En un arranque de franqueza o de
distracción, el nuevo comisionado CIGIG reconoció que sus antecesores (y
asesores) hicieron las cosas con las patas. Enseguida le corrigieron la plana y
le hicieron ver que no puede decir esas verdades, menos a voces. Si antes
teníamos dos comisionados metepatas y entrometidos, ahora el tercero que
pareció haber comenzado bien, se desdice y encamina al rumbo de los anteriores
¡Jodida la “comunidad internacional”! incapaz de encontrar a alguien
medianamente cuerdo para pilotar esa nave de alienígenas que se llama CICIG.
Los jueces son, pero no son. Decimos,
pero no afirmamos. Fueron rumores, pero no todo lo rumores que deberían haber
sido. La información no era verificable, pero verificamos la que podemos. Esto
es una suerte de cantinfladas que hacen llorar no de risa precisamente y perdón
porque don Mario hacía reír y tenía profundidad humana. El mensaje final, para
quien quiera descriptarlo, es que seguiremos con las mismas pendejadas y la
prepotencia acostumbrada. Venga quien venga, esto no hay quien lo enderece ni
tiene solución, algo así como el modelo de la PNC, la eficiencia gubernamental o
la honestidad de los diputados ¡Volvieron a cagarla!, es lo único cierto que
queda después de estos dimes y diretes.
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