El puerto de Santo Tomás simplemente no puede ceder terreno a rusos. La explicación está en su localización estratégica
El repetido e insistente mensaje de que vienen los rusos a quedarse con un puerto y mineral nacional no es producto de la casualidad. Me sorprende que durante dos semanas -y todavía queda- un medio estuviera constantemente machacando -y otros replicando- la idea de que los “rusos” vienen a babosearnos. Dos cosas se quieren posicionar en el imaginario social, porque en ellas se ancla la estratégica idea-fuerza: “rusos y corrupción”.
El puerto de Santo Tomás simplemente no puede ceder terreno a rusos. La explicación está en su localización estratégica -cerca de Honduras-Nicaragua- porque facilitaría el control de El Caribe y seguro incordiaría, también, a los aliados del 10 de Downing Street. El gobierno ruso ha sido un eficiente proveedor de armas a Nicaragua, particularmente un batallón de tanques T-72B1, que representa un serio desequilibrio de fuerza en la región, además de misiles antiaéreos, entre otras. Pero lo más preocupante desde la perspectiva estratégico-operacional es la estación “Chaika”, un sistema alternativo al GPS que concede cierto grado de libertad de acción al tradicional enemigo USA, y dentro de su espacio de influencia.
China introduce en su esfera a El Salvador y Rusia a Nicaragua; Honduras está perdida con el narcotráfico y veremos que rumbo toma, así que en Langley seguro se preguntan: What is this? ¡El único país con el que todavía hablamos se nos llena de rusos!, y activan el 7º de caballería. Fotografían los aviones de los empresarios, los vigilan, acopian información y, sobre dos hechos -verdad, media verdad o mentirijilla- se organiza el plan operativo mediático; Watergate y las armas químicas en Irak, fueron dos hechos con cierto grado de similitud. No son periodistas investigadores quienes hacen las averiguaciones -perdón por la tristeza que diría Joaquín Sabina- sino profesionales en inteligencia que la filtran dosificada para defender intereses del norte, y concurrentemente los de algunos empresarios que exportan mercancías por el muelle flotante, también parte de la ecuación. A lo anterior se suma la historia -verdad, media verdad o mentirijilla- de la famosa alfombra de dinero, algo bien burdo -aunque conociendo a “mi gente” no es de descartar- y el exfiscal Sandoval la pone sobre la mesa, con evidente impulso norteamericano, tal y como sucedió con el tema del excarcelamiento de Gustavo Alejos.
Pasamos de la Guerra Fría a la Bronca Tibia, pero con dos frentes: ruso y chino. La lección no aprendida por los norteamericanos es que cuando se distraen en Oriente Medio, aquellos dos aprovechan para colarse en el patio trasero, que fue lo que hicieron en Venezuela y Nicaragua -Cuba ya la tenían- y terminan por darles matarile con lenta reacción de Washington. Los rusos son más directos, los chinos más sutiles, pero ambos persiguen lo mismo, que no es diferente a lo de los estadounidenses. Vean el anclaje de los rusos en Venezuela y el reciente de los chinos en Montenegro, y cómo pretenden -por impago de una deuda- controlar un puerto en aquel país europeo.
Por aquí, a lo tortrix y tropicalizados, nos distraemos discutiendo si la alfombra estaba llena de billetes o no era alfombra, o que la empresa quería paga 1 dólar en lugar de 4 por metro cuadrado, como si eso importara a quienes manejan miles de millones de dólares. Nos quedamos en lo superficial mientras con cuentos, mamushkas o Disney adormecen nuestra infantil actitud y escaso razonamiento crítico. Enojados los unos con los otros, se despelotan de risa de nuestro infantilismo y capacidad de manipulación, y desde sus cuarteles generales planifican la próxima, de la que tampoco nos enteraremos ¡Viva el Bicentenario!