Nuestros hijos, que luchan por un mejor futuro, merecen que tomemos unos minutos de nuestro tiempo para votar con la cabeza y no con los pies
Hace pocos días circuló un video en redes que llamó poderosamente la atención y generó diferentes reacciones, entre las que destacaron, con mayor profusión, el rechazo, la vergüenza, la pena y la indignación, por eso de cuidar el uso de calificativos y no emplear otros más vehementes.
El protagonista fue Miguel Martínez -M&M-, aunque había otros actores secundarios en ese espantajo clip. Subido en una tarima -junto con veteranos de la escena política nacional- y micrófono en mano, cantó, abrazado con el gobernador de El Progreso, el narcocorrido “jefe de jefes”. Borrachos de poder, se contorneaban al ritmo de la música norteña y coreaban frases que no merece la pena repetir. Envalentonado o chamicado por el dios Baco -y cual viejo verde que ríe las gracias del púber- el gobernador besaba en el cuello al cantarín aspirante a diputado, mientras eran alentados, a modo de impetuosos mariachis de cantina, por quienes les acompañaban en el estrado. El esperpéntico dúo -y su grupos de coristas- intentaron imitar a “Los Tigres del Norte” pero no pasaron de “Los Zopilotes del Nororiente” ¡Qué deprimente espectáculo!
Me da igual quien sea M&M y lo que haga con su vida; su origen, edad, estudios, tendencias o con quien yace o pace, pero desea ser diputado, y eso es justamente lo que me llama la atención y, sobre todo, me preocupa. Si los votos de los exaltados ciudadanos -que aplaudían y sostenían aquella humillante zarabanda- le permiten ocupar una curul, deberemos pagar y soportar otro inútil “prohombre de la patria”. Desconozco si el personaje -por las compañías en las que se encontraba- está asociado al crimen organizado, a mafias de las que campa por el Congreso o al actuar corrupto de muchos políticos, pero claramente es un inexperto y, además, maneja muy mal la inteligencia emocional, el poder que cree ejercer eternamente y el discurso que proyecta.
Como ciudadanos debemos cuestionarnos permanentemente a quienes votamos y cuántos de esos personajes como Neto Bran, Baldizón Jr., Tres Quiebres, etc., ocuparán un puesto en el Congreso, en alcaldías o en cualquier otro lugar. También, si vamos a seguir pagando sus salarios con el sudor de nuestra frente, mientras siguen riéndose con ese descaro que nos convierte en imbéciles sin remedio. Muchos preguntan, ¿qué es lo que puede hacerse para cambiar este sistema?, y creo tener una respuesta sencilla y muy efectiva: no vote a ningún partido político que incluya en sus filas a candidatos que no estén suficientemente contrastados. De lo contrario, será cómplice de lo que ocurre y deberá asumir su responsabilidad como elector. No solo hay políticos corruptos, sino también ciudadanos que permiten y promueven, con sus votos, la corruptela de políticos.
No elija inexpertos, deshonestos ni criminales, muchos menos narcotraficantes, porque todos ellos generan el mismo resultado en políticas públicas: ninguno o muy malo, y ya deberíamos estar cansados de sufrir las consecuencias de esos personajes y su vergonzoso actuar. Nuestros hijos, que luchan por un mejor futuro, merecen que tomemos unos minutos de nuestro tiempo para votar con la cabeza y no con los pies, como hemos venido haciendo. La acción es tan condenable y deleznable como la omisión, así que sea ciudadano responsable y no apueste por quien esté marcado con un aureola de inexperiencia, ineficacia o delincuencial.
Lamentablemente se repetirán muchas más imágenes como la que vimos, pero servirán para mostrarnos lo que hay y darnos elementos para decidir certeramente sobre a quienes no tenemos que votar, pase lo que pase.
Ya tiene la solución, ahora tenga el valor, el coraje y la decencia de implementarla.