Todo obedece a una estrategia de
delincuentes detenidos por delitos muy graves
La semana pasada fue pródiga en eventos: encerrona de empresarios en la Nunciatura; diputado
erótico-festivo fornicando en su carro; cantiflesca
actitud del vocero presidencial
para “explicar” el viaje presidencial a Nueva
York; solicitud de
antejuicio contra tres exsecretarios generales de partidos políticos (UNE-LIDER-FCN):
Orlando Blanco, Roberto Villate y Jimmy Morales, y el domingo -de madrugada, con premeditación y nocturnidad- la decisión presidencial de declarar “non grato” a Iván Velásquez.
Entre suposiciones y ausencia de razones, el Presidente resolvió explicar
los motivos de su resolución. No tenía que hacerlo -según dijo- así
que gracias por su gentileza democrática hacia quienes representa y pagan su
salario. Cómo un acto de lealtad
a la patria y por haber
sobrepasado sus atribuciones al presionar al Congreso, fue la justificación para decretar
la expulsión del Comisionado. De haber sido así, y no un berrinche oportunista por estar señalado de cometer un delito -al igual que su hijo, su hermano y diputados de su partido- debería haberlo manifestado hace tiempo, pero en Naciones Unidas no hay queja alguna del actuar del jefe de la CICIG.
Me parece que todo obedece a una estrategia de
delincuentes, detenidos, huidos, en busca y captura o temerosos de ser
descubiertos. Muchos de los escapados o internados en prisión es
posible que jamás regresen
a sus casas porque las condenas que se avecinan, en función de lo mostrado, pueden ser de por vida. Por tanto, únicamente cabe
subvertir el orden. Es
decir, dar un golpe de estado técnico para librarse
de sus perseguidores judiciales. De esa cuenta, y con
colaboración de ciertos
golpistas que hacen videos,
usan las redes sociales o tergiversan artículos de la constitución -amén de otros de similar calaña-
decidieron actuar primero en Washington
haciendo lobby y ahora aquí, animando al Presidente, que es parte del grupo de sindicados -al igual que miembros de su familia- a seguir
ese miserable guión. Una ley de punto final es lo que persiguen y dejar la corrupción olvida lo
que pretenden.
Se podrá o no estar
de acuerdo con Iván Velásquez, achacarle diversos errores o incluso posicionarlo en un determinado sector del espectro ideológico, pero esto que ocurre es un intento golpista sustentado en la venganza y en
el interés por no seguir limpiando el país de delincuentes. No hay que darle muchas vueltas al tema. Estén atentos al Congreso y cómo botarán el
antejuicio.
En medio de este lodazal, se
encuentran atrapados millones de ciudadanos honestos que deben tomar cartas en el
asunto antes de que un grupito de descerebrados retome nuevamente el
control del país y continúe con cooperachas,
líneas, puertos, aeropuertos, carreteras, medicamentos, construcciones, sindicalizaciones y otros
formas de robar fondos públicos. De momento, la Corte
de Constitucionalidad ha
puesto un alto temporal cuyas bases algunos cuestionan y
otros justifican. Cualquiera que sea la decisión final, hay que asumir el destino más fieramente que en 2015, porque ahora se sabe de algunos que están detrás. Es momento de convertirse en
ciudadanos de tiempo completo y decir no a la ruptura del orden, a la manipulación
de la justicia ni a la
protección del crimen
organizado.
El país se salva o
se pierde en las próximas semanas y seremos parte de esa historia. Se
pudo con Baldizón y con el PP, ahora, a la tercera,
seguramente vaya la vencida para derrotar a criminales profesionales. Es un duelo por el que hay que pasar si queremos cambios, pero el país se lo merece. Luego, no nos quejemos.
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