martes, 15 de abril de 2008

Sandrismo, machismo o nepotismo

El presidente Colom se despachó la pasada semana con unas declaraciones no muy afortunadas. La reacción desairada, se produjo cuando un grupo de periodistas le cuestionó el excesivo protagonismo de su esposa en la actual administración. Al no querer entrar al fondo de la discusión, perdida de antemano por otra parte, consideró que quienes así pensamos somos machistas.
El señor presidente no ha terminado de entender que la cuestionabilidad viene dada porque su señora esposa está coordinando entidades públicas que pueden y deben ser fiscalizadas por los ciudadanos y que no es posible hacerlo porque lo que ella hace está fuera del marco legal vigente. Es decir, no es ministro ni cargo público y, por tanto, no es posible fiscalizar a la dama, ni a su hermana, por cierto.
En política, las percepciones son fundamentales, pero los hechos también conforman el panorama. La percepción ciudadana, le guste o no a don Alvaro, es que su dama maneja más de lo que debiera y, además, lo hace de forma un tanto prepotente. Pero también es algo probado que determinados funcionarios, de no importa qué nivel de la administración, han tenido que entrevistarse con ella, para luego ser nombrados o considerados. No solo es una cuestión de percepción, sino de realidades contrastadas. Por si fuera poco, en algunas transcripciones de reuniones se puede observar que la señora realmente manda más de lo que le correspondería en cualquier sistema democrático. De eso, el señor presidente no se quiere dar cuenta y ahí está la prensa para advertírselo, le guste, o no.
El nepotismo no es algo nuevo ni exclusivo de este gobierno. Lo lamentable es que todavía algunas señoras piadosas y prohombres no terminan de entender esto de la democracia y excusan a doña Sandra porque es una “primera dama diferente” o porque “hace mucho por los pobres”. Ese no es el argumento, ni el punto. Por los pobres quien más hizo fue la madre Teresa de Calcuta y, afortunadamente, todas las primeras damas son diferentes, así que tampoco tiene nada de especial. Lo esencial en esta discusión es que el nepotismo no puede servir de soporte a un sistema democrático y eso lo debería de haber entendido el gobernante hace tiempo.
Por si fuera poco, el paquete incluye, como extra, a la señora cuñada que ya sustituyó a la primera dama en algún acto y sigue de coordinadora de otros entes. De eso, señor mío, estamos hablando precisamente. Nadie tiene nada contra su señora esposa y no se es machista por decir las cosas abierta y frontalmente. La primera dama tiene muchas cosas por hacer que no sea limpiar los suelos del palacio presidencial, pero, entre ellas no está determinar el gasto de más de dos mil millones, ni mucho menos coordinar a ministros, a secretarios, dependencias, instalar a su hermana o ejercer un papel más allá que el que le corresponde. Cuando las primeras damas, como la suya, se inmiscuyen en asuntos que no le son competentes, merecen y deben soportar las críticas que las evidencian. No dudamos de las capacidades gestoras de su esposa ni de sus dotes de organización, tampoco de las de su cuñada, pero, de seguir así, si vamos a tener que dudar de las suyas. La forma de actuar del “Señor Presidente”, es algo superado y enterrado con Asturias. Esa certeza de ausencia de autoritarismo, debería impregnar a cualquier demócrata, incluso si es socialdemócrata. Usted debe, señor presidente, ser más coherente y ponerse en su sitio. Comience por poner su casa en orden. Manden quien mande en ella, frente al país, usted es el único responsable.

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