lunes, 15 de diciembre de 2014

Haciendo amigos


“Lo más importante que aprendí a hacer después de los cuarenta años fue a decir no cuando es no”

Esta columna no es la mejor forma de hacer amigos. Pero, ¿cuándo la verdad facilitó el acercamiento? Sospecho que los irreflexivos permanecerán en el limbo, como de costumbre, y en lugar de la razón el hígado tecleará torpemente sus reacciones ¡No importa!, este es un deliberado mensaje para quienes todavía recapacitan.
Durante los últimos años la USAC ha recibido miles de millones de quetzales. El presupuesto 2015 le asigna Q1,8 millardos -Q400 millones extraordinarios-. No obstante, reto a quienes esto leen -y a otros que les llegue la onda- a que busquen un desglose pormenorizado del gasto de ese dineral. No lo encontrarán. Simplemente se vaporizaron, al mas puro estilo orwelliano.
No me satisface -es mas, me aflige- financiar un sistema público de enseñanza superior que es ineficiente, manipulador, nada trasparente y experto en practicar y promover lo que critica. La universidad pública -en singular- es monopólica, con vocación de no dejar de serlo. Ha descubierto que la competencia la sacaría del mercado y quienes la manejan no están dispuestos a correr riesgos ni a enfrentar esa lamentable situación. Los Centros del interior del país, son operados centralizadamente, sin que puedan hacer cosas extraordinarias que marquen la diferencia. Dentro, la cacareada democracia “del pueblo”, se queda en teoría porque las Escuelas no son elevadas al rango de Facultades, evitando que puedan votar o tener delegados que mermen el poder de las facultades tradicionales que dominan consejos, representaciones y elecciones. El campus, más que un espacio de discusión y convivencia se ha convertido en una zona donde la droga, las armas o el mercadillo más ramplón afloran en cada esquina. La tecnología se ha olvidado; las aulas hace tiempo que no son cómodas, funcionales ni están adecentadas; los apoyos a la enseñanza son meras entelequias y las instalaciones, en general, dejan mucho que desear. Lo importante en la USAC parece ser el predominio de grupos elitistas de poder que se proyectan en comisiones, promotores de ley o lobistas para conseguir fondos, apoyar políticos de turno o exigir prebendas, cuando no engañar descaradamente a la ciudadanía -que la mantiene con sus impuestos- con “resoluciones magistrales” sobre la copia de la “tesis doctoral” de algún fulero candidato político. La mara estudiantil, encapuchada, decide cuándo se asiste a clase, cuánto cobran por ingresar, quiénes son los que accesan y permanecen en el campus o el porcentaje de recaudación del parqueo que se quedan. Algunos profesores encuentran refugio a su inutilidad o soberbia y simplemente no asisten a clase o, como uno de metodología, imponen su criterio sin que la universalidad de la universidad sea siquiera un elemento de referencia lejana para opinar o posicionar otro punto de vista que no sea el absolutismo e ideologizado tradicional del maestro.

Cada año cientos de millones se gastan sin saber cómo, y a nadie parece importarle. Si el fin fuese realmente apoyar al ciudadano de escasos recursos, debería otorgarse la beca al individuo y que éste la utilizase en la universidad que quisiera. Se fomentaría competencia y no un malogrado monopolio que ha destruido lo de honorable que pudo tener la tricentenaria en su inicio. Esto debería llamar la atención de los honestos sancarlista, los únicos que pueden y deben hacer una catarsis entre lo que enseñan, pregonan, difunden y practican. Seguir con las medias tintas es favorecer el caldo de cultivo para los inmorales que cada vez parecen ser más.

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