sino la impunidad reinante que les permitió operar con total descaro
y desfachatez. Sabedores de que: “aquí no pasa nada”, y: ¡cómo así fue por años!
pensaron, equivocadamente, que podrían hacerlo durante un periodo más de
gobierno. No le denominaría a eso “crimen organizado”. Estos, a lo sumo, conformaron
una “banda de pillos-patanes” que aprovecharon la impunidad que ofrecía -y ofrece
aun- el sistema, sin una pizca de ingenio pero con exceso de burla y
prepotencia.
La afortunada
detención de casi todos ellos, la acción sobre las propiedades de los huidos -como
es el caso de las del señor Sinibaldi- o la más reciente de admitir el proceso
de antejuicio contra el alcalde Arzú por un delito de instigación a la
violencia, muestran una lucha frontal contra ese proceder y dinamita la
estructura de permisividad y corruptela de los “intocables”. La justicia quiere
dejar claro que nadie está fuera de la persecución criminal y que esto de
seguir haciendo lo que les venga en gana, a lo largo y ancho de la geografía
nacional, sencillamente se acabó.
Mientras
experimentamos diariamente todo eso con diversas emociones, la Asociación
Nacional de Municipalidades -con su presidente, el alcalde Edwin Escobar, al
frente- organizó una fiesta privado-confidencial en la que según su pueril
versión cada quien llevó “sus cositas”, a modo de cuchubal. Un su six-pack por aquí
y unas sus agüitas por allá, amén de unas libritas de carnitas y chicarrones
que seguramente aportó algún edil goloso-tragón o el licor de tapado que llevó
el bolo de turno. Ya se sabe que cuando el señor Escobar pertenecía a LIDER y
presumía orgulloso de la camiseta carmesí -tras zafarse aceleradamente la
anaranjada del PP que sustituyó a la blanqui-amarilla de CREO- contribuyó con más
de dos mil hamburguesitas para una actividad del partido, pagadas en efectivo por
una concejala suplente “de su ahorros”. Fue en aquella concentración de vigilia,
antes de que fuera señalada la cúpula del partido y condenado por tráfico de
influencias el vicepresidenciable Barquín. Además, un semanario cuestionó ampliamente
la peculiar forma en qué liquidó otro evento, en este caso un convivio de
maestros. En la fiesta de la ANAM se rifaron onerosos regalos, así que habrá
que preguntarle quién fue el gamonal donador que seguramente “pago de su
bolsillo” todo eso ¡Ven llover pero no abren el paraguas!, quizá porque no
saben hacer las cosas de otra forma.
El contrapunto
lo pone las fiestas navideñas. Los políticos, y muchos otros, se dedicarán a
tocarnos la conciencia porque no hay dinero para combatir la pobreza, la
desnutrición, las muertes infantiles y desgracias similares que ocurren en el
mundo. En Enero -posiblemente antes- volverá todo a la normalidad y ese dinero
-además de parte del presupuesto público- teóricamente para pobres, familias
sin recursos, salud, educación y desarrollo, terminará en los bolsillos de muchos
mal nacidos.
La buena
noticia es que los dinosaurios intocables están desapareciendo, de ahí la agria
reacción contra el sistema de justicia.
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