jueves, 31 de diciembre de 2009

Acuerdos de Paz

Llegamos a un aniversario más de la firma de los acuerdos de paz. Es posible que se vuelvan a levantar voces en torno al no cumplimiento de los mismos, especialmente contra el Ejército, que a fin de cuentas es la piñata más cómoda para apalear con ese discurso. Sin embargo, hay que dejar claro que ha sido la única institución que ha cumplido cabalmente la mayoría de los compromisos, con excepción de la cesión del Decam al Ministerio de Gobernación, más por ineficiencia, incapacidad o falta de voluntad de este último que por otra cosa. Algunos, llegado este punto, se rasgarán las vestiduras, pero repasen el correspondiente acuerdo para ver que no queda mucho por hacer. Lo que no se cumplió obedece a que se hizo una consulta popular y el resultado que se perseguía, modificar algunos artículos constitucionales, no se logró. Por tanto, no es posible nombrar un ministro de la Defensa Civil o cambiar las misiones constitucionales, entre otras cosas.
Hay, sin embargo, otros aspectos de interés que es preciso resaltar. Uno es el reconocimiento a la institución por cumplir y hasta firmar públicamente la finalización de algunos de esos compromisos, como fue la reducción de efectivos en un 33 por ciento. Otro, haber adaptado su presupuesto, no ya al 0.66 por ciento del PIB, sino a la mitad, lo que no permite, como estaba previsto, llevar a cabo la modernización. Muchos querrán encontrar esa cifra en los acuerdos, pero es posible que nunca lo hagan. Es producto de un cálculo minucioso, tomando las cantidades que figuran en uno de los anexos donde, por cierto, hay otras condiciones del pacto. La tasa del 0.66 por ciento se fija con la premisa de que el crecimiento económico será sostenido y mínimo del 6 por ciento anual, lo que significa que en 2009 el presupuesto del Ejército debería no haber sido menor de Q2.149.9 millones, y para 2010 estaría en torno a los Q2.277.9 millones. Parece un buen momento para aclarar ciertos puntos que voces interesadas nunca terminan ni de explicar ni, como he comprobado en ocasiones, de entender, aunque los manejan con soltura a su capricho y discrecionalidad.
La realidad es que un sector significativo de la sociedad vive de hacer críticas continuas a ciertas instituciones, y de esa forma generan donaciones y fondos que sustentan inútiles estudios y propuestas reiterativas mientras la crítica prosiga. Otra parte sigue con la cantaleta ideológica y, en los estertores de sus agónicos postulados, cocean como pueden a los que saben no se defenderán porque apolítico y no deliberante es su papel. Y, finalmente, algunos más prefieren un país sin militares porque es la forma de que la anarquía termine por implantarse y así puedan reinar en sus respectivos feudos. ¿Para qué si no la reducción del 50 por ciento en 2004?
Quieren ser líderes sin capacidad de liderazgo y no les gusta la competencia de un grupo de personas uniformadas: “la envidia es aquella pasión que ve con maligna ojeriza la superioridad de quienes realmente merecen toda la superioridad que ostentan” (A. Smith). ¡Claro que hay elementos innobles en la institución!, ¿y dónde no?, pero eso no le resta el valor como colectivo ni el ejemplo que han dado. Encerremos la demagogia en el baúl y expresemos las cosas como son. No es necesario que la historia cuente lo que fue cuando ya nada tiene arreglo. Si no están conformes, miren el porqué de sus diferencias y verán odio visceral, forma de vivir o, sencillamente, incapacidad de generar más discursos que los confrontativos. La verdad, guste o no, solo es una.

sábado, 26 de diciembre de 2009

!Vos, Santa!

Querido Santa.
Mi mamita no quiere que conecte la compu. Como ya cumplí un añito más me di un colazo por el café internet. ¡Ná que ver!, ni agua me sirven, pero entro al facebook y al mail. ¿Sabés que estamos en crisis?. He leído que cerca de donde eres, echan puntan y no lo pasan tan mal. Aquí tenemos un buen clima pero, ¡puchica!, nos quedamos helados con malas épocas como esta.
El Gobierno, bueno vos de eso no sabés porque vivís solo con los ciervos, pero para que te hagás una idea son los que nos friegan como quieren y dicen que es por nuestro bien, quiere subir los impuestos -¡qué de a huevo!- y mi papi alega que de donde telas va a sacar más para que la gemela se lo gaste como quiera. Creo que se refiere a aquellas torres de NY city, pero yo le digo: ¡papi si Bin Laden las destruyó hace años!, y mi papi murmura, se masca y entre dientes dice algo así como: ¡falta hace uno tropical!. No tengo ni idea de lo que piensa, ya sabés como son los mayores.
Mira vos, quiero una cicle grandota y si la encuentras con remos, mejor. Tal como van las cosas voy a tener que hacer mi tanate y salir volando y saber si hasta nadando. Me urge un juego de cartas y una ruleta con fichas. En el descanso del cole, voy a montar un mi casino. Quiero ayudar a papi. Lo haré en el recreo y junto a la tiendita de los jueves, así me irá mejor. ¿Tú crees que la miss me dirá algo?. ¡Aguas Santa!, no se te puede olvidar, para mi bici, el chaleco y el casco pero porfis con la placa grabada. Ya sabés, negro con letras blancas y tu hacete uno para poder circular con tu trineo. La verdad que no sirve para nada porque siguen tronandose a gente desde las motos, pero mejor no tener clavos. También un Lego fiscal, pá que algunos se distraigan construyendo su castillo de tasas, deudas y pagos, así no friegan. Ah, ¡cómo no!, una piñata-Taracena para cachimbiarla. He visto en la TV que le arrojan agua, le chipotean la cara, le empujan y le quiebran las lentes. ¡Debe ser bien chilera la cosa!. Si te querés rayar, traéme un juego moderno de esos de “dice que su familia progresa”, pero no chafa sino bien caquero. Hay que agarrarle la onda y ser un poco mañoso pero cuando controlás, ganás un pistarrajal. Las instrucciones son difíciles de conseguir. Uno que sale en la tele dice que no las da. ¡Ah!, y un walkie talkie, que suben los celus.
Esto de ser niño me preocupa porque asegura don Antonio -el papito de Luis- que cuando seamos mayores tenemos que pagar no sé cuantos miles de pesos por las deudas que contrae el Gobierno. Ala madre, Santa, ¿será posible que todavía no he ganado un len y ya debo un montón de pisto?. No entiendo mucho de política pero dejaré de cantinearme a Claudita porque entonces deberé el doble, ¡digo yo!.
Mira vos Santa, creo que el mejor regalo de todos es que me llevés a dar una vuelta por donde tu vivís. Allí todo blanquito, silencioso, bien mango, cool, sin nadie que te joda. Algún rebuzno de reno impertinente pero poco más. Aquí, entre el humo de las camionetas, los mareros y los rebuznos, también impertinentes, aunque no de renos, la vida es muy particular.
Te quiero.
Pablete

lunes, 14 de diciembre de 2009

Linchamientos

Con frecuencia, asistimos a un linchamiento en cualquier parte del país. Recientemente, se produjeron algunos en los que, además, de prender fuego a alguna auto patrulla de la PNC se invadieron instalaciones policiales. Ese tipo de “crimen popular” no ha sido ni perseguido ni castigado con la necesaria contundencia y proyecta una imagen pobre del país y más preocupante del Gobierno.
Habría que comenzar preguntándose quién tiene la capacidad de convocar en el área rural a un grupo numeroso de personas donde los medios de comunicación no son los mejores ni el transporte público tampoco. Me da que la respuesta quedaría reducida al líder político-social o al religioso. ¿Se me olvida alguien?. Por tanto, habría que investigar a esos “nuevos Lynch’s locales” para poder llegar al meollo del asunto y depurar responsabilidades. Otra cuestión sobre la que reflexionar es que esos actos, al igual que los azotes públicos y otros castigos denigrantes que atentan contra los derechos del individuo, nada tienen de maya y mucho de salvajismo. De una vez por todas hay que debatir seriamente sobre los límites del derecho consuetudinario. Quienes lo practican o lo permiten, a veces en presencia o con participación de menores, deberían también ser indagados, cuando no enjuiciados. Hay que dejarse de sandeces y posicionarse frente a ese tipo de comportamientos delictivos. ¿Cuánto de aquello trae estas consecuencias?.
No creo que sea producto, como muchos sostienen, de los años de conflicto. De ser así veríamos lo mismo o parecido en Colombia, en El Salvador, en Bosnia o en cualquier otra parte del mundo. Sin embargo, los casos más recientes que me vienen a la memoria son los del oeste americano de los siglos XVIII y XIX, cuando grupos de asaltantes, de cuatreros y de asesinos campaban a sus anchas e imponían la ley del más fuerte. ¿Será que esa es la situación del país y no queremos reconocerlo?.
Se observan pocas denuncias públicas y menos reacción política local que condenen esa conducta criminal que implica a todos, colectivo indígena incluido. Esa clase de comportamiento debe ser manifiesta y contundentemente censurada y no escudarse en lo mal que realmente estamos y en cómo no funciona ni la seguridad ni la justica, que también es una gran verdad. “Orgullosos” de mantener uno de los mayores índices de muertes violentas e incapaces de reducirlos a pesar de “planes” inexistentes y promesas incumplidas, pareciera que también debemos estar “contentos” de ocupar el primer lugar en bárbaras ejecuciones populares.
No hablamos solamente de castigar a un infractor, que ni puede defenderse ni cuenta con la oportunidad de declarar su inocencia, sino de todo un rito de destrucción del ser humano, de la violación sistemática del mismo y del desprecio de valores fundamentales. Se le golpea, se le arrastra hasta que la carne queda al descubierto, se le corta en trozos y/o se le prende fuego sin mayor piedad. ¿Qué delito puede tener un castigo similar?. ¿Qué justicia es esa?. ¿Por qué el Gobierno no hace presencia inmediata e impide que eso ocurra?. Parece que la incapacidad o el interés ocupan un importante papel en la gestión de esas situaciones de crisis. ¿Quiénes ganan al final con todo ello?.
Si antes dábamos pena, ahora damos vergüenza. Seguimos sin querer saber quiénes son ni enfrentar el tema con la inflexibilidad que merece. ¿Por qué no suprimir la ayuda de cohesión social en lugares donde eso ocurra?. Mientras eso ocurre, el Gobierno dilapida dinero en celebrar el día de la transparencia. ¿Se puede tener el norte más perdido?.

lunes, 7 de diciembre de 2009

La Corte

En reciente sentencia, la Corte de Constitucionalidad (CC) sembró más inseguridad jurídica en el país de la ya existente. Por tres votos contra dos, dio la razón a la Comisión Nacional de Energía Eléctrica frente al amparo de la Empresa Eléctrica (EEGSA). Dictaminó que el ente gubernamental puede fijar el VAD, es decir la parte proporcional de la tarifa que va a parar a la distribuidora. Eso es mucho más que un tecnicismo jurídico y su trascendencia la pagaremos todos en el mediano plazo. El reclamo internacional apunta a más de Q5.000 millones. Si usted es inversor ya sabe que se expone a que ese ente, insisto del Gobierno, regule los beneficios de su inversión al capricho del momento y no podrá acudir a ninguna instancia judicial para exponer o pelear su caso puesto que ya se dictó sentencia definitiva. Sus inversiones quedarán condicionadas a la relación que mantenga con el poder.
Cuando se llevó a cabo la privatización, se publicó una ley que “aseguraba”, precisamente, que ni las distribuidoras ni el órgano central pudieran amañar los procesos en su beneficio. Se certificaba con ello que el precio final debería fijarse por alguien con capacidad técnica que no perteneciera ni al Gobierno ni obedeciera a los intereses de las empresas. Por ello, la Comisión Pericial, conformada por expertos en la materia, debería ser la única con esa capacidad (véase Chile). Sin embargo, la particular interpretación, mínimamente ganada, de la CC fija nuevas y preocupantes reglas de juego para los negocios en general, ya que la distribución afecta a todo el colectivo empresarial y de ahí la trascendencia del evento. Ahora, cualquier Gobierno puede agarrar, por donde yo me sé, a quienes pensaban que eso era un problema de la EEGSA. ¿Cuánto pagará su empresa por la próxima factura eléctrica?, la respuesta es que el Gobierno de turno lo decidirá. ¡Agárrese a las consecuencias!.
Por otra parte, eso de que todas las disputas puedan llegar a la CC parece un mecanismo perverso. En otros lugares del mundo, esos que denominamos civilizados, a donde viajamos y nos maravillamos de lo que ocurre, la CC se limita a resolver interpretaciones de la Constitución. Es decir, termina siendo un tribunal de interpretación política, más que penal, administrativo o civil. El hecho de utilizar la CC como “Súper Corte Suprema de Justicia” la deja en evidencia y debería atraer la atención del ciudadano en la elección y en el actuar de sus integrantes. ¿Cómo es posible que algún magistrado cuyo hijo trabaja en una importante Dirección de Gobierno pueda resolver imparcialmente asuntos donde el Gobierno es parte?, o ¿cuántos son catedráticos asalariados de universidad pública o suplentes con despacho abierto?. Si se incursiona en el Derecho, la excusa o la recusación son instrumentos que intentan prevenir la actuación tendenciosa e incluso delictiva de magistrados que son juez y parte en ciertos asuntos.
Tras el empacho de la pasada elección de magistrados pareciera que hay un conformismo con la actual situación y, sin embargo, el peligro sigue latente. Mientras exista una CC conformada políticamente, como ahora, y pueda conocer de todos los asuntos, de nada nos sirve que fiscalicemos la selección de jueces o tribunales de menor nivel. Si a ello le añadimos que hay intereses de algunos magistrados que pueden incidir en el principio de independencia judicial, la suerte está echada.
Los inversionistas sí terminan por valorar todos esos puntos. ¿Será por eso la reciente escasa oferta -3 de 16 posibles- (una es del propio Estado), en la licitación de anillos de transporte eléctrico?.