lunes, 27 de febrero de 2012

Partidos y parásitos

Es responsabilidad ciudadana, y de nadie más, prescindir de los malos políticos

Con el inicio del año, el nuevo gobierno y las intenciones de cada cual, se ha perdido la perspectiva y olvidado debates de finales de 2011. En aquel entonces se hablaba -por parte de algunos crédulos- del liderazgo de Sandra Torres o de las posibilidades de futuro de Manuel Baldizón, ambos desaparecidos hoy de la arena pública. La hecatombe de la UNE, manifiesta con la salida de casi todos los diputados y particularmente de dos personajes fieles a la ex, revela que hay partidos y organizaciones construidas - con fines realmente preocupantes- en torno a ambiciosos personajes. Lección que debería servir para promover el necesario cambio y no llegar a 2015 con la misma maraña electoral ni con idénticos trepadores en el juego.
En el vecino El Salvador se debate la propuesta de elección directa de diputados -antes fue en Honduras- y aquí deberíamos comenzar a exigirla, de manera que se le ponga fin a los habituales sinvergüenzas. Algunos quieren mantener el sistema porque posibilita la corrupción. No hay otro argumento racional. El alto grado de transfuguismo permite inferir el precio al que se venden algunos y los valores que manejan. Las contrataciones masivas de personal “auxiliar” en el Congreso -a precios muy superiores a los del mercado- son el pago de favores y la forma rentista y mercantilista con la que se manejan. El despilfarro de dinero público en viajes, festejos, regalos o fondo rotativos, es otro indicador de su actuar y del fin último de un colectivo que se autoprotege y no se denuncia entre ellos. Como ciudadanos que pagamos todas esas bacanales, es preciso tomar las riendas del tema y proponer (e implementar) la elección de los diputados con listas abiertas, independientemente del partido al que estén adscritos, así como suspender a aquel que se cambie a otro partido mientras deba responder a sus electores por la formación que fue electo. Con ello el votante -el que tiene y delega el poder- podría castigar directa y puntualmente a quienes actúan de forma deshonrosa y el acceso al Congreso se haría en función de una designación directa y no a través de la compra de la plaza, sea esta aportando fondos económicos, votantes, privilegios, influencia o cualquier otra.
Esta claro que el “liderazgo” no se discute ni se configura dentro de los partidos. No hay discusión interna. Sandra Torres imponía condiciones cuando tenía poder (¡así le ha ido!); Baldizón funcionaba de idéntica manera (¡así le va!). Arzú impuso a su esposa para una candidatura estéril y pueril (¡así le irá!), y se descubre que cada voto del Unionismo ha salido por un ojo de la cara (el más alto de toda la campaña), aunque como es subvencionado con dinero público a los déspotas que manejan esas situaciones les importa un soberano bledo. Todo les va bien, mientras sigan viviendo del cuento y ejerciendo un autoritarismo que para nada responde a los parámetros republicanos (democráticos dirían algunos) propios de la organización política que tenemos. Dejemos la frágil memoria a un lado y emprendamos el camino necesario -imperativo- del cambio para que este choteo de congresista, políticos aprovechados y otros vividores del sistema sea una historia que contar a nuestros nietos y de preferencia, todavía, a nuestros hijos. No podemos seguir con este modelo de privilegios y de manoseo indiscriminado de dinero publico sin que quienes lo sustentan y permiten no estén en la cárcel, delante de un juez o fuera de la política.

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