“Las mentiras más crueles son dichas
en silencio”
La sorpresiva salida de la CICIG de los
abogados Ulate y Gamboa, ha desatado comentarios diversos. Uno, estuvo cinco
años al frente de la Sección de información y análisis. El otro, laboró por
ocho como coordinador legal en múltiples casos de alto impacto. Los dos conocen
absolutamente toda la información que se maneja en la Comisión y cuentan,
seguramente, con la más amplia red de contactos institucionales, sociales,
jurídicos y policiales, amén de otras muchas cosas, como acceso a bases de
datos restringidas.
Que se retiren de la CICIG y funden una
empresa de servicios no debe de ser, por si mismo, motivo de escándalo ni crítica;
es un trabajo privado más. El problema no radica ahí. La cuestión es si dos
personas con amplio y detallado conocimiento de información sensible de
seguridad y justicia pueden, de un día para otro y sin que medie un tiempo
prudencial, constituir una consultora para atender o asesorar, precisamente, a
quienes podrían ser (o eran) investigados por tal entidad. Otra razón de ser no
cabe, por mucho que quieran justificarlo.
Varias hipótesis subyacen: La primera, que
dejaron la CICIG porque externamente rentabilizan mejor sus conocimientos y
capacidades, sin más consideraciones. La segunda, que fueron sacados de forma
“políticamente correcta” (tal y como sucedió con Castresana, Dall´Anese y
otros) al descubrirse algo que no gustó, como pudo ser la negociación mantenida
por tiempo previa a la conformación de la sociedad actual o fuga de
información, entre otras muchas cosas. La tercera, porque las investigaciones y
acusaciones que mantienen en prisión a muchos políticos/funcionarios no se han
hecho con la rigurosidad (o la legalidad) requerida y peligran los casos
judiciales. En todas ellas subyace, al menos, algo común: la falta de ética; en
algunas, además, pudiera visualizarse un delito. Sea como fuere, la crisis está
planteada y la nueva “salida del tiesto” (del guacal en buen chapín) de
personeros de la Comisión puede hacer temblar lo conseguido hasta la fecha y
debilitar el maltrecho sistema judicial, dando pie a los jueces corruptos para
que las decisiones se vuelvan a prostituir. Hay, sin embargo, quienes opinan que
se elevará el nivel de discusión y acusación en tribunales ¡Ojalá así sea!
Sumado a la anterior, crece el rumor de
que el propio Iván Velázquez abandonará la Comisión antes de la Semana Santa,
lo que dejaría “huérfano” a un MP cuyas capacidades, después de años de CICIG,
no se han incrementado al nivel deseado, quizá porque, como se aprecia en este
caso, quedan retenidas para disfrute y beneficio personal o las adquieren
fiscales que abandonan el cargo y se integran en esas empresas consultoras. El
modelo de CICIG debe de replantearse y posiblemente tiene que dejar de ser un organismo
autónomo y pasar a ser una Comisión asesora del MP, única forma de que
realmente las capacidades permeen la estructuras del ente investigador, fin
último del esfuerzo.
Es imposible pensar que los nuevos
consultores, asociados con un empresario que evidentemente piensa rentabilizar
su inversión, ignoren cuanto conocen o no utilicen su amplia red de contactos
para asesorar a sus clientes. Además, su “especialidad estratégica” responde justamente
con los temas que llevaban en la CICIG y eso representa una auténtica crisis
para la Comisión Internacional.
Aquí hay un problema sustancial y
evidente -al menos- de falta de ética, muy probablemente una maniobra -aun sin complicidad
de Ulate y Gamboa- de hundir el barco y/o un escándalo tapado al modo
“internacional”, es decir, sin ruido ¡Al tiempo!
Muy interesante análisis. Sobre la tercera hipótesis solo también es necesario indicar que esas investigaciones como usted opina hechas sin la legalidad requerida mantienen en prision a personas inocentes, a las que únicamente les queda esperar la Justicia Divina.
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