Fragmento de
historia de salacuim
Por:
Evelio Prado
Con
colaboración de: Bernardo Prado
El
que olvida su historia está condenado a repetirla
(Jorge Agustín Nicolás
Ruiz, Filósofo Español)
INTRODUCCION
Este
pequeño documento se escribió como un homenaje a la memoria de las 22 personas
que ofrendaron sus vidas por Salacuim, la tierra que nuestros padres nos
heredaron. Y también para que las nuevas generaciones conozcan los pormenores
de una tragedia que ocurrió hace treinta años la cuál alteró significativamente la vida de los
habitantes, dejando secuelas que hasta
hoy día son visibles…
Bienvenidos
pues a la lectura de este sencillo relato.
CONTENIDO
La
aldea Salacuim, donde nací, está ubicada
a unos 100 kilómetros al norte de la ciudad de Cobán A.V.
Empiezo
de esta manera el relato de un suceso demasiado traumático para mi, que ha
estado en mi cabeza durante treinta años, sin que nada pueda atenuarlo: La
masacre ocurrida el 10 de mayo de 1982, en la aldea Salacuim, Cobán Alta
Verapaz, realizada por los subversivos del Ejército Guerrillero de los pobres,
E.G.P.
Esta
masacre, digamos que fue el clímax del terror que durante muchos años
nos causó el E.G.P.
Para
que mi relato sobre este asunto sea un poco más claro, trataré de ir en
orden cronológico, o sea según hayan ocurrido los hechos. En mi aldea,
Desde que era niño empecé a escuchar noticias y comentarios acerca
de este grupo armado, y a medida que fui creciendo también
lo fue el acoso de ellos, porque se sabía que llegaban a las
comunidades vecinas, que pasaban de un lugar a otro, que eran vistos por
aquí y por allá, que eran amigos de los pobres, enemigos acérrimos de los
ricos, y que se enfrentaban al ejército, etc. etc.
Según
recuerdo, más o menos en el año 1979, este grupo armado hizo su aparición
por la región que está al sur de Salacuim. Es una región de unos
70 a 80 kilómetros cuadrados, poblada de comunidades y caseríos,
y donde muchas personas tenían sus fincas. Y su primer paso fue utilizar
espías para tener una idea de la situación. También utilizaron a algunos
religiosos, para que con el pretexto de ofrecer alguna doctrina religiosa, fueran
trabajando las mentes de las personas para desviarlas hacia su anacrónica
ideología y reclutarlas para sus perversos propósitos. Mi tío Cipriano Prado
cayó en esa trampa mortal, él vivía en una comunidad llamada El baldío, todos
los de su casa fueron convencidos por esa falsa enseñanza y el final para ellos
fue fatal.
No
pasó mucho tiempo para que la presencia de este grupo armado fuera
más notoria entre las comunidades y caseríos de esa región. Esto fue más o
menos entre fines del año 1980 y el primer semestre del año 1981. Pero
repentinamente cambiaron de tema, el asunto religioso dejó de ser su oferta,
pusieron en marcha el siguiente paso: Se presentaron tal cual eran,
mostraron sus armas, se declararon defensores de los pobres y motivaron a
los habitantes de esas comunidades a que reclamaran las tierras ajenas, como
propias. No todas las personas fueron convencidas, se puede decir
que un gran porcentaje no los apoyó, y pagaron con sus vidas por eso.
Mientras los inducían a la confrontación con los dueños de las tierras
los organizaban para iniciar la lucha y la guerra. Inmediatamente empezó
la persecución y muerte de los dueños de fincas y de los que no
simpatizaban con el E.G.P. A lo largo y ancho de esa región
fueron en busca de sus víctimas. Los guías era la misma gente que
ellos ya habían adoctrinado. Las primeras muertes ocurrieron en el mes de
septiembre del año 1981. En una sola noche mataron, en diferentes
lugares, a cinco personas, por ejemplo: en la finca Copalá mataron a mi tío
Salomón Prado, a su yerno Javier García y a otra persona de nombre
Fernando. La misma noche, en la finca las Mercedes, mataron a Don Rodrigo
González y a su hijo Arturo Gonzales. La cacería continuó, en
los días siguientes mataron en la comunidad Jacoc, a don Agustín
Paau y a otro señor de nombre Félix. Luego en San Luis Palo grande dieron
muerte a don Gilberto Leal Leal. En la finca Esperanza Leal, mataron a don
Mario Leal y a don Miguel Chamam. Don Samuel Chub, huyó de ellos, pero a
los pocos días lo localizaron en otra comunidad y lo mataron cruelmente.
Para entonces toda esa región ya estaba bajo el control del E.G.P.
Después
del asesinato de los dueños de fincas lo que siguió fue el éxodo de los
habitantes de esa región. Los que pudieron huir lo hicieron apresuradamente
dejando absolutamente todo lo que poseían: Casas, animales domésticos, ganado,
cultivos, etc. Todo quedó. Muchos no pudieron huir, fueron
retenidos por los guerrilleros y obligados a integrar sus filas. Un
territorio despoblado y completamente bajo control subversivo favoreció
para organizar y construir campamentos donde ubicar a la gente que quedó con
ellos. Nombres tales como RIO CHIQUITO, BETHANIA, PEÑAS
BLANCAS, entre otros, fueron dados a los campamentos construidos para
alojar a sus milicianos, dichos campamentos fueron ubicados
estratégicamente en
lugares accidentados e inaccesibles y eran liderados por gente de
confianza del E.G.P.
De
un momento a otro una multitud de gente en busca de refugio arribó a
Salacuim triplicando así el número de habitantes.
Lo
peor estaba por suceder. El E.G.P. sabiendo que el territorio al sur estaba
bajo su control, puso en marcha el plan de conquistar Salacuim. Ellos ya
tenían una idea de la situación de nuestra aldea, porque anteriormente habían
infiltrado a un par de familias que les informaban y los ponían al tanto. En la
casa de estas familias se encontraron tremendos buzones con alimentos y
pertrechos pertenecientes al E.G.P. A
sí que resueltos a llevar a cabo su plan
no tardaron en hacer su primera incursión, llegaron de noche buscando, para matar, a los que según ellos
era gente pudiente, gente que consideraban
enemigos de su causa y también gente afín al ejército de
Guatemala. No he podido olvidar esas noches de zozobra. Un ruidoso tropel
rompía el silencio de la noche, los perros ladraban incesantemente y los
caballos relinchaban y hacían con su nariz sonidos extraños ante lo
que veían. Era frecuente que el E.G.P. llegara por las noches y
tocara puertas en busca de sus víctimas. La tienda de la cooperativa Peyán Las
Palmas, fue visitada más de una vez por estos subversivos preguntando por
personas a quienes querían eliminar. Oportunamente las personas que eran
buscadas se escondían. Por lo menos en el sector donde yo vivía los hombres
se organizaban en grupitos y salían de sus casas para dormir en el monte o
donde fuera. Las mujeres se reunían en casas para dormir juntas y darse
valor. En una noche fatal dieron con dos de sus víctimas, Don Pablo Tut y
Don Ismael Medina fueron asesinados, esto sucedió en el año 1981.
Los
días 19 y 20 de noviembre de 1981, sucedió en Salacuim algo insólito,
algo que no es común y que sólo El
Todopoderoso puede hacer. Estábamos a merced de lo que viniera, no
sabíamos cuando podía ser nuestro final, parecía que no nos salvaríamos de las
agresiones del E.G.P. pero oportunamente ese día, una tropa del ejército de
Guatemala procedente de la zona militar de Playa Grande arribó a Salacuim
a eso de las tres de la tarde. Todos los habitantes nos enteramos de la llegada de dicha tropa y
asistimos a la reunión convocada, donde se pidió que todos tuviéramos calma,
que fuéramos a dormir temprano y nadie saliera de su casa. Nadie se
imaginó lo que sucedería. Al amanecer del otro día unos 300 integrantes del E.G.P.
ingresaron por, la que antes era, la calle principal de nuestra aldea,
justo donde nosotros vivíamos. Con sus armas terciadas sobre su pecho entraron
al corredor de nuestra casa. Quedamos atónitos sin saber qué hacer, y lo primero
que hicieron fue identificarse como el ejército guerrillero de los pobres.
Luego preguntaron si se encontraba en la aldea alguna tropa militar, mi mamá respondió que no. Don Albino Morales,
que vivía en la entrada a la aldea, acababa de dar la misma respuesta. Entonces, dijeron, vamos al centro queremos hablar
con todos, el que no vaya es enemigo, y continuaron por la calle principal
hacia el centro de la aldea. Algunas personas que habían madrugado hacia su trabajo fueron obligadas a regresar para que asistieran a la
reunión que los guerrilleros deseaban tener con todos los habitantes. Don
Cándido Medina y los hermanos Botzoc eran algunos de los que fueron regresados
e iban entre la fila de los guerrilleros. También vimos personas cargando grandes bultos repletos de
enseres y a varias mujeres integrando la fila guerrillera. A medida
que avanzaban iban preguntando por el ejército y la respuesta de todos era No,
aún sabiendo que la tropa del ejército estaba instalada en los
corredores del mercado en el centro de la aldea. Los guerrilleros venían
dispuestos a invadir Salacuim, su intención era instalarse, traían todos los
utensilios de cocina necesarios para vivir. Todo indicaba que pretendían
reclutarnos e integrarnos a sus filas o usarnos como carne de
cañón en su lucha contra el ejército, pero Gloria a Dios por lo que
sucedió ese día.
Confiados
de la respuesta de los vecinos, de que el ejército no se encontraba en
Salacuim, la columna guerrillera se dirigió al centro de la aldea. Nosotros
intuyendo el desenlace del encuentro que tendrían con la tropa militar, optamos
por ocultarnos en un pequeño zanjón ubicado en las cercanías de nuestra casa,
exactamente donde vive actualmente don Héctor Riuz. Luego escuchamos varios disparos, sentimos
mucho miedo, mi mamá oraba, rogaba y sollozaba como si estuvieran a punto de
matarnos. Pero después de una media hora quizá, salimos de nuestro
escondite y fuimos al centro de la aldea para enterarnos de lo
ocurrido. Yo me involucré entre la gente y escuché todos los comentarios
que los militares hacían de lo sucedido. El guerrillero que
iba encabezando la fila ingresó al área del mercado y estuvo a escasos
cinco metros de un soldado que acomodaba su equipaje. Pegó un grito
hacia atrás advirtiendo a sus compañeros de la presencia militar y
retrocedieron estrepitosamente. El soldado abrió fuego, sus disparos no fueron
certeros, ningún guerrillero fue alcanzado, todos lograron escapar.
Era invierno y había estado lloviendo esos días, de tal manera que los
caminos estaban llenos de lodo y en esas condiciones los guerrilleros se
tiraron al suelo y se arrastraron como manada de coches
para huir. Pude constatar el enorme rastro que dejaron a su paso. Ollas,
sartenes, diversos objetos y algunas mantas quedaron tiradas por donde
pasaron. Treinta años después de ese suceso, ME SIGO PREGUNTANDO, ¿Quién puso esa
respuesta en boca de todos, de que ese día no estaba el ejército? ¿Qué
reacción hubiera tenido el E.G.P. si tan sólo una persona hubiera confirmado la
presencia de la tropa militar ese día? ¿Qué suerte habríamos tenido sin la
presencia militar ese día? Y ¿Cuánto hubiera cambiado la situación
de como ocurrió? Realmente NO SÉ. Seguramente El Ser Supremo
Sí. Lo cierto es que la presencia del Ejército de Guatemala nos
libró de algo que sin lugar a dudas hubiera sido peor que lo que sufrimos
posteriormente. El E.G.P. entendió de una buena vez que nunca
seríamos sus adeptos y jamás iba a invadir nuestro territorio como lo hizo en
la región sur. El bochornoso fracaso que sufrió ese día y sobre todo la
forma humillante como fue hecho volver por donde vino evidentemente
lo hizo planificar nuestra aniquilación en los meses siguientes. El
aparente plan de invasión fracasó, pero desde ese día el asedio a nuestro
territorio se hizo más frecuente, El E.G.P. rondaba las cercanías de nuestra
aldea, todos temían ir a trabajar, el que lo hacía arriesgaba la
vida. Varias familias tuvieron experiencias tristes en relación a esto.
Eran de las familias de comunidades vecinas que habían llegado a nuestra
aldea a refugiarse, y que por necesidad iban en busca de sus posesiones. Un
primer caso fue el de don Alberto y
Mariano Pop, Fueron a ver su ganado a la comunidad Bempeck, fueron
sorprendidos por una célula guerrillera del E.G.P. Don Alberto fue ametrallado
y don Mariano logró huir. El otro caso fue el de don Enrique Pop, se hizo
acompañar de tres personas y de su hijo Roberto Pop de diez años y fue
a ver sus cultivos a la comunidad Sacruz, que dista a unos 6 kilómetros de
Salacuim. Los guerrilleros salieron al
paso, Don Enrique y compañeros escaparon, pero el niño fue atrapado por los
terroristas y nunca más se supo de él. Un caso más fue el Don Guillermo
Macz, cuando se dirigía hacia su trabajo, un guerrillero apostado junto al
camino le disparó, afortunadamente la bala solo perforó la gorra que llevaba
puesta sin causarle daño.
El
final del año 1981 fue para nosotros de pesadilla, sabíamos
que los terroristas del E.G.P. no intentarían convencernos de nuevo,
conocíamos de sobra las atrocidades cometidas por ellos en la región sur de
nuestro territorio contra la gente que no se unió a ellos, a si
que el peligro era latente.
A
petición de los dirigentes de nuestra aldea, el ejército ofreció llegar
frecuentemente para protegernos. Cada vez que los militares venían nos
sentíamos seguros y en paz, pero cuando se iban vivíamos afligidos y temerosos,
porque aún no existía la autodefensa civil, ésta fue
organizada después de la masacre que sufrimos. Mientras nuestra
vida continuaba, los terroristas del E.G.P. planificaban nuestra destrucción y
aprovecharon un día cuando nadie nos protegía, nos atacaron.
Eran
las seis de la mañana del 10 de mayo de 1982 cuando empezó nuestro
calvario. Un contingente del E.G.P. avanzó sigilosamente por todo lo ancho
del la parte sur de nuestra aldea e inició su ataque, así como quien cobra una
cuenta pendiente. Las primeras personas en caer ametralladas
fueron sorprendidas en los pozos mientras buscaban agua y también los
que iban en camino a su trabajo. Las primeras detonaciones alarmó a
todo mundo, en el instante entendimos de qué se trababa. Empezó el
caos y la confusión, la gente corría, cargaban a sus niños, se escucharon
gritos de auxilio y las ráfagas de ametralladora intensificaban su fragor.
Yo
vi a muchas personas ensangrentadas que no sabían a donde ir, unos estaban
heridos de las piernas y se arrastraban para ponerse a salvo, era espantoso
escuchar a la gente gritar de pánico y el estruendo de las armas era
incesante. Las casas empezaron a arder en llamas. Los malditos terroristas
traían planes de destrucción total. Los muertos quedaban tirados por
todos lados. En la confusión, me separé de mi familia y me refugié en una
casa junto al campo de fútbol y desde ahí pude ver, por una rendija, cómo muchas
personas cayeron al suelo alcanzadas por lluvias de bala. También pude ver
a un anciano, Don Pancho Medina, apoyado a su bastón caminar
lentamente por el campo de fútbol y milagrosamente salvó la vida. A
otro que vi herido fue a Carlos Tista, él fue alcanzado por una bala más o menos
a la altura de la clavícula, estaba asustado, sangraba, y mientras caminaba
para ponerse a salvo se tocaba la herida.
Lo
último que aguanté ver por esa rendija fue el avance de los terroristas, vi a
un tipo con un fusil cuya tolva era curva y en ella otra tolva adherida con una
especie de cinta blanca, se apoyaba con la culata del fusil, se arrastraba
sobre su pecho y disparaba. El campo de fútbol quedó lleno de
perforaciones, el impacto de balas de grueso calibre abrió agujeros e hizo que porciones de grama se
levantaran. Balas que eran disparadas contra las personas que huían de los
guerrilleros.
Los
que pudimos sobrevivir fuimos a refugiarnos a la aldea Saholom, que está
a unos 8 kilómetros en dirección norte, cada uno encontró una forma de
salir, unos fueron por el camino, otros por el monte, rumbeando.
La
zona militar de Playa Grande está a unos 25 ó 30 kilómetros de Salacuim, el
aviso de lo ocurrido llegó dos horas después, la única vía de acceso era en
lancha por el río Negro o Chixoy. De las muertes mas dramáticas de
ese día está la de mi hermano Heriberto, la de don Jerónimo Chac y la de la
señora Reyes González. Mi hermano y don Jerónimo fueron de los
primeros heridos que hubo, ambos fueron llevados al puesto de salud, pensando
que allí estarían a salvo, pero cuando los guerrilleros avanzaron también
quemaron el puesto de salud y murieron calcinados. Doña Reyes González
corrió igual suerte, ella fue alcanzada por una bala cuando amamantaba
a su bebé, sólo aguantó sentarse y mientras se desangraba entregó su bebé
a las personas que pasaban, el bebé se salvó. Su casa fue incendiada
y ella también murió calcinada. Triste final para una mujer cuyo último y
heroico acto fue procurar la vida de su bebé y morir precisamente en el
día que las madres son homenajeadas. El
balance trágico fue de 22 personas masacradas, decenas de heridos y más de un
centenar de casas quemadas. Perdí dos hermanos: José Rafael Ruiz y Heriberto
Prado. Dos cuñados: Agustín Tista y Cándido Medina. Y tres primos: Víctor
Prado, Juan ventura Prado y el niño Belmont Prado. Los nombres de las otras
personas masacradas son: Daniel González, Roberto Poou, Abelardo Caal, Jerónimo
Chac, Reyes González, Alberto Yat, Yolanda Catún, Victoriano Macz, Mariano Pop,
Gregorio Quib, Jorge Caal, Arnoldo Choc Medina, Petronilo Quej, Agustín Cajbón,
y Olga Chub. A las 5 de la tarde de ese
día volvimos a la aldea, era irreconocible, el ambiente era
espantoso. A esa hora los cuerpos de todos los fallecidos habían sido
encontrados y colocados bajo una gran ceiba en el centro de la aldea. Me
acerqué a la escena y allí pude ver a mi hermano Heriberto, quemado, era
sólo un trozo de carne de unos 50 centímetros, me derrumbé emocionalmente,
porque, más que hermano era mi amigo, mi
líder y mi apoyo. Mi papá había muerto unos años antes y éste mi
hermano se identificaba mucho con nosotros los menores de la familia.
A
medida que caía la tarde, la gente iba regresando a la aldea y enterándose de
la suerte de sus seres queridos, el ambiente se convertía rápidamente
indescriptible, las escenas de dolor aumentaban minuto a minuto, el llanto de
muchas mujeres y sus niños era audible a la distancia, perdieron todas sus
pertenencias, sus casas habían sido quemadas y sus maridos muertos, la situación
para ellas se tornó tremendamente difícil, especialmente para las que habían
quedado al frente de numerosos hijos. Los destrozos causados ese día por los
terroristas del E.G.P. dejó a la mayoría sin casa, sin ropa, sin comida y sin
seres queridos. Esa noche no hubo
velorio, no había dónde y no había nada para realizarlo. En vez de eso lo que
procedió fue improvisar tres fosas y en ellas fueron depositados los
cuerpos de las 22 personas masacradas. El sentimiento que embargaba a todos era
inenarrable, ¿Quién podía consolar a quien?
¿A quién contarle nuestras penas?
¿Cómo entender y aceptar que personas dignas, trabajadoras y sobre todo
inocentes tuvieran semejante final? La
noche del 10 de Mayo de 1982, fue sin duda NUESTRA NOCHE TRISTE.
REFLEXION
Si el ejército guerrillero de los pobres
(E.G.P.) se organizó con el supuesto fin de defender a los pobres, ¿Cómo se
puede entender entonces que hayan asesinado a tantos campesinos y personas
pobres e inocentes? Y ¿Cuál fue la causa por la que vinieron a masacrar nuestra
aldea, si en ella sólo vivía gente pobre, inocente e indefensa? Se sabe que los comandantes y altos
dirigentes de esa organización subversiva vivían en México y en algunos otros
países, rodeados de lujos y comodidad. O
sea ellos vivían bien, lo cual indica que los
pobres
sólo eran utilizados como simples instrumentos para que estos señores saciaran
su ambición al poder, al dinero y al lujo. Y en oprobio a nuestro dolor hasta
les dieron un premio en Oslo, Noruega
por toda esa farsa que ellos vendían.
Aunque la guerra entre
los guerrilleros y el ejército de Guatemala ya terminó y hasta se firmó la paz,
es oportuno señalar que la perversa
estrategia de manipular y usar a los pobres con fines de lucro y de poder se
sigue practicando. Por todas partes es
frecuente escuchar que los pobres siguen siendo utilizados para afectar a otros
pobres, sembrando el divisionismo, el odio y resentimientos entre las clases
sociales y el único que gana en todo
esto es alguien que tiene insaciables ambiciones de poseer dinero, tierras y
poder. Por eso debemos recordar
siempre que “EL QUE OLVIDA SU HISTORIA
ESTA CONDENADO A REPETIRLA”
CONCLUSION
Este
documento tendrá la importancia que se le quiera dar…
Esto es lo que desde mi punto de vista, lo que desde mi perspectiva puedo
decir en relación a la masacre de la que fuimos víctimas por parte del E.G.P. Es sólo una forma de revivir los traumas que
en mi niñez y adolescencia me tocó vivir…
Pude haberme quedado callado, pude haberme esforzado y mantenido una
lucha interior por ignorarlo todo, incluso pude haberme ido lejos, tan lejos,
para olvidar, pero no sería YO… ¡VIVA LA TIERRA DONDE NACÍ!
Mayo de 2012.