Aunque muchos crean una mentira, no se convierte en verdad
Si le preguntasen cuál es la región del mundo con el mayor porcentaje
de mujeres asesinadas respecto de hombres, posiblemente respondería que América
Latina -o Centroamérica- porque esa es la sensación que transmiten muchos medios.
Sin embargo, el informe Global study on homicide 2011
(UNODC) aclara que es Europa, con un 27% de crímenes femeninos, siendo América
la que cuenta con menor porcentaje: 10%. Los europeos tienen un grave problema e
inundan con ayuda económica y presiones varias, que se traduce aquí -por interesados
portavoces- en falsas percepciones sobre lo que realmente ocurre. El INACIF
reporta -octubre 2012- un 12.94% de homicidios femeninos frente a los
masculinos, corroborando las cifras anteriores y evidenciando que estamos por
debajo de la sobredimensión que algunos presentan. Es cierto que el femicidio
es un crimen en el que hay ensañamiento contra las víctimas (mujeres), sin
embargo, también el INACIF recoge que han parecido 10 cadáveres de mujeres
decapitadas o desmembradas, frente a 18 de hombres, desvaneciendo, nuevamente,
la magnificación de las apreciaciones gratuitas que endilgan ciertas
manipuladoras. El movimiento “antifemicidio” logró captar fondos europeos para
instigar con el problema del viejo continente y lo que se ha conseguido
plenamente es viciar la realidad ignorando nueve asesinatos masculinos por cada
uno femenino. Se han creado juzgados especiales, fiscalías ad hoc y movimientos
contra ese tipo de crímenes, pero olvidado el auténtico problema del país: el homicidio,
no importa quien sea. Vividores de esas peroratas jalan agua para su molino,
mientras la ciudadanía -incrédula y emotiva- cree a pies juntitos lo que falsa
y desconfigurada -aunque interesadamente- le venden.
En igual fecha y fuente, se contabilizan 20,18% de agresiones sexuales
sobre hombres -porcentaje mayor que el de mujeres asesinadas- sin que nadie preste
un ápice de atención, porque no es problema fuera del país ni dan dinero para
ello. Los Departamentos donde más ocurren esas agresiones -al margen de la
capital y alrededores por dificultad de estratificar- son Cobán, Escuintla, Quetzaltenango,
Suchitepechez y Chimaltenango casi todos de población indígena (según el INE), siendo
Zacapa un 25% más bajo que los citados. Dos razones, al menos, para obviar el
asunto, a pesar de sumar más de 4 mil casos hasta ahora. Una, que no hay dinero
para los vividores promocionales; otra, que parece políticamente incorrecto
decir que en Occidente la violencia sexual (posiblemente contra niños) es
muchísimo mayor que en Oriente, porque desvirtuaría esa versión del “indigenismo
bueno” que pretenden imponer.
De otro lado, el informe Poverty in numbers (2011), evidencia
con cifras que el número de pobres en el mundo -y en la región- desciende, a
pesar de discursos contrarios en otra dirección marcados por intereses
ideológico-monetarios de grupos parcializados. Se reduce la pobreza, aunque les
duela a esa chusma promotora de falsos tópicos que además se niega a estudiar
con honestidad intelectual y ausencia de ideología la realidad, porque es
preferible vender falsedades que den dividendos a certezas que confronten la verdad.
Seguirán mercadeando esas y otras falacias para recaudar fondos y promover escenarios
que para nada contribuyen a enfrentar el auténtico problema: la muerte violenta
de un importante número de personas (y las agresiones sexuales a menores) y
reconocer una afortunada situación: avanzamos a pesar de ellos/as. El dinero
termina desvirtuando -y lo que es peor corrompiendo- las políticas públicas a implementar
y desvía la atención de las soluciones que deberían adoptarse. Más de lo mismo,
y de los mismos.
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