Egipto acapara la atención mundial. Miles de manifestantes han forzado la salida del presidente Mubarak y buscan alternativas de gobierno para el país africano, algo similar a lo sucedido semanas atrás en Túnez y que comienza en Yemen. Occidente, parece ahora advertir la opresión política en el mundo árabe y “de pronto” descubre que todo el norte de África y la gran mayoría de los países árabes de Medio Oriente son dictaduras disfrazadas: partido único, reinos, sultanatos o estrafalarias democracias. También, que muchos de sus presidentes llevan una treintena de años en el poder y que se reeligen o designan a sus hijos como sucesores creando un régimen dinástico, algo muy criticado y condenado en Corea del Norte mientras en estos otros lugares es aprobado y admitido por la hipocresía de la particular política exterior de los países desarrollados: Europa, Federación Rusa y Estados Unidos, ente otros.
Contar con socios que aseguren el suministro de petróleo, de gas o sosieguen y silencien, sin importar la forma, a potenciales migrantes, es una tranquilidad para los “grandes”. Otra cosa es sacar a Zelaya de Honduras, ahí se pronunciaron, denunciaron y presionaron con toda su “diplomacia” para que las cosas volvieran a la “normalidad democrática”. Cuando se trata de dictadores como Castro, Chávez o quienes ocupan las presidencias de aquellos países árabes -o de toda África- es otra cosa. Sacar los blancos e inmaculados dientes a relucir podría generar consecuencias políticas y económicas de alto impacto y, por tanto, mejor callar. Es el realismo político más bajo, ruin y mediocre de quienes pactan con el diablo a cualquier precio para obtener privilegios y beneficios, importándoles un cuerno si las personas están sometidas, aterrorizadas, sujetas a presiones políticas, son puestas en prisión o asesinadas de múltiples formas.
Esos regímenes que ahora se tambalean y comienzan a querer caer -o como juego de fichas de dómino que arrastran unas a otras- son producto de situaciones consentidas por las grandes potencias en su exclusivo beneficio y privilegio. Frente a la tiranía política pocas cosas tienen cabida y la revolución enfocada hacia el otro extremo suele ser tan mala o contraproducente como la situación que se vive, así que pocas esperanzas se vaticinan, salvo saltar de un lado al otro del péndulo. La reacción peor que la solución y el integrismo islámico es una sombra de fondo.
Igual que en el fraudulento proceso electoral iraní, evidenciado por las redes sociales, no esperemos grandes cambios ni posturas categóricas de los poderosos. La tibieza será lo normal. La autodeterminación y no inmiscuirse en los procesos internos serán los pilares que sustenten cualquier discurso oficial y las reuniones urgentes de la ONU, de la OEA o de cualquier otro organismo internacional, por supuesto que no ocurrirán, a diferencia del caso hondureño, cuando en 48 horas se movilizaron para protestar contra el pequeñito centroamericano que hizo sus deberes políticos. La igualdad, la justicia, los valores universales y los principios democráticos a los que se apela constantemente no importan en esta ocasión y serán eclipsados por otros diferentes.
Demandamos democracia en demasía y pensamos que ahí está la solución de todo. Nos dejamos llevar por el espejismo de “grandes gobernantes” que oscurecen nuestro entender y raciocinio e ignoramos la realidad porque nos conviene. Sacrificamos, conscientemente, la libertad de otros sin darnos cuenta de que también anulamos parte de la nuestra. Dejamos de pensar y nos convertimos en autómatas de quienes tienen el micrófono internacional ¡Porca miseria!
Muy interesante, don Pedro, el sistema diplomático de las grandes potencias. Guatemala es un digno ejemplo. Mantuvieron a Ubico en el poder porque, a pesar de ser simpatizante secreto de las potencias del eje, era sumamente manejable. Lo mismo pasaba con el mandatario salvadoreño, se me escapa el nombre. Honduras era una gran colonia bananera. Cuando los gringos vieron la primera amenaza comunista en la región, acicateada por la terquedad de PonceVaides de quedarse con el poder, practicamente de la noche a la mañana surgió el movimiento del 20 de octubre (estrictamente hablo del movimiento militar).
ResponderEliminarLo que los guatemaltecos llamamos la "Primavera Democrática", del 44 al 54, no fue más que una pifia gringa pues le dieron el visto bueno a quien no debian. Esto lo corrigieron con la conocida historia de Castillo Armas y asociados.
Luego nos apretaron la gamarra con los subsiguientes gobiernos militares. Pues se decía que sí Guatemala caía en manos del comunismo, caía el resto de América Latina. El presidente Reagan decía que le daba pánico saber que sí entraba el comunismo al sur de su frontera, la gringa, los misiles atómicos estarían a menos de 20 minutos de sus blancos. Por eso había que mantener esa frontera lo más lejos posible.
Jimmy Carter, el adalid de los DDHH grindos, diz que le dio la espalda a Guatemala, que se había convertido en el ogro anatiderechos humanos. Este presidente americano no hizo nada bien. Recuerden la operación fallida para rescatar a sus diplomáticos secuestrados en Irán, un verdadero ridículo a nivel mundial. Sin embargo, a pesar que le "quitó" la ayuda militar a Guatemala, no estaba en sus prioridades de agenda hacer nada más por el país. Lo único que le interesaba era quitarse el Sambenito de los DDHH.
Entonces aparecieron oscuros personajes que se aprovecharon de la situción para llevar agua a su molino, como la Harbury, casada con Bámaca mucho tiempo después de muerto. Esta señora fue resucitada por el actual gobierno, con claros fines anti PP. El problema es que hacer regresar de ultratumba a un espectro, es lo mismo que destapar la olla de grillos enmedio de un gallinero.
La pregunta más importante, que yo formularía, es qué importancia tienen estos movimientos del mundo árabe para nosotros aquí en Guatemala.
Creo que únicamente veremos una consecuencia... subida general de precios, por aumento de los combustibles. No habían anunciado problemas en Egipto cuando al día siguiente en Guatemala los precios de los combustibles habían subido (¡¡!!).
Siempre me he hecho esta pregunta y aprovecho la oportunidad para expresarla, a ver sí usted o alguno de sus amables lectores me la contesta. ¿Para el 15 de septiembre de 1821, hubo escalada de precios o los próceres/comerciantes mantuvieron el valor de la canasta básica?
Que pase un buen día don Pedro.