“Muchá, hagan
algo para cambiar esto, que
yo no estoy dispuesto a hacer nada”
Tanto el
refranero como ilustres personajes, aportaron frases que persisten en el lenguaje coloquial. Aquello de: “el
hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra” o la adaptación de la célebre de
Einstein: “lo único infinito en el universo es la
estupidez humana”, se usan con frecuencia sin que se almacenen en el hipocampo. Eso de ser animal -no racional ni político- y con alto grado de estupidez,
nos sigue caracterizando sin que la evolución “haya hecho
mucho” por cambiarlo.
Sentado lo anterior, hay que
reconocer que los primeros
meses del año han transcurrido igual que siempre.
Políticos ineficientes o corruptos que campan a sus
anchas sobre escenarios denominados Congreso o Ejecutivo y que en algunos crédulos suscitan, inverosímilmente, esperanza de que las cosas van a cambiar
sin hacer nada al respecto. No se ve, por ejemplo, una ciudadanía
activa contra la ley de antejuicio que protege a muchos villanos disfrazados de cargos públicos, no digamos la ausencia en el debate público de la rescisión del mandato presidencial, ni siquiera planteada como ejercicio
teórico de discusión.
Algo así
como si llega a un restaurante, pide la bebida y aunque no le
gusta el lugar porque es lo contrario de lo que esperaba, le obligan a comerse la entrada, el primer plato y el postre, además de
pagar la cuenta y la propina.
Debe aguantar -quiera o no- hasta el
final porque no le permiten
levantarse antes ¡Hete ahí nuestro sistema político! Vote, y aunque
ciertos políticos fallen o la justicia encuentre
indicios de delito para investigarlos, no podrá hacerlo -mucho
menos sacarlos- y deberá
soportar esa infame presencia el tiempo que dure su
mandado o se protejan de otra forma ¿Entiende ahora
lo de la infinita estupidez?
He dicho
varias veces -y otras tantas he sido criticado- que este es uno de los países menos realistas que conozco, porque justamente el optimismo enfermizo lo hace ciego, sordo y
medio mudo -aprovechando la
canción- y no se vislumbra interés
alguno por hacer valer que los ciudadanos, quienes mandan en política, debemos exigir que se aprueben normas legales que no sean tacuches para infames candidatos o autoridades electas.
Esta
presidencia, que contaba con alguna probabilidad de representar un cambio, ha mostrado que los hilos los mueven otros, bien desde
el palacio municipal, el narcotráfico, el crimen organizado o aquellos que usan el territorio
nacional como plataforma para sus intereses espurios ¡Nada distinto a otros tiempos!, aunque debería
habernos despertado el
interés sobre qué hacer para cambiar,
antes de ser devorados, sin
darnos cuenta, por nuestra permanente
apatía.
La mala noticia es que el siguiente
trimestre puede ser igual al de años pasados y no significar mucho más que el paso ineludible del tiempo, sin construir nada que sirva
para mejorar indicadores de
libertad, desarrollo, productividad, certeza
jurídica, seguridad, decencia en el actuar político o ética en el comportamiento
social. Es decir: seguiremos igual que siempre pero con “la firme confianza de
que un día alguien se levantará -no se muy bien quien- y liberará esta tierra bendecida”, discurso que aglutina una importante parte
del sentimiento nacional y que se traduce en la
práctica por: “muchá, hagan algo para cambiar esto, que yo no estoy dispuesto a hacer nada”. De esa cuenta, unos aplauden a CICIG/MP por tener la masa testicular de la que carecen y otros la critican por hacerla notar en detrimento de sus sucios intereses.
Ahora
toca llegar a fin de Junio sin metas claras ¡Vaya pues con el horizonte estratégico de largo plazo!
No hay comentarios:
Publicar un comentario