No es la empresa la que genera el problema sino las municipalidades que no separan conceptos
Si vive
en la capital o alrededores (Departamentos de Guatemala, Escuitlán o Sacatepéquez) observará en su factura un porcentaje entre el 12%-16% sobre su consumo de energía que corresponde
a la tasa de alumbrado público. Esa cantidad que recauda la empresa eléctrica
-y que entrega a la Muni- sirve para pagar el alumbrado público. De igual
forma, si vive en otro lugar del país y el servicio es prestado por
ENERGUATE, encontrará un cobro agregado a su consumo por idéntico concepto. En este
segundo caso, no es un porcentaje del total,
sino una cantidad que suele ser, para los pequeños clientes, igual o superior
al consumo realizado, lo que ha levantado suspicacias, sospechas y generado protestas y
violencia.
Con tal
excusa, CODECA decidió hace
tiempo ofrecer “un servicio de suministro eléctrico más barato”. El procedimiento consiste en cobrarle
al consumidor rural un
cantidad mensual pequeña, independientemente
del consumo real que realice, e impedirle a la empresa la entrada a la zona
para evitar supervisar o cortar el servicio por falta de
pago. Un robo disfrazado de “hurto de fluidos” que no
ha sido tratado en tribunales como corresponde.
¿Por qué
las Munis incluyen esa cantidad en las facturas y a
qué obedece? Se trata de la parte proporcional
del alumbrado público local,
aunque parece inconcebible
que aldeas pequeñas paguen cantidades desorbitadas por apenas un par de focos en la zona. Se supone que cada
alcaldía debe contar con un
presupuesto -sufragado por sus
vecinos- para el pago del alumbrado público, el mantenimiento de las
lámparas y la sustitución de las mismas, y otros
pequeños conceptos. Sin embargo,
pareciera ser que bajo la noción de “alumbrado público” ciertas Munis incluyen el gasto de motores para extraer agua de
pozos, iluminación de edificios
municipales, ferias y
fiestas locales y otras cuestiones imprecisas que incrementan sustancialmente la cantidad total mensual, misma que es prorrateada entre los vecinos, sin importar su nivel de consumo, y duplica o triplicar la factura doméstica.
No es la
empresa la que genera el
problema sino las municipalidades que no separan conceptos e incluyen en esas cantidades incluso gastos de caja
chica ¿Quién supervisa?, parece que nadie
¿Quién autoriza tal barbaridad?, debería ser la Comisión Nacional de Energía Eléctrica ¿A quien afecta el problema?, a pequeños consumidores que apenas pueden pagar sus gastos y son gravados con
cantidades que corresponden
asumir a la municipalidad. Al final se
confrontan vecinos y empresa -que nada tiene que ver- y se crea
un enorme y violento problema que deberían arreglar los alcaldes, pero que no lo hacen porque les resulta cómodo dejarlo así: polarizado
y con ellos -responsables del problema- excluidos.
¿Se habrá discutido el asunto en la ANAM?,
porque es de esos temas que seguro se evita mientras se deriva a delincuentes organizados -CODECA-, vecinos que reciben facturas con
altísimos costos y la empresa que no logra cobrar lo
que distribuye ni entrar en la zona porque sus operarios son amenazados
o agredidos. Es un problema municipal, ineficientemente gestionado y con
poca o ninguna trasparencia del gasto real reflejado
bajo el concepto de consumo
eléctrico, pero que puede incluir variados rubros, como los antes citados y saber que otros. No es de recibo prorratear
entre los vecinos una cantidad cuyo origen y sumandos
se desconocen, menos polarizar o permitir violencia con silencio cómplice ¿Por
qué no cobran ellas esa tasa y se lo endilgan a la
empresa?, quizá por comodidad y a saber la pegas legales que pondrían para continuar con la distribución.
¡Las
cosas claras!, que es justamente lo que ciertas Munis
no hacen.
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