lunes, 21 de marzo de 2022

De comisiones, hermetismos y procesos

Si algo caracteriza al actual proceso -guste o no el fondo, los aspirantes o lo que se quiera- es justamente la transparencia

Un medio escrito publicaba recientemente sobre el hermetismo de la comisión postuladora que selecciona a los aspirantes a fiscal general. Aunque soy crítico de las Comisiones de Postulación, y de los errores cometidos, no puedo estar más en desacuerdo con dicha apreciación. 

Si algo caracteriza al actual proceso -guste o no el fondo, los aspirantes o lo que se quiera- es justamente la transparencia. Todas las actuaciones han sido públicas y desde el inicio uno de los decanos funge como portavoz y atiende a los medios, además de responder las preguntas que se le formulan. La concentración de la vocería es positiva al llevar la línea de comentarios de una manera institucional y no particular, dispersa y confusa.

Consecuencia de lo anterior, los postuladores no han aceptado entrevistas personales ni han consentido reunirse con grupos, personas u organismos, evitando el riesgo de ser presionados, convencidos o criticados por el hecho de atender a ciertos interesados en el proceso. La forma está siendo guardada en todos sus aspectos -al menos de momento-, se puede acceder a las actuaciones internas y las respuestas si se buscan se obtienen en el vocero.

Lo que no ha habido en esta ocasión -quizá de ahí el “disgusto” de algunos- son declaraciones diferentes de cada postulador para luego contrastarlas, confrontarlas o desdecirlas, lo que ha permitido en otros momentos presentar discrepancias internas, intereses de grupitos formados en el seno de la comisión o señalar a tal o cual decano como cercano a cierto aspirante o corriente, cuando no crear interesadas narrativas. Algo aprendieron con la experiencia y ese orden reglado es evidente que no gusta a quienes desean comprometer porque no deja muchas brechas por donde emprender la acometida.

Respecto de las tachas es oportuno hacer un poco de memoria histórica. En esta convocatoria se recibieron un total de 33, aunque Claudia Paz y Paz recibió -ella sola- en el proceso en qué se presentó para la reelección, treinta. Así que el ruido del alto número parece no hacer honor a la estadística de otros momentos. A pesar de las lecciones aprendidas en situaciones pasadas, se siguen presentando impedimentos basados en meros recortes de prensa o comentarios en redes sociales que son desechados, a pesar de que algunos consideran que cualquier manifestación aunque no esté demostrada es suficiente para deslegitimizar al aspirante. Los hechos que quedarán para la discusión, y que levantarán pasiones y titulares, serán los del “plagio de la tesis” y “la inclusión en la lista Engels”, además del perfil de un candidato relacionado con una constructora.

En relación con todas estas sensaciones, animo a ver la película “Confirmation”. En ella, un joven Joseph Biden preside una comisión del senado norteamericano que analiza la denuncia de una mujer contra un aspirante a magistrado de la corte suprema de justicia de aquel país. Entre dimes y diretes, la conclusión de casi todos -perdón por el adelanto- es que el debate no termina por esclarecer si lo denunciado ocurrió o no y únicamente deja la opción de apostar por creer a una o al otro. Los hechos no pudieron demostrarse, lo que, en valoración de analistas y políticos, no aportó al proceso más que polarización y confrontación, ¿le suena? “O conmigo o contra mi”, pareciera ser la dicotómica selección que nos proponen. Lo importante parece ser por quién apuesta usted o a quien maldice, sin entrar a analizar situaciones concretas ni mucho menos a debatir con fundamento. Y es que cada día estamos más cerca de atrofiar el poco nivel de razonamiento que nos va quedando, y parece que lo aceptamos con gusto o resignación.


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