Un programa de TV que evidenció como cooperación sueca financia proyectos "poco claros", desató un huracán de puritanas críticas. Se publicaron, entre otros, artículos de Frank La Rue (CALDH), actualmente relator para la libertad de expresión; de Iduvina Estalinova Hernández (SEDEM) y varios repetitivos, amañados y con falsedades de Irmalicia Velásquez (Directora del programa Oxlajuj Tzi´kin). Difundieron por mail sendas cartas. Una, firmada por la Oficina de Derechos Humanos del Arzobispado (Nery Rodenas, aspirante a PDH), por la fundación Rigoberta Menchú, por la Asociación de Abogados Mayas, por la Fundación Myrna Mack, etc, y otra de la Comisión de Juristas Internacionales (Ramón Cadena, ex candidato a alcalde por la URNG). En Facebook se pueden ver fotografías y comentarios del improvisado homenaje al embajador nórdico por la Fundación Sobrevivientes (Norma Cruz, ex pareja del condenado por violación de su hija y ex secretario general de la URNG Arnoldo Noriega); ataques sistemáticos del Consejo de Juventudes Indígenas y otras manifestaciones similares como una desubicada pancarta en la marcha indígena-campesina. La campaña tendía a dar por buenas las aclaraciones de aquella embajada y desprestigiar a quienes hicieron el programa. NADIE contactó con los editores para corroborar la versión ni pidieron aclaraciones o informes, incluido el “relator de la libertad de expresión”. Aceptaron -sin discusión- la versión diplomática y se lanzaron a difundirla con fuerza y agresividad. Una confesó que “le dio vergüenza”, supongo que de si misma por su actitud frívola, interesada e ideologizada. ¿Qué tienen en común? ¿Por qué ese comportamiento estrambótico y alocado? TODOS son socios y/o reciben grandes cantidades de dinero, especialmente de la organización Diakonia. "Elite” burocrática de la sociedad civil que permuta las actividades productivas por otras subvencionadas y se han profesionalizado como coaliciones distributivas (Mancur Olson). Con sus repulsas, evidencian una tela de araña cuyo fin es manejar el país; a fin de cuentas es un tema de poder. Casi todos ellos -y muchos más- están ligados (o estuvieron) a formaciones políticas que apenas nadie vota y el fracaso en las urnas (democracia) pretenden revertirlo, sin importar el método, mediante presión y con dinero procedente del exterior (injerencia y despotismo), como es el caso de la sueca Diakonia, aunque también hay contratos de otros cooperantes. Conforman una suerte de grupos paralelos de poder que debería investigar CICIG, pero la cercan con sus propuestas, aportes, consultorías, adulaciones o proyectos; se quedan con un importante porcentaje de la ayuda que reciben (25/30%, según estima la propia Irmalicia Velásquez) y se asignan sueldos de miles de dólares/mes. Son capaces de vender su pluma, sus consejos, sus elucubraciones jurídicas y hasta su alma, operando desde un Xibalbá interesadamente creado y no soportan que fueran evidenciados en el programa de televisión. De uno de los “directores de orquesta” copio textualmente lo publicado en prensa: LeMoyne califica esta oficina [Alto Comisionado de ONU] en Colombia como “incompetente” y también expresa tener “sus reservas” con respecto al representante Michael Frühling. Actualmente es el embajador sueco en Guatemala, después de que “casualmente” cesara allá. No todos los suecos piensan igual, lea a Johan Norberg (En defensa del capitalismo global) o si prefiere ojee los estudios de los economistas africanos George Ayittei y Dambisa Moyo, que culpan a países de Occidente de prolongar la pobreza en África, algo que sostienen con estadísticas, cifras y evidencias. Para mientras: ¡bienvenido al espectáculo circense y virulento de los camuflados vividores de ayuda internacional!
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