Lo siguiente que preveo es la
destitución de la cúpula policial que tantos logros ha alcanzado
El golpe de Estado ha
dejado de sustentarse en el
tradicional uso de las
armas y, como todo, se ha sofisticado. Modernamente se lleva a cabo de diferentes formas, especialmente tomando de forma subrepticia instituciones desde las que
incidir en la vida o en la legislación. De tal cuenta, lo anormal o ilegal, se convierte en cotidiano y
habitual.
Tras las actuaciones
de CICIG/MP que pusieron al
descubierto acciones delictivas
de personas y grupos a
través de instituciones, el embate contra la corrupción encontró rápidamente
respuesta de quienes no desean ser acusados y se activaron
operadores que desde irrelevantes fundaciones de
pacotilla o con ruido coordinado
en ciertos medios y redes,
se encargan de desacreditar a no importa quien que se
le atraviese en el camino. Para ellos, el fin
justifica los medios. Pero, como nada les funciona
porque la razón y la
justicia no están ni remotamente de su parte -lo han intentado en Washington, ONU, en la comunidad
judía y en el lobby religioso de oración- lo último de ese grupo de descerebrados ha sido insinuar un llamado a las armas que coloca al Ejército en un brete.
Los recientes cambios en el ministerio de
Gobernación son parte de esos eslabones para tomar el poder mediante procedimientos
de cuestionada legalidad, legitimidad y razón. En la
primera actuación con las nuevas autoridades, la
afinada colaboración interinstitucional entre el Ejército, el MP y la PNC se vio
afectada y comprometida por filtraciones a un medio de comunicación, propiedad de huidos en busca y captura por la justicia, y se ha anunciado en redes sociales que se retransmitirán las acciones que
MP-PNC puedan ejecutar en
el futuro. Una advertencia que patentiza lo vulnerable e infiltrado del sistema y que pretende terminar -ese es el objetivo- con el
hermetismo y la confidencialidad que propiciaron los logros alcanzados.
Complementa lo anterior la percepción de una tentativa de
asalto a organismos de
inteligencia y seguridad. Se hizo un intento en la propuesta de ley contra el terrorismo y se
reiteró recientemente en la
de creación de la Secretaría de
Coordinación de Prevención de la Violencia. En
ambos proyectos legales, se asigna un papel protagónico al Ejército en materia de inteligencia.
Paralelamente, la nueva administración de Gobernación desea
declarar a las maras grupos terroristas y se
abrirá la puerta a algo similar. Por último, se hacen esfuerzos por revertir la norma que
pone fin a la colaboración militar en seguridad ciudadana. Actuaciones concurrentes todas
ellas tendientes a que las fuerzas armadas tengan mayor presencia y se empoderen en cuestiones que no le son propias pero que les daría un inusual poder en momentos delicados en los que la justicia actúa
contra malandrines, algunos en sus filas.
Para mientras, la PNC hace su mejor esfuerzo y las fuerzas interinstitucionales de tarea han dado resultados que reflejan éxitos en la lucha contra la criminalidad común y organizada. Sin embargo no todo el mundo
desea mantener ese nivel de logros y procuran minar el sistema que funciona para que, precisamente, deje
de hacerlo.
Lo
siguiente que preveo -el tiempo me dirá si tengo
razón- es la destitución de la cúpula
policial que tantos logros
ha alcanzado. Profesionales altamente capacitados que emplean técnicas y
procedimientos científicos para la lucha contra el crimen organizado, algo que los malosos que codician tomar el
poder por la fuerza no están dispuestos
a soportar, y pretenderán colocar a sus peones. Un golpe de estado técnico ad hoc para este preocupante gatopardismo nacional.
No hay comentarios:
Publicar un comentario