“Hay tres maneras
de hacer las cosas: bien, mal y como yo las hago” (R. de Niro en Casino)
El anuncio del arribo de un nuevo fiscal para CICIG -un italiano
experto en mafias- coincidió con dos lamentables hechos protagonizados por
sendos “honorables” diputados del PP. Uno de ellos, intentó sobornar a un
periodista; el otro, pretendía celebrar las fiestas del pueblo pidiendo dinero
a sus conciudadanos para que corrieran con los gastos que él planificaba hacer -y
capitalizar- en tan magno evento popular ¡Que caraduras!
¡No sabe el italiano donde se mete! Aquí, don Antonio, las mafias están
más enraizadas que en Palermo. Toto Riina es un lactante al lado de estos
mañosos que actúan con absoluto descaro y desdeñan el riesgo y la publicidad
porque son ¡bien machos! o mamarrachos. Cuando así se obra únicamente hay dos
razones: la estupidez y la ignorancia, algo posible pero no probable, o la costumbre
y el hábito a la impunidad que pareciera ser más acertado para analizar esos
dos casos. Cuando descaradamente alguien firma una carta solicitando dinero o
introduce billetes en el bolsillo de la ropa de una persona, el mensaje -más
allá del específico en cada caso- es que se puede hacer sin problemas y al no
ser la primera vez que lo hacen, no es necesario cuidar las formas más
elementales de prudencia. Estamos ante un comportamiento delictivo, inmoral,
improcedente o todo junto. Lo más lamentable es que el partido oficial no ha
respondido en estos asuntos -ni en otros similares- con la contundencia
esperada. Cuando un funcionario público -sea quien sea- se ve envuelto en un
escándalo -o delito- de esa clase, el liderazgo del partido debe, al menos,
suspenderlo inmediatamente de militancia, cuando no expulsarlo y siempre
investigarlo. La debilidad de la dirección política del PP únicamente refleja
falta de claridad, complicidad o cualquier otra interpretación negativa, pero no
contundencia, lucha por la transparencia ni mucho menos la “mano dura” que
prometieron y que se entendería como vector de gestión.
No son buenos dirigentes quienes carecen de la fortaleza necesaria para
sacar de un plumazo a inmorales que se comportan inapropiadamente. Ni siquiera
la prudencia puede ser pretexto que dilate la inminente actuación. Tanto uno
como otro no pusieron, seguramente, el dinero de su bolsillo, sino que lo
obtuvieron de algún fondo público, lo que añade circunstancias agravantes a su deplorable
actuar. Es así que se continúa consintiendo el gasto caprichoso de los fondos
rotativos (caja chica), en cantidades milenarias que se esconden bajo rubros
desconocidos. Estos émulos de Billy “el niño” o de Al Capone, deben de recibir
un rechazo popular inmediato. Es preciso extrañarlos y si los diputados fueran
medianamente serios, les retirarían la palabra, pero en su lugar votaron por no
conforma una comisión de investigación. Como decía un periodista del viejo
continente: “lo malo no es que te tomen por imbécil, sino que te lo digan en tu
cara”, que es exactamente lo que el Congreso ha hecho. Desconozco en qué
momento ocurrirá algo que de verdad sea el punto de inflexión y quiebre de estos
comportamientos corruptos. Señora Vicepresidente, como encargada de la
trasparencia -pero también secretaria general del PP- acaba de elevar sustancialmente
el debe de su cuenta política y ponerlo en rojo. Las pequeñas cosas hacen la
diferencia -estas no son tan pequeñas-, salvo que quieran seguir como de
costumbre y no pasar a la historia más allá de las páginas amarillas junto a
otros que en su momento criticaron ¡Capichi!
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