lunes, 26 de febrero de 2024

La otra vara de medir

Esperanzados en la administración entrante, olvidamos que los políticos no son los únicos corrompidos en este país, sino quienes descuellan

Las auditorías realizadas por autoridades de la administración entrante revelan, con dureza y realismo, la situación catastrófica en que nos encontramos. El ministerio de comunicación tiene una deuda de unos Q13,000 millones, lo que representa el doble del presupuesto anual de dicha entidad. Salud debe Q650 millones -conocidos por ahora-, y así sucesivamente puede escudriñar el resto de las instituciones.

Los diferentes incendios que azotan el país -el 90% provocados- no pueden ser atajados porque carecemos de una organización conformada, coordinada y estructurada capaz de enfrentarlos eficazmente -o prevenirlos-, y se cerraron dependencias dedicadas a ello, además de faltar medios y recursos. Los sucesivos gobiernos -elegidos democráticamente por ciudadanos que aplauden y votan a personajes sobradamente conocidos por corruptos o delincuentes- desmantelaron el país, robaron o despilfarraron los recursos públicos y sus autores pasean alegremente por las calles y avenidas o continúan con sus fechorías.

Esperanzados en la administración entrante, olvidamos que los políticos no son los únicos corrompidos en este país, sino quienes descuellan en un entorno que destila el pillaje por los poros de la piel. De esa cuenta se pudo ver como el actual ministerio de educación contrató a Marcela Blanco o el de gobernación a Sebastián Hernández Matute. La primera conocida por su militancia a favor del partido SEMILLA, el segundo hijo de la candidata a alcaldesa capitalina por el mismo partido. Ambos son seguramente “buenos chicos”, pero nuestros hijos tambien lo son y sencillamente no tuvieron la oportunidad de participar en una oposición pública que dilucidara quien es el mejor, y mucho menos la oportunidad de encontrar en empleo cuyo salario pagamos los contribuyentes con impuestos. La designación a dedo, producto de la simpatía, el favor, el amiguismo o la militancia, es el único sostén de esos dos ejemplos, sin ser los únicos. 

La mayoría de los medios de comunicación e indignados en redes han sido incapaces de señalar esas anomalías con la intensidad que comentan otras, lo que muestra el grado de hipocresía nacional y de corrupción mental con la que se manejan ciertas cosas: “A mis amigos todo, a mis enemigos la ley”. No queremos reconocer que somos una sociedad con enorme grado de corruptela, que aceptamos, justificamos y comprendemos algunas cuestiones en la medida que están a favor o en contra de nuestros intereses, conveniencia o ideología, una suerte de culpa colectiva que todos se sacuden y nadie asume.

Lo que respiramos, promovemos y gustamos no es la búsqueda del bien común ni de la justicia -ese cuento no es creíble a la luz de lo que ocurre- sino la venganza judicial y social que satisfaga el rencor personal que cultivamos y somos incapaces de superar. Queremos jueces que fallen según deseamos, y esperamos el llegar al poder para colocar a nuestros amigos, pero en absoluto abogamos por oposiciones abiertas para puestos en la administración ni exigimos que los magistrados lo sean por puntuación, sino que alguien los termine eligiendo con su infalible dedo, y a ser posible que coincida con nuestros deseos. Si la Corte está integrada por amigos, aplaudimos sus decisiones, mismas que condenamos contundentemente y tachamos de corruptas si son los enemigos quienes resuelven, y nos convencemos de lo “demócratas y justos que somos”. 

Hay un grado de gazmoñería nacional preocupante -y peligroso- que empuja al precipicio del fracaso porque nos mueve más el odio, el rechazo, la ideologización o el poder que la búsqueda de elementos comunes que hagan del futuro -el de nuestros hijos- un espacio de convivencia construido sobre principios generales, libertad, responsabilidad y justicia.

¡Así tambien fracasan las naciones!

lunes, 19 de febrero de 2024

Nuevo gobierno, nuevas oportunidades

Es inconcebible, pero sobre todo inadmisible, que un país deje morir de hambre o permita que sus niños no alcancen el desarrollo mínimo

La desnutrición infantil alcanza cuotas inimaginables en Guatemala. Un asunto pendiente por años que rasga el alma, pero que parece no sensibilizar suficientemente a ciertas autoridades. Se han “diseñado” programas gubernamentales, analizado la situación, presupuestado fondos y hasta solicitado un crédito de 100$ millones en 2017 del que no se sabe nada, pero que deberemos pagar sin que hayan disminuidos los altos índices de desnutrición. Es decir: la dinámica natural de casi todas las políticas sociales de este país, al menos hasta ahora.

Parte del sector privado -señalado por muchos activistas de “los males” nacionales- ha hecho justo lo contrario: hablar poco y actuar eficientemente. El pasado año, Castillo Hermanos, presentó y emplazó el primer Campamento Nutrimóviles en la zona de Huehuetenango, nueve unidades móviles que prestan distintos servicios -gratuitamente porque no se paga con fondos públicos-, y que provee consultas diarias como registro y toma de signos vitales, atención médica, nutricional y exámenes de laboratorio. Ayudan a suplir la deficiente acción pública en atención primaria de salud, soporte nutricional, agua y saneamiento ambiental, acceso a alimentos y fortalecimiento de la economía familiar, en localidades donde la distancia, los medios o las personas encargadas no responden a las exigencias ciudadanas.

Menos de un año después de aquel logro y esfuerzo, el segundo campamento está listo y quizá lo haya podido ver en la plaza del Obelisco durante algunos días que ha estado expuesto al público. En esta ocasión los municipios de San Pedro Soloma y Santa Eulalia -tambien en Huehuetenango- contarán con servicios sociales que serán los primeros para muchos de sus habitantes.

Es inconcebible, pero sobre todo inadmisible, que un país deje morir de hambre o permita que sus niños no alcancen el desarrollo mínimo. No se trata siquiera de corrupción -algo absolutamente deleznable- sino de falta de sensibilidad, piedad y sentido mínimo de lo que significa un ser humano. Los índices de desnutrición crónica y aguda son significativos y no se ve a los partidos políticos exponiendo el tema permanentemente para que esté posicionado en la mente -y corazón- del votante. De hecho, entre los problemas nacionales, el ciudadano detecta la corrupción, la falta de empleo o la carestía de la vida, pero no hay conciencia social de la cantidad de menores que crecerán limitados o morirán por dedicar el esfuerzo político a otras cosas “más importantes”.

Debe hacerse, también, un llamado de atención a quienes satanizan a las empresas privadas que dentro de sus objetivos invierten parte de sus ganancias en ayudar al prójimo sin esperar ser electos, proclamados o pedir la bendición de masas que ignoran el problema. Estas inversiones de Castillo Hermanos dan forma a un programa que asegura un futuro mejor y más saludable para quienes no tienen la oportunidades siquiera del ciudadano medio. Y no es la única empresa que se enfoca en ayudar a los demás.

Es necesario replantearse los objetivos sociales, el pacto russoniano caduco o desconfigurado de la vida en sociedad, y la búsqueda del bien común. No es necesario que lo hagan otros para comenzar a colaborar, incluso puede sumarse a este proyecto si lo desea, y colaborar desde esa plataforma ciudadana que promueve y representa la responsabilidad individual en la búsqueda de un mundo mejor, sin necesidad de alarde, ruido ni reclamo de vítores. Este gobierno tiene una enorme oportunidad de multiplicar la iniciativa.

Cuando lo privado suple a lo público, es momento de pensar qué clase de sociedad hemos organizado y qué podemos hacer por mejorarla. De entrada: aprender, respetar y aplaudir iniciativas como la indicada que buscan progreso y desarrollo humano.

lunes, 12 de febrero de 2024

El mundo boca abajo

La ciudadanía, especialmente la joven, ha comprado el falso discurso político de que la democracia todo lo arregla.

El mundo parece estar boca abajo o patas arriba, según al grupo que pertenezca de esos que ven el vaso medio lleno o medio vacío. En todas partes se observa lo mismo, aunque el localismo percibe y siente lo cercano e inmediato.
Jóvenes descontentos con la democracia, y democracias que no satisfacen expectativas ciudadanas. Agreguemos a los políticos que prometen no importa qué cosa antes de hablar con la verdad, que seguramente generaría descontento y pérdida de votos. Hartazgos por doquier que terminan en situaciones límite como son las elecciones de gobiernos extremistas, populistas o “particularmente innovadores”, todos ellos con muy alto riesgo -más en unos que en otros- de que las cosas se salgan de lo tolerable y terminen en un punto mucho peor que el de partida.
Las razones son diversas. Una, y creo la más importante, es que la ciudadanía, especialmente la joven, ha comprado el falso discurso político de que la democracia todo lo arregla. La creación artificial de derechos insostenibles en el Estado, como esos de que se debe de garantizar gratuitamente educación, salud, transporte o trabajo y vivienda dignos, es un cuento chino que muchos aceptan como catecismo de fe, sin reparar que hay que contar con la infraestructura adecuada -humana y material-, y sobre todo pagarlos. Así que en la mayor parte de los países -desarrollados o no- la queja es que no existen tales servicios -que se han vendido como derechos- o que cobran demasiados impuestos y no queda dinero para vivir, justamente porque hay que pagar los “derechos” anteriores. Se entra en un círculo vicioso en el que cada vez se exigen más cosas gratuitas, y disgusta pagar para tenerlas  porque el político, y esta es la segunda razón, cobra -y mucho- por la inoperante gestión de esa forma de vida estafadora que promueve el estado benefactor. Además, al cobro hay que sumarle soborno, chantaje, comisión o cualquier otra forma de corruptela, lo que multiplica el gasto. Personajes como Petro, Boric, Trump o Bukele ofrecen soluciones distintas, pero con un eje en común: son drásticas, porque no hay forma de gestionar decentemente lo público con esas ofertas electorales que hacen.
Por si no fuera suficiente el tema doméstico, la migración, tanto en la Unión Europea como en América es otra cuestión por considerar. En Europa y América se genera un importante choque étnico-cultura Sur-Norte, con el agregado racial y religioso del viejo continente que lo diferencia. Quienes han “construido” una forma de vida no están dispuestos a que otros vengan a cambiarla sustancialmente, aunque necesitan a “esos otros” para que la dinámica económica pueda seguir manteniendo la forma de vida, lo que vuelve a genera un círculo de interdependencia de agrio sabor.
La lucha por el poder de las grandes potencias también se hace sentir en el ambiente. Desde la geopolítica norteamericana, europea y rusa, hasta la geoeconomía china, y el soft power de todas ellas, inciden por todo el mundo y generan espacios de fricción y de posibles “intercambios” a futuro: Taiwán, Ucrania, Siria, Centroamérica y otros lugares, son tutelados por unos y reclamados por otros, en un afán de lograr una mejor posición en la tablero de ajedrez mundial.
Vivimos en un mundo complejo y complicado similar al de hace un siglo, en el que se desencadenaron dos guerra mundiales, y agreguemos que la mayor parte de sus habitantes han nacido en el presente, sin tener noticias siquiera de dictadores, del mundo de la postguerra y de la Guerra Fría. Si la polemología tiene razón entramos en la antesala de acontecimientos bélicos preocupantes.


lunes, 5 de febrero de 2024

En medio está el poder, no la virtud

Si analiza los partidos políticos que presiden las comisiones, queda claro los que tienen supremacía: UNE, UNIONISTAS, VAMOS y VOS

Tengo la impresión de que seguimos en la inopia política y que todavía no hemos reaccionado del alegrón del “cambio primaveral”, una suerte de epidemia de optimismo que, como es habitual en el país, impide ver la realidad -o no aceptarla- que como resultado final es lo mismo.

La euforia de la elección de la primera junta directiva del Congreso duró, como diría el genio Sabina “lo que duran dos peces de hielo en un wiski on the rocks”, que tropicalizado se puede traducir por “lo que dura un quetzal en la puerta de una escuela”. La segunda junta directiva -la del consenso- mostró sus dientes en la distribución de las comisiones correspondientes, y esperó -aunque no lo suficiente- a que la CC dictaminará en definitiva que el partido SEMILLA está temporalmente suspendido y no puede integrar comisiones, así que se desató una sórdida batalla por ver quién se queda con el dulce de la de finanzas.

Si analiza los partidos políticos que presiden las comisiones, queda claro los que tienen supremacía: UNE, UNIONISTAS, VAMOS y VOS, y en esa privilegiada posición gestionarán el poder que desde la sombra pretenden recuperar. Súmele a lo anterior quienes integran y de donde proceden los diputados de la mesa directiva del Congreso, cómo está conformada la Asociación de Municipalidades (ANAM) y verá que calladamente se está tejiendo una tela de araña -por los habituales- que ahora se presentan como “renacidos a la decencia política”.

La lucha en el Congreso ha sido, normalmente, entre “dizques derechas e izquierdas” y esa polarización ha distraído mientras los primeros se sobreponían a los segundos, siempre en pírrica minoría por decisión popular. Ahora también hay dos polos, pero no está ahí el poder, a diferencia de antes. Un polo de izquierda progresista -lo mismo de siempre pero con SEMILLA agregado- y otro de “corruptos” visibles, sancionados y perfectamente identificados, aunque en ninguno está el poder real. Por primera vez, la lucha se centra en esos otros “cien” diputados -invisibles muchos- que “calladitos” generan dinámicas de apoyo entre ellos y que seguramente querrán recomponer una UNE implosionada, un LIDER desaparecido y un VOS apéndice de los verdes. Y por supuesto se les agregarán, porque el poder todo lo permite, los de VAMOS y otros sueltos por el hemiciclo que se venden al mejor postor. Eso sí, las formas serán diferentes y quizá ya no se almuerce en el Congreso, el mayor logro conseguido a la fecha por la nueva administración parlamentaria.

Este recambio primaveral pierde cada día fuerza que aquellos entre bambalinas le arrebatan. Algunos pueden creerse -yo no- que los escindidos diputados de la UNE se han tornado éticos y que los nuevos tiempo les han hecho cambiar, razón por la que ahora colaboran con el nuevo gobierno. Otros prefieren seguir en las nubes y todavía no han aterrizado y aceptado una realidad que cada día es más visible, y el batacazo -allá por Semana Santa- será muy duro para ellos. Y hay un tercer grupo que no visualiza esa lucha sórdida en las sombras que ejercen un centenar de diputados y que reconstruye las viejas prácticas políticas, mientras ruidosamente se presentan “los logros y éxitos” de la nueva dirigencia. 

Los árboles no dejan ver el bosque y es necesario reducir el nivel de dopamina de muchos y aterrizar en la realidad que invisiblemente pasa delante nuestra. Y quizá, por estar acostumbrados al Cadejo, a la Llorona o a la Siguanaba, tampoco vemos los fantasmas políticos modernos que en breve nos volverán a aterrorizar con sus prácticas políticas mafiosas.