lunes, 4 de febrero de 2019

Esos perfectos desconocidos


En un sistema presidencialista sin reelección el presidente pierde valor el día que toma posesión del cargo

Tómese el tiempo de ver las propuestas de binomios -presidente/vicepresidente- que para las próximas elecciones han hecho algunos partidos políticos y tenga en cuenta otras que se barajan para los que tienen pendiente tal tarea. Seguramente un alto porcentaje de los nombres -y caras- no le sonarán; no los ha escuchado antes ni ha oído hablar de ellos. En estas elecciones, a diferencia de otras, hay mucho desconocido. En las pasadas, la mayoría eran caras habituales y alguno nuevo, sin embargo ahora es a la inversa ¿A qué obedece esta particularidad?
Pudiera ser que el ambiente -sobra decir que revuelto- amilane a algunos de los que nos hubiese gustado ver ahí y que, contrariamente, anime a caras nuevas a salir a la palestra, sin olvidar el grupo de quienes piensan que “si Jimmy pudo, él también”. Una última suposición -de eso se trata- es que todo esto obedezca a una casualidad o a una estrategia planificada, algo que un conocido mío ilustra cuando dice que los políticos son tan retorcidos que no se puede pensar en casualidades, aunque tan torpes que no le daría la cabeza para grandes planes estratégicos.
Con motivo de las modificaciones a la ley electoral y de partidos políticos, al estricto control del financiamiento del dinero invertido en las elecciones y a la mayor “garra” del TSE, muchos partidos se han visto disuadidos de promover una campaña para dar a conocer a sus candidatos y alcanzar la presidencia. De esa cuenta, los binomios presidenciales no son importantes ni trascendentes -más allá de servir para temas de publicidad electoral- y “cualquiera” puede ser incluido en una propuesta aunque de entrada sea perdedora. Los partidos apuestan realmente por el poder en el Legislativo y, los que pueden,  complementarlo con el poder local, razón por la que usted no conoce a la mayoría. Han entendido que en un sistema presidencialista sin reelección -como el guatemalteco- el presidente pierde valor el día que toma posesión del cargo, algo así como cuando usted saca un carro nuevo de agencia que se devalúa en la puerta. Por tanto, contar con un capital humano de diputados dispuestos a negociar con otros en similares condiciones, es una oportunidad de oro en el momento actual, y concentra el poder real de este sistema. Baste remitirse a las pruebas de lo hecho por este Congreso cuando una bancada paupérrima del FCN -en sus inicios- terminó por aglutinar a todo un #PactoDeCorruptos, primero con tránsfugas y luego con aliados y arrimados unidos con un mismo fin: saltarse las trancas de la justicia, servir fines perversos y perpetuar la actual debacle. De esa cuenta, muchos partidos de un determinado espectro ideológico podrán incorporar al Congreso dos o tres diputados cada uno y, aunque de procedencia distinta, formar una sólida unión que empuje la agenda de la discusión política nacional y de camino “secuestren” a un posible Ejecutivo no afín a sus intereses. Nos distraemos y prestamos demasiada atención a los presidenciables -excepción hecho de partidos con posibilidades como la UNE, VAMOS o SEMILLA si finalmente incluye a Thelma Aldana- pero el análisis hay que hacerlo escarbando en las listas de diputados y alcaldes para entender el verdadero fondo del asunto: la estrategia de control desde el Legislativo.
Hágase la pregunta -sobradamente sabida- de quienes confeccionan esos listados de diputados y proponen los binomios para la presidencia ¿La bases del partido dice usted?, eso no ha ocurrido en este país jamás y ahora no es excepción, pero además, en este momento, se ha convertido en la forma más segura de seguir ostentando el poder.

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