Si el delincuente, disfrazado de político, nombra interesadamente a los jueces, el sistema judicial se prostituye y se torna ineficiente.
Aunque la bulla está centrada en la segunda vuelta electoral, lo realmente trascendente se cocina a fuego lento. Las Comisiones de Postulación (CP) están en marcha y los intereses sectoriales se han desatado. Cada grupo tiene su planilla, promueve a quienes desean ocupen cargos judiciales y en unos días sentiremos la alineación de decanos, abogados y magistrados en defensa de intereses grupales.
El proceso que siguen las CP tiene un elevado grado de absurdo y ridiculez. El Colegio de Abogados elige a las planillas por medio de campañas costosas que satisfacen el apetito voraz de los votantes o entre edecanes animan al dios Baco a manifestarse, ¿quién paga todo eso? Ciertas universidades nombran decanos para la ocasión y votan o rechazan a quienes se les ordena. La tabla de méritos se elabora tardíamente con lo que el opositor no sabe previamente cual será el baremo que aplicarán al evaluarlo. Y tras todos esas patochadas, confeccionan listados con los aspirantes por orden de puntuación, aunque los postuladores eligen a quienes integrarán las listas definitivas sin tener que respetarlo; el orden no sirve para nada. Por último, de los seleccionados por la CP, el Congreso designa arbitrariamente a los jueces/magistrados siguiendo criterios políticos o de intereses de partidos. Es decir: el proceso de postulación es baldío y está manoseado desde el principio por grupos que pretenden direccionar la elaboración de un listado que llega al Congreso -según los gustos de los promotores- y allí se termina de legalizar el timo. Por su parte, los postulantes visitan a los postuladores y a diputados para hacerles ver “su valía personal” y negociar, si se da la ocasión -que se suele dar- cómo responderán, de ser elegidos, a quienes los apoyen. Todo un espectáculo de vicios que permitimos y repetimos cada cierto tiempo para luego quejarnos de que jueces y magistrados no cuentan con la calidad técnica ni ética deseada ¡Pero por supuesto que no!, todo está hecho para que quienes son independientes no puedan salvar esos obstáculos.
El colegio de abogados debería seleccionar a sus representantes por sorteo entre quienes deseen participar, así se acaba el servilismo, las carnitas, los chicharrones y las edecanes. La lista de méritos debería elaborarse un año antes o definirse permanentemente, de forma que se conozcan con antelación las cualidades a puntuar. Los decanos que no lleven uno o dos años en el ejercicio de su cargo no podrían participar en la CP, así se reducen los nombrados para la ocasión. El listado por puntuación que se elabora en las CP debería ser la base exclusiva para, por orden de méritos, enviar el número de aspirantes requeridos al Congreso. Finalmente, en el Legislativo, se haría un sorteo para designar a los futuros jueces y magistrados, tal y como ahora hace el propio Congreso para elegir a sus representantes en comisiones pesquisidoras.
Siguiendo lo indicado, se acabarían las mañas y los designados obedecerían exclusivamente a razones de mérito y no a quienes los nombran o interceden ¿Cree usted que se implementará un sistema así de aséptico?, por supuesto que no. Los vicios deben seguir para que todo siga igual y la justicia no funcione más que al ritmo marcado por quienes controlan esos procesos. Tenemos un sistema ineficiente y conscientemente lo permitimos, así que no le echemos la culpa a nadie más que a nosotros mismos. Si dejamos que el delincuente disfrazado de político nombre a los jueces, el sistema judicial se prostituye y se torna ineficiente, incapaz y corrompido, que es lo que tenemos. No sea ingenuo, ¿acaso espera que cambien las cosas haciendo lo mismo siempre?