lunes, 28 de noviembre de 2022

Dictaduras consentidas y legalizadas

Las dictaduras existen porque las democracias lo consienten, y las legalizan con su actitud permisiva y condescendiente.

El régimen catarí es un emirato hereditario cuya falta de democracia ha sido especialmente expuesta a partir del presente mundial de futbol. Sin embargo, eso se sabía cuando la FIFA eligió el lugar como sede, y en aquel momento, seguramente, se debatió la falta de libertades que allí se observan. A pesar de todo, quienes votaron, ignoraron la importancia de los valores y principios democráticos en la toma decisiones. 

En estos días -con beneplácito norteamericano- se presiona a Ucrania para que negocie con Rusia, mientras México abre las puertas como sede para que el gobierno venezolano y la oposición se sienten a desbloquear unos miles de millones de dólares congelados en bancos extranjeros. Casi simultáneamente, el presidente Petro pacta con una facción de la guerrilla colombiana para que deje de matar. De la situación abusiva en Nicaragua, El Salvador o del histórico cubano, ni se habla.

Las dictaduras existen porque las democracias lo consienten, y las legalizan con su actitud permisiva y condescendiente. Frecuentemente excusan a los dictadores para que formen parte de un sistema democrático que decide por mayoría y consenso, excepto en sus países de procedencia. Validan que se sienten en mesas de negociaciones y formen parte de instituciones internacionales cuyos modelos de diálogo ignoran en sus respectivas naciones. No obstante, cuando esas dictaduras protegidas dejan de ser útiles a los promotores de turno -grandes potencias- la historia nos muestra que se dejan caer o se destruyen. Irak e Irán puede ser buenos ejemplos o las centroamericanas de los setenta y ochenta.

El liderazgo político internacional no tiene ningún pudor en estrechar la mano de Maduro -el presidente francés lo hizo recientemente- o en asistir a tribunas deportivas a ver la selección de su país -el rey de España hizo lo propio- ignorando que en esos lugares asesinan diariamente a sus ciudadanos y, en el mejor de los casos, tienen restringidas muchas expresiones de libertad. 

El ciudadano común tampoco advierte el daño que representa ese tipo de actitudes permisivas para quienes sufren regímenes autoritarios. Y mientras se conmueve y con una mano dona fondos para luchar contra la represión de la comunidad LGTBQ, proclama en Twitter la lucha por la igualdad de la mujer o la libertad de expresión, con la otra hace lo contrario, al permitir la presencia de dictadores en foros internacionales o validar regímenes que limitan expresiones de libertad, como el de Catar que acogerá millones de personas que “van al futbol” a un lugar con alto grado de despotismo y opresión gubernamental.

No deja de ser la expresión más evidente del fariseísmo político-social que vivimos, y del que formamos parte. Militamos intensamente en partidos de izquierda o derecha y apoyamos la democracia, en la medida que nos pica la espalda, pero desconocemos eso mismo en otros lugares sin que la conciencia nos alerte del daño que hacemos por omisión. 

Los regímenes autoritarios deberían ser desconocidos por esa comunidad internacional cuentista que mira sus intereses y menosprecia e ignora autoritarismos mientras no les afecten. Cuando quieren degradarlos, convocan ruidosas manifestaciones en pro de derechos humanos, de grupos o de minorías que, al poco tiempo, son obviados al sentarse complacientemente en foros internacionales con los dictadores que los generan.

Vivimos -así fue siempre- en un mundo enormemente hipócrita y de doble moral del que formamos parte activa o pasivamente, pero en el que nuestra actitud importa mucho. Sin advertirlo -o quizá si- consentimos muertes y desdichas por incoherencia con lo que pensamos, decimos y cómo actuamos.

Y es que arreglar el mundo requiere de más acciones y de menos palabrería.


lunes, 21 de noviembre de 2022

El sistema judicial a escrutinio

Personas sin principios que hostigan a otras sin memoria, con presiones, amenazas, anulación de visas, procesos, cárcel…

Rechazo categóricamente que cualquiera -mucho menos un juez- tenga que salir al extranjero porque se sienta perseguido, amenazado o no existan condiciones para ser investigado y juzgado. Condeno que una jueza se levante, tras emitir una sentencia condenatoria, y alborote el auditorio con manifiestas emociones. Ambas situaciones se han dado en este país, y el nefasto sistema judicial es la base gravitatoria de euforias y condenas. Se aplica la prisión preventiva -también la provisional- con alegría propia de desequilibrados rabiosos, vengativos, ávidos de sangre; razón de que la mitad de la población carcelaria esté en tales situaciones. Aceptamos plácidamente que muchos detenidos permanezcan encarcelados sin juicio por años, e incluso que, cómo en tiempos de CICIG, se publiquen -sin responsabilidad ni costo para el editor- listas de jueces a procesar o sean señalados por no tomar decisiones esperadas, se destituyan a fiscales generales o se hagan juicios sumarios mediáticos -con algarabía popular- por el parecer de la autoridad de turno.

Esas aberraciones jurídicas eran/son aplaudidas o condenadas por ciudadanos y grupos. Actualmente,  quienes celebran o rechazan, invirtieron sus reclamos o alegrías de hace unos años, en virtud de una singular ley pendular. Nos movemos, penosa y velozmente, entre extremos, y se invirtieron los actores, los críticos, los afectados y los protagonistas. Decidimos quienes son “buenos o malos”, “chairos o corruptos”, caen “bien o mal”, y sobre esos pueriles argumentos, evitamos una discusión seria sobre un sistema de justicia ineficiente que debe de reconfigurarse y basarse en valores y principios, y no en caprichos. No aprendemos nada, y así nos va. Lo importante es “la lucha personal” en lugar de buscar cómo establecer procedimientos y reglas claras que respeten la libertad, no juzguen ni condenen mediáticamente y estén sujetos a controles y no a influencias externas o de mercenarios internos. Hemos desaprovechado una oportunidad de oro para cambiar lo que no está sustentado en pilares institucionales sólidos. Pasamos de largo y nos fuimos al extremo opuesto, a la venganza. Antes se perseguía y ahora se sigue persiguiendo, y continúa en el ambiente aquello de “vengan y enfrenten a la justicia”. Personas sin principios que hostigan a otras sin memoria, con presiones, amenazas, anulación de visas, procesos, cárcel…

No superamos el manipulado y combativo discurso ideológico, el infructuoso debate o, según el bando, el odio/aceptación de militares que pudieron estar implicados en hechos delictivos durante el conflicto armado, y buscamos “la compensación” porque no hay guerrilleros que sufran idénticas consecuencias: quid pro quo. Nos destruimos desde tribunas filosófico-imaginarias, siempre inmorales, interesadas, desafiantes, demoledoras, y sobre todo inútiles. Somos incapaces de construir una sociedad porque seguimos enfrascados en el conflicto fratricida que mató a muchos y dejó el país anclado en el subdesarrollo, el autoritarismo y la lucha por el poder para hacer la voluntad propia. Frecuentemente nos damos baños de pureza o limpiamos el alma con el convencimiento de que todo va mejor y somos un país bendecido.

¡Al carajo los optimistas enfermizos! Somos un desastre social y no tenemos las agallas de reconocerlo ni de sentarnos con el opositor y, con la humildad necesaria, mirar el horizonte de la juventud en lugar de la línea de tiempo de vividores del conflicto o de desgraciados que siguen manteniendo el sistema podrido. Estamos abocados al fracaso, mientras nos recreamos en nuestras burbujas de miseria sin atender lo que advierte Sabina: “Hace tiempo que todo es mentira, hace tiempo que el mundo no gira a mi alrededor”. No entendemos que la sociedad es mucho más grande que el “yo”, y está más lejos que el ombligo.

lunes, 14 de noviembre de 2022

Ética para sordos y mu…los

El origen de un político sinvergüenza es el voto irresponsable del elector, no hay otra causa.

Si Cervantes despertara, seguramente se asombraría de ciertos inventos que no conoció y de formas y estilos de hacer las cosas que nunca vivió. Pasado ese momento, presumiblemente conversaríamos con él sobre cuestiones que han perdurado con el paso de los siglos: lealtad, decencia, respeto, valores, buen hacer, etc. Confirmaría posiblemente los consejos que en su momento dio -a través de don Quijote- a aquel Sancho que iba a ser gobernador de la ínsula de Barataria, y que resume en esta frase: “Del conocerte saldrá el no hincharte como la rana que quiso igualarse con el buey”.

Desafortunadamente la mayoría de los políticos no han leído a Cervantes ni a Henry Hazlitt en “Los fundamentos de la moral” o a Fernando Savater en “Ética para Amador”. De hecho, muchos no han leído absolutamente nada ni tienen intención de ello. Entre borrachos, narcotraficantes, ladrones, abusadores, mentirosos y otras lacras que integran el espectro político nacional, suman una ingente cantidad de inmorales parecidos a quienes sacaron a Sancho de su gobierno más que a aquellos virtuosos necesarios para el mismo.

Estamos en manos de “honorables” sin honor, de mafiosos con chaqueta y corbata -o vestido de marca- que toman decisiones trascendentes con absoluta inmoralidad, y expuestos a cualquier resolución caprichosa que adopten sin valorar cómo afecta nuestra vida y la de nuestros hijos. Personajes oscuros que no diferencian el bien del mal, y cuando lo hacen apuestan por el último. Analfabetos morales que ensalzan a Baco o despilfarran, sin consecuencias, dinero público en comidas pantagruélicas. En el fondo, no son más que el reflejo de una sociedad que ha perdido la decencia y la razón, además de los valores éticos mínimos. 

Optamos por narcopartidos, por delincuentes de cuello blanco, criminales condenados por narcotráfico o lavado de dinero, individuos de reconocida moral laxa, payasos, estafadores…, y aun así queremos que el sistema funcione, mientras echamos la culpa a otros de haberlos aupado al poder. Nos desentendemos de la responsabilidad de haberlos elegido, pero también de la de sacarlos cuando las circunstancias son, como en la actualidad, totalmente adversas. Entre todos, con silencio cómplice o acciones concretas, hemos conformado una sociedad sin valores ni principios, en la que el pillo tiene cabida y termina gobernando la “ínsula”. Somos reflejo de lo que el escritor Alberto Moravia sentenció: “Curiosamente los votantes no se sienten responsables del fracaso del gobierno que han votado”. 

El político es reflejo del ciudadano promedio. No es diferente a quienes diariamente nos cruzamos en la calle, y únicamente accede al poder con nuestra aprobación o mutismo. El origen de un político sinvergüenza es el voto irresponsable del elector, no hay otra causa. Con más de veinte partidos políticos en cada proceso electoral, y con el voto nulo como opción en el del pasado 2019, seguimos con esa dirigencia desnuda de principios y valores morales. Consentimos a quienes descaradamente roban dinero público, se emborrachan y dan un espectáculo deplorable, aparecen rodeados de mujeres desnudas, se reservan una plaza en el hospital militar mientras compatriotas mueren de COVID sin acceso al mismo, instalan regaderas o sillones de lujo en su oficina, gastan exorbitantes sumas en comidas y bebidas, se divorcian para ser candidatas, se relacionan con narcotraficantes…, y no movemos un solo dedo para que eso cambie. 

Al final la pregunta es inevitable: ¿no será que nos parecemos demasiado a ellos y no queremos admitirlo? Aquí es donde muchos se rasgarán las vestiduras, incapaces de hacer un acto de reflexión interna del por qué los consentimos y no los sacamos de una vez por todas.

¡Incompresible!

lunes, 7 de noviembre de 2022

Carta a un Presidente equivocado

Dese cuenta -si es que quiere pensar diez minutos en su futuro- que todo esto acabará y usted será una pieza más de un ajedrez desechable

Recuerdo al Alejandro Giammattei, director de presidios, explicando cómo era aquel horror carcelario o al candidato que concedía entrevistas -alguna de las cuales me tocó moderar- y planteaba con seguridad y firmeza determinadas acciones políticas. También al acusado -luego absuelto- que se refugió en la embajada de Honduras frente a lo que consideraba una persecución política, incluso al escritor de “Relato de un injusticia” quien documentaba lo que ocurría en el interior de una prisión. Personajes diferentes con un denominador común: criticar el sistema político-judicial que le tocó vivir y padecer. Lo lamentable es cuando se tiene el poder para cambiar las cosas y no solamente se permite que continúen, sino que se perfecciona la maldad. Usted Presidente era, posiblemente, el más indicado -por sus experiencias- para modificar algo que no estaba bien -y sigue sin estarlo- y algunas de cuyas puntas de icebergs mencionó en campaña. Recordará aquello de cerrar el PARLACEN o disolver la SAAS, como dos ejemplos de mentiras emblemáticas.

Los Presidentes suelen quedar prisioneros de sus lemas. El de “la mano dura”, está encarcelado desde hace años y con un porvenir oscuro. Quién prometió ser “ni corrupto ni ladrón”, juramentó su cargo escondido en un hotel pasada la medianoche. Aquel otro de que la “violencia se combate con inteligencia”, fue condenado por su propia exesposa a duras vicisitudes: soledad, descrédito, procesamiento y abandono. Permítame que le refresque la memoria porque usted dijo que no quería ser recordado como “un hijo de puta más”, y deduzca lo que ocurrirá ¡Para qué seguir con los ejemplos!

Dese cuenta -si es que quiere pensar diez minutos en su futuro- que todo esto acabará y usted será una pieza más de un ajedrez desechable por quienes realmente gestionan el poder desde la sombra. Si cree que disfrutará en casa del amor de sus hijos, nietos, pareja o amigos, permítame que le somate el horizonte: eso no pasará. Al contrario, será sacrificado -como todos- en beneficio de aquellos que desean sustituirlo, y no crea que son pocos. Su actual entorno dejará de serlo el 15 de enero, o incluso antes, y lo que ahora consigue con una llamada dejará pronto de ser posible porque nadie le atenderá el teléfono. Quienes dicen quererlo y ser sus amigos, tenga por seguro que tomarán derroteros muy distintos a los que usted puede imaginar ahora. Amigos, lo que se dicen amigos, solo aquellos que le ponen las verdades delante, a pesar de que pueda encolerizarse, porque la verdadera amistad está por encima de los sentimientos.

Tiene la oportunidad, no de cambiar -sería mucho pedir- pero sí de recobrar la consciencia perdida e impedir que gentuza de su entorno siga enlodando el país y avocándolo a un futuro más miserable. Usted tiene hijos, aunque no es el único; pareja, pero tampoco es una excepción; y desea un mejor para el país, justamente como todos sus compatriotas: detenga el despojo político, social, religioso, económico y judicial que están llevando a cabo algunos de sus conocidos y consentidos.

Acepte o desconozca este mensaje -seguramente otros le han comentado lo mismo- pero apueste por salir a tomar un café dentro de unos años y que al menos lo ignoren sin insultarlo; que sus hijos se sientan orgullosos de un padre con errores que supo tomar decisiones sensatas; que pueda dormir tranquilamente sin que la conciencia lo atormente. Le quedan años de vida o quizá meses -como a todos- pero nada es comparable al horror de la soledad de unos minutos de introspección.

¡No sea kamikaze, el primero en morir -y muchas veces el único- es uno mismo!

Se abrió paca: las ofertas populistas

Si se deja engañar es porque usted quiere, porque no presta atención ni analiza, o quizá porque cierra los ojos a una realidad imperante

Prepárese porque llegan las ofertas navideño-electorales. Ya hay candidatos, algunos suspendidos por el Tribunal Supremo Electoral, que les prometen el paraíso en la tierra, a la espera de que los voten creyéndose las mamarrachadas que les aseguran.

El Presidente incrementó un 10% el monto total de las pensiones de los beneficiados del Régimen de Clases Pasivas del Estado. Es evidente que con la euforia de quienes se ven favorecidos pretende animar el voto venidero y genera una suerte de clientelismo, al margen del beneficio que pueda suponer para grupos mal pensionado. El debate no es sobre la cantidad ni en relación con el apoyo que representa, sino el momento oportunista de hacerlo.

Por su parte, el suspendido Roberto Arzú se despacha en sus redes así:  “Con solo 377 quetzales al mes, la casa digna que tantos (sic) has soñado, será tuya”. Suponiendo que la tal casa no tenga los remiendos de la frase, hay que hacer números para ver que ofrece. Si usted paga Q377 mensuales -como le propone- y lo hace durante 30 años, a una tasa de interés del 4% -algo inaudito en Guatemala-, podrá aspirar a una vivienda de Q80 mil al precio actual ¡Algo así como aquellas famosas casas Baldetti! No nos detengamos mucho en analizar el porcentaje de interés ni hablemos de que seguramente no dispondrá del enganche o de otras cuestiones, salvo que el Estado “se lo pague todo” a costa de otros que suele ser la fórmula mágica de algunos. Desconozco si ese tipo de vivienda será su sueño y aspiración -como indica- pero sería bueno que el aspirante Arzú nos informará del lugar en que vive y si está dispuesto a adquirir una de sus “ofertas” para él y su familia, tal y como ofrece a los votantes.

La tercera pata del banco la puso el partido Semilla con su propuesta de sacar al CACIF de las representaciones que le otorga la constitución -una- y otras leyes. La justificación fue que hay que terminar con el corporativismo de ciertos grupos -lo que puedo compartir- pero se olvidó mencionar que quien más representaciones constitucionales tiene es la USAC -a la que no aludió cuidándose las espaldas del enojo de sus egresados- ni tampoco criticó y comentó el mayor corporativismo de otras instancias: ejército, jueces, colegio de abogados, bancos y otros diversos grupos. Es decir, no ponía sobre la mesa el corporativismo tal y como pretendían hacer ver, sino el CACIF grupo que sirve de escudo ideológico para cierto sector político y que genera las pasiones electorales que buscan quienes interesadamente lo utilizan.

El último personaje por citar es el “doctor” Baldizón. En sus redes -en tercera persona, como los grandes- dice: “El Dr Manuel Baldizón, planifico e invirtió su tiempo y esfuerzo en buscar el desarrollo y empleo para nuestro pueblo a través de la industria de turismo, la cual es hoy en día una gran fuente de ingreso y divisas para Guatemala, generando empleo y desarrollo”. Olvida el don -y pretende que olvidemos los demás- su condena en USA por lavado dinero, aunque explicará que lo hizo por “el bien del país, de los guatemaltecos y de las personas de la tercera edad” de las que “tanto se preocupaba” mientras blanqueaba dinero mal habido ¡Qué canalla y desvergonzado!

Así que ya sabe, si se deja engañar es porque usted quiere, porque no presta atención ni analiza, o quizá porque cierra los ojos a una realidad imperante: la proliferación de políticos mañosos y embusteros que se encuentran en todo el espectro político.