Lo que se ve y lo que no se siente
Me preocupa el
reduccionismo que se ha hecho de la crisis europea, focalizado en el ámbito
económico-financiero. Es cierto que existe una enorme deuda –sin cuantificar–
en muchos países de la Unión Europea y no lo es menos que las soluciones para su
refinanciación no son ni populares ni aceptadas. Sin embargo, si el problema
fuera exclusivamente económico bastaría, simplificando, establecer y cumplir un
calendario de amortización. Dicho de otra forma simplista, el tema económico es
a fin de cuentas algo numérico que se puede afrontar con un plan rígido que
optimice y contenga el gasto público. Si es así de “fácil” ¿por qué la
resistencia a su implementación? La pregunta invita a reflexionar sobre la
clave de la “verdadera” crisis.
Hay dos generaciones de
ciudadanos europeos educados, desde que nacieron, en una filosofía de asistencialismo
estatal de la que no pueden zafarse por su enraizamiento. Desde la mas tierna
infancia, experimentaron la salud “gratis”, la educación “gratis”, el
transporte público subvencionado, la ayuda para adquisición de vivienda, los préstamos
a bajo interés; jugaron en parque públicos con múltiples diversiones porque de
lo contrario se cambiaba al alcalde hasta que alguno las instalara; tuvieron
acceso a centros recreativos municipales donde -también “gratis”- disfrutaban
de piscinas, canchas de tenis o campo de futbol y sabían a la perfección que si
eran tres o mas hermanos, el Estado les reducía sustancialmente el pago
impositivo, además de otros beneficios como familia numerosa. La experiencia de
vida les mostró que habían nacido en un espacio geopolítico en el que los consolidados
derechos eran el preámbulo de cualquier solicitud, fuese racional o no. De las
obligaciones jamás se habló en las escuelas, en las charlas familiares o en
inexistentes foros que únicamente se organizaban esporádicamente para reclamar
más derechos. Todo debía ser gratis y que pagaran otros que eran desconocidos
para muchos e identificados, por los más ideologizados, como “los ricos”. Se
gastó todo lo que se pudo; consecuentemente se robo todo lo que se permitió y
consiguientemente se construyó infraestructura que, en el caso español, se
identifica inútil y valorada en más de 10 mil millones de euros.
El tiempo -que todo lo pone
en su sitio- revela una deuda que comenzó, como aquella de la burbuja inmobiliaria,
con unas decenas de millones para ir creciendo como bola de nieve y remontar la
centena de miles de millones, sin ser la cifra definitiva. Llegó la hora de
hacer cuentas y cada ciudadano tiene una deuda que ni siquiera imagina y mucho
menos podrá pagar. Hablar de responsabilidad aparece inesperadamente y esas
generaciones en su madurez deben de abordar una discusión para la que no están
preparados ni dispuestos. Entienden el endeudamiento, porque es algo evidente,
pero achacan sus males a los gobiernos y a los políticos, sin darse cuenta que
ellos y sus padres fueron quienes los votaron y permitieron todo aquello, en la
medida que ellos mismos disfrutaban de servicios “gratuitos” como los antes
relatados. Son dos generaciones perdidas que deberán pasar para que otras
nuevas entiendan que hay que hablar de derechos y de responsabilidades de forma
simultánea y que nada es gratis sino que en el largo plazo alguien debe de
hacer frente a los desmanes de otros. Matemáticamente se soluciona el problema
en poco tiempo, socialmente requerirá de dos nuevas generaciones, es decir, 20
o 30 años mas. Esto es la verdadera lección a
aprender de la crisis, allí y aquí.
ESTIMADOS HERMANOS:
ResponderEliminarSoliciten al sitio UN.ORG/ES de la organizacion de las naciones unidas a mi email denominado DEMOGRAFICA ABSOLUCION MUNDIAL porque resuelve a la absolucion demográfica mundial de la delincuencia y del ecumenismo cristiano eclesiastico como tambien a la susceptiblidad de la gente y a la cohibicion social del mundo por mi intercesion politica con la organizacion de las naciones unidas y con la organizacion de los estados americanos.
Atentamente:
Jorge Vinicio Santos Gonzalez,
Documento de identificacion personal:
1999-01058-0101 Guatemala,
Cédula de Vecindad:
ORDEN: A-1, REGISTRO: 825,466,
Ciudadano de Guatemala de la América Central.