La justicia muestra sobradas
evidencias de delitos cometidos por Arzú
La sustentada acusación al señor Arzú por la justicia nacional evidencia nuevamente el sistema
cooptado por políticos mañosos. Se comenzó por Vivar, se siguió con Medrano y ahora el capitalino, aunque queda espacio para otros que se las
llevan de inmaculados y hasta organizan eventos de apoyo.
La
reacción del alcalde Arzú fue patética, deleznable y desbordante de ese rancio autoritarismo que destila habitualmente. Se apersonó en la sala de conferencias del MP para “tomar
la palabra” olvidando que meses atrás la justicia, a la que huía, se la dio por largos meses sin que le diera la gana de hacer uso
de ella. Nada como ajustar el termómetro temperamental al nivel que uno
quiere, y justificarlo.
Sus empleados -obligados a reírle las gracias- lo acuerparon en la Muni
cantando el canto himno
nacional para dejar sentada la frase de Johnson:
El patriotismo es el último refugio del canalla, y delinear los principios de lucha sobre la base de que “somos nacionales y queremos soberanía e
independencia” ¡Claro!, para
delinquir o impedir que se investigue.
Don Álvaro contribuyó al golpe de estado que dice
querer evitar, al desdeñar la justicia y asumir que de lo que se le señala: financiamiento
electoral ilícito y peculado por sustracción, “está justificado” porque él lo
hizo. Teniendo en cuenta que Arzú se cree en la
posesión de la verdad absoluta y de la autoridad divina, es evidente que lleva razón en sus oníricos sueños. Cierto entorno nacional: narcos,
crimen organizado, políticos corruptos, alcaldes de la misma calaña y vividores del cuento y de las redes, alaban la testosterona
del don y acuden a las “neuronas testiculares” para acuerpar tan insigne forma
de pensar ¡Normal en un país en el que se lee poco y
se opina mucho!
La
justicia -soberana y nacional- muestra sobradas evidencias de delitos cometidos por Arzú y él, tan patriotero y nacionalista, no está dispuesto a que se cuestione “lo
que hizo y volvería a hacer”, que es como justificó su acción en las plazas
fantasmas, sin aclarar que
el dinero que gato no es suyo sino nuestro. Nada como una cita bíblica
diaria, darse golpes de pecho o mostrar ficticia
compasión, mientras con la otra mano -la que no se entera de lo que
hace la primera- promueve
costumbres propias de
absolutismos de antaño ¡Simpático el alcalde!, pero
escasa su capacidad de reflexión.
Aquí no hay persecución selectiva
-más allá de que se “selecciona”
a posibles criminales- ni
injerencia extranjera o gansadas similares. Ocurre que se revela con toda crudeza cómo se han estado haciendo las cosas por años y además de
dar asco, resulta que está castigado en el Código
Penal. Don Álvaro que presume de ser bachiller, parece que nunca tomó clases sobre
independencia de poderes, Estado de Derecho o democracia, a pesar de ser ya
mayor y haberle dado tiempo. Se le olvida igualmente que la ciudadanía, a
quien se debe, lo puede declarar “no grato” a él y
eso de “me han votado” no es un cheque en blanco en democracia.
Ha sido señalado de serios delitos y debe explicaciones y dejar que la justicia investigue. No manche el himno nacional refugiándose
en él, no desdeñe a quienes
hacen su trabajo y descubren sus trampas, no utilice a funcionario municipales para que le acuerpen. Vaya asimilando que debe someterse a la justicia y no se deslumbre usted mismo con esa imagen de rey sol, porque a lo único
que llega es a Príncipe de la tinieblas.
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