“La mentira, única
verdad en la boca del necio y refugio de los cobardes”
La credibilidad requiere de terceros para acreditarse. Es un
proceso que puede iniciar cualquiera, pero resulta imposible sin la aceptación y
la consecuente adhesión de otros que valúen -al menos- la veracidad, la coherencia
y el compromiso de aquellos a quienes otorgan el crédito.
Algunos políticos -quizá
demasiados- piensan que pueden construir "credibilidad". Para ello, y
entre otras cosas, cooptan, crean o promueven consorcios de medios de
comunicación y artificiales asociaciones de abogados huisacheros que hacen sus mandados.
Los primeros, difunden falsedades de quienes consideran rivales u opositores,
sustentadas en opiniones de inexistentes expertos y con total ausencia de
pruebas. Los segundos, inventan o interponen denuncias penales que distraen a
la justicia, aunque terminan sobreseídas por incomparecencia o falta de mérito
¡Habría que castigar a quienes utilizan el sistema judicial de esa forma y
distraen recursos que podrían utilizarse para situaciones reales!
Guatemala no está fuera de ese
ajedrez de dominación oculta. Los autoritarios siempre han querido controlar y avasallar,
y aquí los hay incluso con doctorado prefabricado. Su actuación, altamente
arbitraria y normalmente ilegal, requiere del silencio impuesto o cómplice de comunicadores
y de medios. La libertad de expresión, uno de los bienes más preciados del
ciudadano, nace como una exigencia de la democracia republicana y debe ser la herramienta
más importante para confrontar a los tiranos cuyo fin es bloquear a quienes identifican
como oponentes.
Los medios y procedimientos utilizados en el
entorno del partido LÍDER, revelan una estrategia similar a la populista-mesiánica
de Correa, Chávez-Maduro o la señora Kirchner. Primero callaron a periodistas
mediante amenazas, coacción o persecución penal; luego anularon o absorbieron
aquellos medios que no se plegaron a sus exigencias y, paralelamente, crearon
otros más amigables para lavar la cara de la libertad de expresión. La
estrategia dio resultado y en esos países apenas se puede opinar contra el
régimen o sus dirigentes, so pena de ser multado con millones de dólares
(Ecuador), expropiado (Venezuela) o perseguido judicialmente (Argentina). El
maquiavelismo renacentista se torna populismo del siglo XXI y retrocede
libertades ¡Vamos en esa trágica dirección!
Evidenciar la copia de un libro que
pretendía publicar como propio, criticar su también plagiada "tesis
doctoral" y más tarde el calco de la ideología
del partido -en página web-, fueron motivos suficientes para exasperar al ciudadano-candidato
Baldizón quien, ávido de poder, no conoce barreras y parece perfeccionar aquello
de que el fin justifica los medios. Olvidan que no ofende quien quiere, sino
quien puede y las burdas mentiras son difundidas como si fueran verdades
absolutas, en un infantil juego de campaña marrón y maloliente a cargo de “genios
estrategas” liliputienses, desenmascarables por cualquier escolar. Atacan a periodistas,
a columnistas, a medios; riegan embustes sin ética ni sujeción a la verdad; construyen
falsedades sobre denuncias prefabricadas; denigran a quienes les critican y son
expertos en manipular, todo generalmente de forma anónima. Baste un ejemplo: la
dirección twitter del diario La Nación -uno de los del consorcio de medios- cuenta
con 166K seguidores. Pásele el programa “fakers” o el “twitteraudit” que
detecta cuántos son falsos. Descubrirá, en el primero, que únicamente el 7% son
reales; el segundo detecta falsos 165K. Una de muchas farsas que enmascaran con
datos irreales -como mucho de lo que hacen- mientras coaccionan para pretender
imponer el silencio ¿Qué vendrá después? Paris parece no estar tan lejos de
Guatemala, aquí ya huele a azufre, que dijo aquel.
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