lunes, 7 de agosto de 2017

Con El Taquero haz tacos

El Taquero no ha heredado el poder que supuestamente lograría

Si un servicio de inteligencia, o un conspirador eficiente y profesional, tuvieran que haber elegido a alguien para asesinar a Byron Lima, hubiese sido, sin duda alguna, a El Taquero. Un personaje condenado a más de 800 años de prisión es el protagonista perfecto para no importa que escena de riesgo. No tiene nada que perder, cualquier cosa le puede servir para mejorar las condiciones de vida que le esperan en la cárcel hasta su muerte y no importa que culpa o acción se le endilgue ya que será abalada por una sociedad que rechaza contundentemente a esos personajes.
El Taquero, por su parte, sabía que con Lima en prisión tendría siempre un competidor, un contrincante. Alguien con quien convivir en condiciones de desigualdad, lo que no le permitiría la libertad de acción a que aspiraba para acomodar su triste futuro de ocho siglos de condena. De esa cuenta, cualquier oferta para hacerlo desaparecer sería bienvenida porque se podían matar -nunca mejor dicho- dos pájaros de un tiro: anular la competencia y quedar bien con quienes ordenaban el “servicio”.
Si se acepta que los señalados fueron capaces de introducir las armas y los explosivos sin ayuda externa y que se pudo asesinar a Lima y diez de sus guardaespaldas -con solo dos bajas del contrario- amén de desaparecer las armas, cambiar los cadáveres y obviar cuatro informes de inteligencia que avisaban de ello, resulta que deberían disolver la unidad de investigación policial y contratar a esos delincuentes que fueron capaces de burlar el sistema por meses y actuar con una precisión difícilmente igualable.
El caso Lima terminará, seguramente, en igual nivel en el que se dio por finalizado el de monseñor Gerardi. Es decir, con la detención de los “autores materiales” del crimen pero no los intelectuales, y será percibido -lo es ya- con la desconfianza de la solución que dieron al caso Rosenberg o con la imperceptible crítica a la nula investigación en el caso Musa ¡Cosas veredes -repetidas- amigo Sancho!
Lima era odiado por muchos. La administración del PP dejó claro quienes eran y qué perseguían. Conocía información detallada de tumbes de droga, asesinatos de narcos y apoyo al crimen organizado por parte de políticos y “amigos” de antaño. Tenía enemigos por doquier y no debe descartarse de la investigación una estrategia externa de buscar como amigo al enemigo de mi enemigo. Parece ser que El Taquero y sus “tigres” fueron quienes asesinaron a Lima, pero de apretar el gatillo contra un personaje muy protegido -y condenarse a muerte desde ese instante por los seguidores de Lima- a planificar una operación de eliminación de alguien que sabía demasiado, controlaba prisiones y podía hacer imposible la vida a muchos que hoy están dentro, hay un abismo a cuyo fondo parece que no llegará nunca la justicia. Es posible que los capturados por el asesinato de Byron Lima y otras personas, no sean más que autores intermedios. Por el grado de perfección y consecuente planificación con qué se ejecuto, pareciera ser que hay autores intelectuales de mucho mayor nivel y sofisticación.
Pero, si se “superó” el caso Gerardi, este no lo será menos. Ya cuenta con investigación aclaratoria, culpable, modus operandi y causas. Se detalla como se asesinó Lima pero no convencen las intenciones porque El Taquero no ha heredado el poder que supuestamente lograría ¿Entonces para qué lo hizo? 
Fin del acto ¡A otra cosa mariposa!

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