Desacreditar a comunicadores y medios es el objetivo
principal de una chusma de arlequines
El Presidente presentó la Estrategia Nacional de Seguridad
Cibernética y aprovechó para cargar nuevamente contra
los medios que alientan -según él- noticias falsas. La tal estrategia, está
figurativamente encabezada por el ministro de Gobernación -Enrique Antonio Degenhart Asturias- hasta hace unos meses bachiller contratado
por la Muni como experto en no se sabe qué y ahora
licenciado según consta en el manuscrito. Manifiesta el susodicho que en el documento “se proponen líneas
de acción que contribuyen al cumplimiento del Plan
Nacional de Desarrollo a través de la incorporación de las tecnologías
digitales en un entorno seguro para alcanzar el desarrollo sostenible del país” ¡Toma ya! Quien sea experto -y licenciado- como él que haga la caridad de explicármelo; mi masa neuronal se resintió con tan singular aclaración.
El Presidente, sin embargo, lleva razón. No
hay derecho a publicar
noticias falsas que nos hagan creer que CONRED actuó correctamente o que se difundan cifras de desaparecidos que no coinciden con los números de quienes son buscados por sus
familiares. Tampoco es correcto que sigamos sin conocer quiénes viajaron a Israel para el
cambio de la embajada a Jerusalén o lo que finalmente costó aquello. No puede
ser que la odiosa prensa,
haciendo -¡por supuesto!- gala de su mala fe, ponga en evidencia que la SAAS
compró botellas de licor
fino, joyas, pastillas de
menta, flores, champú o “lentes presidenciales” por
un monto similar a siete meses de salario mínimo, además de pagar masajes. Mucho menos enterarnos de que
el Presidente cobraba
Q50,000 mensuales extras
del ministerio de la Defensa o que su vocero percibía
más de un sueldo de la administración. Medios
indignos y viles que publican cómo los partidos políticos incumplen la ley y no
rinden cuentas, por lo que el TSE decidió sancionarlos.
Desacreditar a comunicadores, medios y empresarios es el objetivo de una chusma de arlequines encabezados por un “experto certificado” al que le cierran frecuentemente las redes -¡Ja!-; un frustrado
militar que hace terapia intensiva
promoviendo amparos -¡Jo!-; un abogado que pretendió ser
decano para incidir en las pasadas comisiones de
postulación -¡Huy!-; la malhablada que se cree estrella de TV -¡Oh!- y un locuaz aturdido que no ha
descubierto las minúsculas -¡Uh!-. La “perspicaz”
estrategia de esos chalados es la idea goebbeliana de
repetir una mentira hasta
que parezca verdad. No hay que olvidar que otro
bachiller -sin licenciar, no como el ministro de Gobernación- asesora a la SAAS y antes de ser descubierto, se escondía tras un perfil falso
desde donde insultaba y descalificaba en redes
sociales a quienes “atacaban” al Presidente. Al florido elenco se unen algunos detenidos en Zavala, huidos desde
Miami y la estrafalaria “cooperación
cubana”.
Lo que pretenden esos malandrines es ocultar lo que pasa, y en la medida que todo
se cuestiona se difumina la verdad. No obstante, el ciudadano que no es bobo -como ellos asumen- diferencia
perfectamente entre quienes informan y aquellos
otros que pretenden transformar realidades después de haberse enterado quien es Orwell por Wikipedia ¡Siempre hubo atrevidos!
Esa cuadrilla de analfabetos frustrados ven, en esta forma delictiva de
actuar, un futuro de corto plazo, aunque deben andar escasos de fondos porque el experto advirtió en un enigmático tuit que no está dispuesto a que dejen de pagarle ¡Pleitos de mafiosillos
de a treinta monedas el laburo!
Esperemos
que la estrategia de seguridad cibernética
no sea la excusa para
comprar aparatos de espionaje e incidir en las próximas elecciones, en procesos claves de la justicia o escuchar a molestos generadores de “fake-news” versión tropa loca ¡Al tanto!
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