La autoridad es una cuestión de inteligencia, honradez, humanidad, valor y severidad
(Sun Tzu)
El espionaje o
escuchas indiscriminadas por parte de servicios de inteligencia norteamericanos
ha pasado de lo trágico a lo cómico, o quizá sigue en ese fina línea kafkiana.
Los WikiLeaks primero y ahora la espantada de Snowden, evidencian ciertas
carencias o disputas internas en la administración Obama. El ex analista de
inteligencia -ahora huido- posiblemente se enfrentó con un dilema o, sin
saberlo, lo puso sobre el tapete. De una parte, el acuerdo de confidencialidad
que contraen quienes laboran en esas instituciones, esto es, la aceptación del
silencio de lo que conocen y el castigo que los códigos penales imponen. Pero,
de otro, la posible convicción de que el gobierno estaba cometiendo un delito
al interceptar indiscriminadamente conversaciones que no tenían ni cobertura
jurídica ni eran objeto de investigación delictiva. Me refiero, tal y como se
ha explicado en medios de comunicación, a escuchas en embajadas y delegaciones de
la Unión Europea y de otros países, con el propósito de contar con información
privilegiada para tomar mejores decisiones o negociar con aquellos. De ser así,
el señor Snowden podría haber sido cómplice de un delito al no denunciar al
autor: el gobierno de los Estados Unidos.
Tanto WikiLeaks como
Snowden, evidencian -aun siendo casos diferentes- que la potencia norteña que
suele dar lecciones de ética, democracia, derechos humanos y buen hacer, es más
chuca -o hipócrita- que otras, algo mas que probado históricamente.
La guerra con España en Cuba y otros episodios prefabricados, sirvieron para emprenderla
contra sus enemigos, camaradas, aliados o contrarios, porque queda más claro aquello
de que en política no hay amigos sino intereses. Si antes, hablar con un
diplomático norteamericano en una “relación de confianza” quedó desnudado por
WikiLeaks como una mentira ya que se trataba de una consideración
unidireccional puesto que ellos no actuaban igual, ahora resulta que el
espionaje, las escuchas y la invasión de
la privacidad, es algo consentido y promovido por los USA, claro que para los
demás ya que es impensable hacerlo en territorio propio porque la ciudadanía
los llevaría a tribunales por violación de su privacidad, o no los votaría. Doble
rasero vergonzoso, perjudicial, éticamente reprobable, humillante y delictivo.
Entiendo y apruebo conseguir
información de delincuentes con autorización judicial, previa verificación de
hechos, pero no de una forma indiscriminada como parece ser que Snowden indica.
Sin salir del escándalo WiliLeaks caen en este otro mucho más grave y
preocupante. Habrá que guardar silencio cuando se pasee por New York o no
utilizar el teléfono en Ohio. Todo lo que tenga (o no) cable en el país del
norte será objeto de duda. Nuevamente se han paseado por las libertades
civiles, los derechos individuales y la dignidad del ser humano. Que un
gobierno tenga esa potestad debe alertarnos sobre la labor de aquellos y su
capacidad de violentar a los ciudadanos. No es miedo a los secretos que pueda
revelar el ex analista sino a la perdida de confianza que ello supone de un
sistema que clava a millones de personas que pensaban que mandar una carita
feliz por el Whatsapp al amor de su
vida, era algo privado y sujeto a una relación de confianza. Puñetera mentira
que debe abrir los ojos y reconsiderar hacia donde avanza esta sociedad
política que cree estar por encima de todos y de todo y que sus actuaciones son
privilegiadas e impunes ¡Qué pena de USA!, o de su gobierno.
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