ESTA COLUMNA FUE CENSURADA POR EL MEDIO
“Cuando hables, procura que tus palabras sean mejores que el silencio”
“Cuando hables, procura que tus palabras sean mejores que el silencio”
La nuevalengua
orwelliana se expande con el tiempo, y la moda. Aunque cada día se utilizan
nuevas palabras, el esnobismo ha invadido ciertas neuronas e imprimido un
peligroso giro hacia lo “políticamente correcto”, rápidamente adoptado por determinados
grupos en beneficio de no se muy bien qué, pero en perjuicio de la libre
expresión y de la claridad expositiva.
La creación y proliferación de lenguaje rebuscado
contrasta con la incapacidad de distinguir cualificación de calificación o confundir,
sin compasión ni empacho, el Reino Unido con Inglaterra, una de las naciones
que lo conforman. También se confunden los números cardinales: “llegó en el puesto once” y se termina por decir que “llego
el onceavo” aunque sea fraccionario y signifique una parte de las once en que
se divide un todo; lo correcto sería emplear un ordinal y decir en undécimo puesto o el
decimoprimero ¡Vaya atrocidad y cacao mental!
Sin superar lo anterior -básico por cierto- optamos
por expresiones más sofisticadas y frescas y nos subimos a la ola de la prosapia.
De esa cuenta, al negro le llamamos “moreno”, aunque al blanco no le retocamos su
refulgencia con vocablo más “prudente” y menos lustroso ¡Nunca entendí la razón
de esa estupidez idiomática! Creo que solamente el idioma inglés tiene dos palabras
para diferenciar “lo correcto de lo incorrecto” (black y nigger) y el español, al carecer de ellas, inventa esa de
“morenito”.
Otros despropósitos se suman a lo anterior. La moda,
que pareciera ser ley, utiliza esa tergiversación ideologizada de “criminalización
de la protesta social” para designar el rechazo a la actitud punible de tropeles
vándalos y energúmenos que trasgreden abiertamente la ley. A los delincuentes,
hay que denominarlos así y dejarse de tonterías. Algo similar ocurre con los
presos que cándidamente se les llama privados de libertad o a los jóvenes integrantes
de maras y malhechores que comenten atropellos, a quienes se ha venido eufemísticamente
en llamar “jóvenes en conflicto con la ley” ¡Cómo no van a estar en conflicto
si la violan permanentemente!
A esas patochadas hay que sumar la candidez con la
que nos referimos al basurero: “relleno sanitario”, palabra menos “repugnante”
que la original y que transmite la sensación de que se hace algo más higiénico
que procesar desperdicios. La “interrupción voluntaria del embarazo”, antes denominada
aborto, pretende desligar la responsabilidad de quien realiza tal acto criminal
con esa fantochada de la “interrupción” ¡No digamos aquello de sexoservidoras,
cuando putas ha sido la denominación tradicional y castiza!
Pero lo que me animó a reflexionar sobre tanta
cursilería fue lo escrito por un tuitero: “movilidad agrupada”. Ese rimbombante
término se refería a una endiablada fila de vehículos que no avanzaba por motivos
desconocidos. A partir de ahora, en lugar de encontrar un tráfico indecente y obsceno
sufría un retraso sustancial pero justificable: “mi amor llego tarde porque me
topé con una movilidad agrupada”. Lo de apiñada viene a describir el enorme
follón que representa el caos vehicular que diariamente se origina por no
respetar las normas de circulación, intentar crear nuevos carriles donde no los
hay o circular en sentido contrario al marcado, cuando no por la acera.
Todo ese absurdo me
recuerda aquel libro de física de mi primer año de carrera cuando el autor del
mismo llegaba, tras ardua demostración matemática, a no recuerdo que fórmula y
lo anunciaba alegre y floridamente así: “Y ¡oh maravilla!...”
¡Definitivamente la gilipollez no tiene limites!
Muy bueno aunque no entiendo porque fue censurada su publicación.
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