Para poder seguir,
tengo que empezar todo de nuevo (León Gieco)
Todos los ENADE generan muchas opiniones
y reacciones, antes y después de que se celebren. El de este año, como otros,
no ha sido diferente, desde esa perspectiva. Sin embargo, pude “respirar” algo
particular y distinto a los demás.
Comenzó con un reconocimiento a la
labor que lleva a cabo el MP, y su Fiscal General en particular, quien fue
acogida con prolongados aplausos tanto en su intervención como cada vez que era
mencionada o se destacaba la labor que lleva a cabo contra la delincuencia
organizada. Hubo un llamado, con contundente reclamo, a la cooperación
internacional para que deje de apoyar delincuencia, también organizada, de
grupos/ONG,s que se erogan una representatividad de la que carecen y pretenden
seguir humillando al ciudadano honesto con sus manifestaciones, abusos e
invasiones de propiedad privada. El desarrollo no es posible -tampoco el empleo
y la reducción de la pobreza- mientras vividores del conflicto continúen impunemente
doblegando al país.
Se hizo un emplazamiento al
gobierno para que confronte sindicatos abusivos y chantajistas que por años se
han aliado con el poder y promovido onerosísimos pactos colectivos que estrangulan
el presupuesto y cualquier incremento de la recaudación impositiva. A los
empresarios, además de animarlos a dejar de pagar mordidas a inescrupulosos
gobernantes, se les exigió -a aquellos que prefieren la trampa a la legalidad-
cumplir con sus obligaciones fiscales y ayudar a incrementar la base recaudatoria
con la adhesión de ese 70% que prefiere -o no le queda de otra por los costes- continuar
en la economía informal.
Se habló de la necesidad de subir impuestos.
Este planteamiento ha venido “flotando” en el ambiente por años y pareciera ser
que hay un consenso mayor del que se pudiera imaginar en orden a considerar
nuevos valores impositivos, por encima, claro está, de los actuales. Un
reconocimiento a la labor de la PNC y otras entidades del Estado que proveen
seguridad, fue otro de los aspectos que se pueden destacar de las
intervenciones que se produjeron.
De los ENADE se ha escuchado que
“terminaban al día siguiente de su celebración”. Este puede -debe- representar,
sin embargo, una catarsis social necesaria en el país para comenzar a configurar
el horizonte posible, alejado de la vieja política, las viejas prácticas, la
violencia como fin, el descrédito como medio, el indigenismo como antagonismo o
la antiempresarialidad como discurso. Es hora, y eso evidenció precisamente
esta edición del ENADE, de señalar, visibilizar y apartar a quienes han hecho
de la corrupción, el conflicto, el crimen y las malas prácticas una forma de
vida. Es preciso enterrar un pasado que nos ancla en el subdesarrollo, no
solamente económico.
Escuchar al Presidente cerrar el
evento, completó esta dirección que apunta a la regeneración del país. Solicitó colaboración, consenso
y apoyo desde el Congreso, con un tema muy delicado como es el de TCQ,
oportunidad, según él -y que comparto- para posicionar al país en la región, promover
el desarrollo y acabar con ciertas mafias que tradicionalmente han operado los puertos.
Muchas naciones, en un momento
de su historia y por razones diferentes, hacen un alto y la correspondiente purga.
En Guatemala están dadas todas las condiciones para que esa reflexión
reconduzca el rumbo del país en la dirección correcta y “sentí” que en este
ENADE el ambiente que se respiraba era, precisamente, ese: el de asumir la
responsabilidad del pasado para enfrentar con ilusión el futuro. Ahora queda la
acción después de la exposición, a la espera de que, en esta ocasión, se emprenda
un nuevo rumbo.
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