lunes, 30 de abril de 2018

Todos, todos menos t


Somos una sociedad indolente, sumamente crítica con los demás, polarizada y arrogante

Interesante escuchar y leer reacciones a las declaraciones de un grupo de empresarios por el apoyo económico otorgado para cubrir los gastos de fiscales en las mesas electorales como representantes del FCN. Algunos se centraron en cuestionar la valentía de reconocer públicamente errores cometidos, otros se despacharon con los habituales y viscerales descréditos a la clase empresarial. Nada fuera del ambiente permanentemente polarizado, entre otros, con quienes tienen éxito en este país.
El valor exige de situaciones críticas para demostrarlo. Es una virtud que para practicarla debe contraponerse al miedo, a la ansiedad, al temor, y para ello es preciso que concurran circunstancias extremas o especiales que permitan establecer la confrontación. La valentía sale a relucir en momentos y situaciones especiales -como los que vivimos- que no siempre generamos nosotros mismos.
Conviene recordar -y resaltar- que el empresario tradicional de este país financia únicamente, según informe de CICIG, el 25% del total de los aportes a las campañas electorales. El otro 75% se distribuye entre el crimen organizado, el narcotráfico y robos de diferentes formas que los políticos hacen de las arcas públicas. Por tanto, que ocho empresarios hayan salido a pedir disculpas públicamente es un auténtico e indiscutible acto de valentía, y de asunción de responsabilidad.
Somos una sociedad indolente, sumamente crítica con los demás, polarizada y arrogante. Con baja participación electoral, elegimos a nuestros gobernantes y soñamos que un día llegará alguien que “nos salvará” de nuestra propia apatía o vemos, con absoluto desprecio y desdén, a quienes invierten y arriesgan su dinero para crear puestos de trabajo, mientras, “felices” en nuestras miserias, nos declaramos mejores que todos los demás ¿De verdad cree usted que aún teniendo un presidente modelo, un auténtico líder honesto, capaz y honrado, vamos a dejar de seguir en la economía informal o incluir facturas inapropiadas en nuestra declaración de impuestos? ¿Qué ya no parquearemos más en línea roja o en reservados para minusválidos? ¿Qué dejaremos de ser machistas y agresores? ¿Qué no seremos groseros ni insultaremos o que se reducirá la violencia criminal que asola el país? ¿Qué no discriminaremos y dejaremos a un lado el racismo¿Qué dejaremos de comprar productos de contrabando?
La verdad es que nos negamos a asumir la responsabilidad de actuar éticamente y, con una teoría de espejo, reflejamos nuestra propia frustración en "el otro". El empresario exitoso confronta nuestro fracaso; el rico refleja el espíritu apocado del que no nos liberamos; el exitoso por su osadía y atrevimiento, deja ver nuestra indecisión; el emprendedor provoca rechazo y certifica la imperturbable comodidad de nuestra zona de confort; al extranjero se le censura con nacionalismo excluyente, para evitar que destaque y ponga en evidencia los años perdidos; el político hace aflorar de nuestro interior la avaricia silenciosa pero deseada. Y es que sin ser conscientes hacemos más de una catarsis al día, lo que nos frustra enormemente.
¿Cree usted que un buen presidente, un buen político, un buen empresario, hará que usted cambie y no robe, abuse, engañe, tome ventaja o sea ético y honesto?  La teoría del espejo nos confronta permanentemente con nosotros mismos y reflejamos en “el otro”, al más puro estilo de las novelas de Octavio Paz, frustraciones, descalificaciones, enojo, ignorancia y desesperanza.
Es momento de tender puentes, salvo que prefiera seguir esperando al “salvador” que nunca llegará. La situación es complicada pero oportuna, y requiere de la concurrencia de todos. Cambiemos, pero comencemos por nosotros mismos y construyamos un mejor futuro que el presente que hemos construido. Aceptemos el reto. Dejemos el espejo a un lado; también las excusas y el rencor.

lunes, 23 de abril de 2018

El Presidente y sus guerras


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Se entiende finalmente la razón de su actuar paranoico y del de quienes lo apoyan

Rodeado por el Alto Mando del Ejército del que forma parte -y que protege a un general acusado de graves delitos-; en el contexto del homenaje al soldado caído y en un centro militar -dónde no queda de otra que escucharlo porque nadie puede salir de filas-, el Presidente Morales volvió a la carga -y no de Caballería- contra el ignominioso sistema que lo presiona, persigue y aturde.
Las arrebatadas declaraciones, aderezadas con una innecesaria y tragicómica victimización, se produjeron después de que CICIG/MP desvelaran un caso de financiamiento electoral ilícito a favor del partido que lo llevó al poder. Unos empresarios aceptaron haber entregado dinero para el pago de fiscales de mesa, el MP evidenció los hechos y el Presidente -exsecretario general del FCN- con una patética autodefensa,  culpa a “Raimundo y medio  mundo” de ser perseguido junto con su esposa e hijos y haber sufrido un allanamiento ilegal hace casi dos años, del que, ¡oh maravilla!,  guardó silencio hasta ahora.
Como mostró la comparecencia del MP, Morales quería presentarse como alguien impoluto, problema de identidad por el que atraviesa. Deseaba que el lema de campaña: “ni corrupto ni ladrón”, siguiera siendo eslogan de gobierno, sin embargo, como suele ocurrir en los sistemas presidencialistas, al ser designado Presidente sin posibilidad de reelección, dejó de tener valor para el partido que decidió gobernar desde el Congreso y buscar un liderazgo de recambio para los próximos comicios. Se desentendieron de don Jimmy y el diputado Ovalle -prófugo en búsqueda- decidió, junto con otros diputados tramposo -ahora incluidos en el nuevo comité ejecutivo nacional- mangonear el país a su antojo y capricho. El Presidente fue rodeado por una rosca militarizada cercana al narcotráfico y al crimen organizado, y aceptó sumisa y mansamente la agenda que le hicieron.
El cambio de destino de cerca de 200 militares -inédito en la historia castrense-, el plante insolente del general Padilla, los dos coroneles capturados -uno por narcotráfico y otro por lavarle dinero a las maras- y la defensa de oficio que del gobierno hace un círculo extremista, perverso y organizado -dentro y fuera de Zavala- aclara quienes están detrás del golpe técnico que no termina, afortunadamente, de cuajar, a pesar de haberse sumado el alcalde capitalino, su hijo -presidente del Congreso- y otros sectores acosados por un sistema judicial que investiga corrupción, lavado de dinero, abuso de autoridad y hasta complicidad en asesinato. Un panorama nada halagüeño que detona toda esta kafkiana situación.
El Presidente ha tenido la oportunidad de reconducir su actuar hacia temas trascendentales en varias ocasiones, pero ha optado por inaugurar obras, entregar pupitres, aburrir a niños de escuela pública, subirse a tarimas para arengar a grupos que reclaman privilegios legales, pelear contra el mundo e intentar afanosamente, aunque sin éxito, anular unilateralmente el Convenio de CICIG, entre otras cuestiones “importantes y trascendentes”. Se entiende finalmente -como en esas series que tardan en acabar- la razón de su actuar paranoico y del de quienes lo apoyan: están siendo perseguidos por la justicia y hay evidencia suficientes para pensar que pueden ser encarcelados por largo tiempo. De esa cuenta, entre la espada y la pared, en un laberinto y bajo presión, intenta resolver un dilema cuyas opciones siempre son malas, así que optó por respaldarse con quienes obedecen y “no deliberan”, salvo cuando les conviene.
No se si es momento de repetir 2015, pero en todo caso me parece que no está muy lejos. Por cierto, en aquel entonces no salió tan mal, por si el buen recuerdo de la experiencia alienta a repetirlo.

lunes, 16 de abril de 2018

Lista la lista ¿Listo el Presidente?


Los seis seleccionados cuentan con honorabilidad y alta puntuación evaluada objetivamente

La lista con los seis candidatos a ocupar el puesto de fiscal general está completada. La comisión de postulación finalizó sus deliberaciones e incluyó a cuatro mujeres y dos hombres de entre quienes el Presidente deberá elegir a uno.
Lo que más me llamó la atención fue la pulcritud del proceso, la precisión -aunque pueda ser cuestionada- de la tabla de gradación y la discusión sobre cada aspirante. Me chocó cómo durante el segundo día de calificaciones se produjeron rechazos porque ciertos aspirantes no fueron incluidos por no alcanzar los 60 puntos que la comisión había establecido como límite inferior para integrar el grupo final, debatir sobre la honorabilidad y elegir a los que conformarían la nómina definitiva. Una especie de militancia activa que pedía explicaciones y cuestionaba la tabla de puntuación y hasta el proceso, vaticinando que las cosas no saldrían bien. Se obvió que únicamente se habían puntuado -al momento- méritos y no ética, y se generó en redes sociales una corriente comparativa de candidatos -a sabiendas, como reza el dicho, de que son odiosas- que promovió falacias con clara intención de cuestionar el trabajo de la comisión. Lo que se evidenció fue que, en el fondo, sigue importando quien será el próximo fiscal no tanto por las calidades que reúna sino por quien sea y la afinidad que tenga con grupos ideológicos, sociales o de otro tipo. Algunos siguen supeditando la objetividad necesaria con la subjetividad precisa, en un esfuerzo por justificar lo injustificable y adaptarlo al momento y a la situación política y de crispación que vivimos. Nada muy lejos de aquella discusión de 2014 en que la aspirante Paz y Paz tenía que salir “si o si” y el análisis y la discusión servían solamente para promoverlo. La experiencia demostró, sin embargo, que con el nombramiento por el Presidente Pérez Molina de la candidata mejor puntuada -Thelma Aldana- el MP ha escalado el nivel más alto de popularidad, discusión, procesamientos y rechazo de la era democrática.
Los seis escogidos cuentan con alta puntuación evaluada objetivamente y la discusión sobre la honorabilidad satisfizo el criterio de quienes esperaban que no fuera incluido nadie con tachas. Señalar a la postuladora de no haber hecho su trabajo con dedicación, debate y trasparencia no sería justo. Que no guste el sistema o que en pasadas ocasiones estuviera cooptado, es un hecho del que no podemos escapar, pero no lo es menos que en esta ocasión el trabajo ha sido de alta calidad.
Es  preciso ahora y no en 2022, debatir si hay que hacer una norma para que quede definida la lista de méritos a calificar y se conozca con anticipación -no un semana antes de entregar expedientes- al igual que los decanos sean personas honorables y no nombrados para el fin inmediato de la comisión de postulación. Es deber de todos conformar un sistema previsible, honesto y capaz de alcanzar el fin que se persigue: lograr instituciones eficientes y personas comprometidas con ellas que tengan el mejor perfil posible.
Para quienes pensaban que no habíamos avanzado, todo esto es un éxito y lo que ahora queda es que el Presidente elija entre ellos. Por cierto, el sorteo entre los seleccionados que han superado todos los filtros sería lo más idóneo y justo o que directamente quede el de mayor puntuación, reformas que se puede incluir en el futuro ¿Por qué esperar a que un cargo político tenga finalmente que tomar una decisión entre capaces? El sistema actual puede generar peligrosos vínculos y compromisos, otra cuestión a erradicar.