¡La vida pirata es la vida mejor!...
Ahhhh, la botella de ron….
Ni
cambio de legislatura ni renovación del Congreso ni Constituyente ni leches
¡Esto tiene difícil solución! La razón principal es que muchos cerebros tienen enquistado
un costumbrismo donde la falta de ética es protagonista. A demasiados
habitantes del país no les preocupa -ni les interesa- ordenar el mismo, buscar
justicia o actuar con decencia, sino
formar parte de algún grupo de privilegiados para hacerse con cualquiera de los
botines creados desde antaño. Se trata de asaltar el botín de los medicamentos,
el de los fertilizantes, fundar una ONG para que adjudiquen obras o dedicarse
al negocio del transporte público para recibir sustanciosas subvenciones, entre
otros. Los capitalinos pagan el fertilizante de los campesinos y aquellos
subvencionan el transporte de los primeros mientras entre los dos asumen el
elevado costo de los privilegios de los funcionarios ¡Incomprensible absurdo! Millones
que estimulan la depredación y fomentan la creación de monopolios y oligopolios
que hacen que los concursos se diseñen a medida de los oferentes. Los
sindicados, por su parte, negocian con quienes llegan al poder y obtienen una
sustancial tajada a través de prerrogativas impensables en otros países. Al
final del día la piratería -no la ética- es la protagonista del quehacer de
todos esos zopilotes que engullen el festín que el resto pagamos.
Lo
mismo hacen aquellos “indignados” desde el otro lado del Atlántico, pidiendo no
un ajuste para salir de la crisis sino que haya más dispendio de recursos
económicos para ahondarla. No entienden de economía ni de responsabilidad
individual, ¡qué bonito es vivir a costa de los demás! Se escudan en el
discurso de que sean los “ricos” o aquellos que “más ganan”, quienes asuman
esos despilfarros -o robos- y promueven una irracional discusión para que otros
paguen lo que ellos quieren disfrutar, sin devolver nada de lo que reciben. La
salud "gratis", la educación también y por supuesto las carreteras,
la conservación del medio ambiente, el transporte, etc. Aducen que la
democracia -que entienden como el gobierno de la mayoría- debe de predominar en
todo eso, aceptando que muchos decidan lo que pocos deben de hacer, salvo
cuando los pocos pueden esgrimir derechos ancestrales, indigenismo, género, situaciones
históricas o no importa que otra excusa para contradecir e invertir el primer
discurso. Quieren vivir como aquellos que condenan, pero no se atreven a ser
tan directos. No dicen la verdad de lo que persiguen pero codician lo del
vecino y cuando lo obtienen lo esconden o lo niegan, como el oro robado a
barcos que los piratas enterraban para que nadie supiera ni se lo quitaran.
No
somos un paisito de mierda, como
alguien dijo, pero si de una manifiesta y extendida falta de ética, donde la
práctica de las buenas costumbres y el respeto por la norma se reserva para la
casa o cuando se sale al extranjero, fuera de ahí, la ley del más fuerte se
hace visible en cualquier colectivo. Promovemos el chispudo, el motorista "pilas"
que peligrosamente se atraviesa entre los carros sin respetar y el "buena onda" que sin escrúpulos
nos cuela en la fila, admirando y reconociendo al pícaro que vulnera las
reglas, en lugar de censurarlo por cara dura. Vivimos permanentemente un
festival de locos donde la estupidez y la hipocresía ocupan lugares destacados.
Hemos aprendido a coexistir con ello, lo aceptamos como "patrimonio
nacional" y hasta es simpático, aunque comienza a ser un problema.
¡La
vida pirata es la vida mejor!, sin trabajar....
Como siempre excelente Pedro. Las 'leyes' se han dedicado a expoliar más que a limitar, que es su razón de ser. Todas las clases sociales le quitan a todas, a tal extremo, que ya nadie sabe que es justo y que no. No dejamos que la libertad sea la reyna, no creemos en la gran obra de Dios, el hombre y su sentido común.
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